LA CELEBRE COMETA DE
“CHUN”.
Refiere
la ficción de Gustavo Ocampo Chica R. (a. “Chum), cometero y talabartero de
Filandia, la confección y ulterior vuelo por los cielos de la Hija de los Andes
de una magna y extraordinaria cometa.
Fabula
titulada “la cometa de Chum”, narrada con lujo de detalles por el historiador Alfonso
Valencia Zapata en el libro: “Filandia, historia y humor”. La leyenda asevera
que fue la cometa más grande del mundo, tan colosal que no pasaba por la puerta
de la iglesia parroquial, y que su medía semejaba el frontis de una casa de
bahareque de dos pisos.
SU PROCESO.
Ensambló
el armazón con grandes y delgados “varillones” de guadua conseguidos en la finca
del señor Julio Ocampo, ubicada en la vereda “Argenzul” de Filandia. Terminada
la estructura, empezó la infructuosa búsqueda en el comercio de Filandia de la
tela para cubrirla. Como no la halló, se trasladó a Armenia y en un almacén de
venta de carpas para camión compro dos de la medida de camión de veinte
toneladas. Farolero regresó al pueblo y
empezó el trajín de juntar las dos carpas que posarían sobre el bastidor de la
cometa. Procedió a la costura de las dos
secciones, para ello apeló a las ajugas de “arria”. Previstas las medidas procedió a cortar la
cubierta de la cometa. A simple vista el armatoste parecía más a una carpa de
circo de pueblo que la cubierta de una cometa.
Caviló
que hacia falta la colosal cola, alguien le dio la idea de recoger ropajes
usados y unirlos, así fuera de diferentes colores y formas (sotanas, pantalones,
chalecos, ruanas, calzoncillos abrigos, suéteres
y retazos) que fueron usados para su elaboración y alcanzó un peso de tres
arrobas.
Le
faltaba la piola para elevarla y ante la infructuosa búsqueda en el comercio de
Filandia, emigro a Pereira en su búsqueda, allí por recomendaron comprar pita
para cinchas de enjalmas, la compró y regreso presuroso a empezar el cometido
de elevar su cometa.
TODOS QUERÍAN VER LA
ENCUMBRADA.
Un
alucinado tropel lo cortejaba en el transporte de su descomunal y novedosa
cometa al alto de “El Patudo”, en donde bufaban los vientos nacientes en el Paramillo del Quindío. “Chum” se lío el final
del cordel a su cintura y comenzó a elevarla con tal maestría que los
concurrentes vociferaban, aplaudían y le gritaban “vivas”. Le colocado un gran
letrero que decía: “Viva Olaya Herrera”, primera y última intervención en
política de “Chum”.
La
cometa subía y pedía cuerda, esta se agoto rápidamente. Una especie de ciclón sopló
repentinamente y como “Chum” tenia la cuerda amarrada a la cintura, el
torbellino raudo llevó la comenta y no le dio tiempo de soltar la piola de su cintura,
siendo arrastrado potrero abajo por entre “boñigas” frescas y avisperos “quitaclazones”, terminando
engarzado en un alambrado, en donde por fortuna se reventó la piola y la cometa
siguió por los aires de la vereda “Argenzul”, precisamente de donde había traído
los varillones. “Chum” quedo extendido y exhausto a punto del desmayo.
Un
segundo intento a los quince días para elevar de nuevo la cometa y para evitar
que lo arrastrara consiguió una “manigueta” de uso guaquero y en ella envolvió la cuerda. Comenzó a
elevar la cometa y a soltare el grueso hilo. Como era los tiempos de julio los
vientos arreciaron y arrancó la manigueta,
y reventó la piola. La famosa cometa se perdió
en el ocaso.
Arrieros
que se dirigían a Filandia, la vieron por última vez pasar a gran altura por sobre Quimbaya en dirección a “Piedra de
Moler”. Nunca más se volvió a saber de la cometa de “Chum”, que paso a la
historia de Filandia como un recuerdo.
Álvaro
Hernando Camargo Bonilla.
Fuente:
Gustavo Ocampo. Filandia, historia y humor. Editorial Quingraficas. Armenia
Quindío. 1984. Pág. 157
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