sábado, 1 de septiembre de 2012

LA VERGÜENZA DEL PAISAJE CULTURAL CAFETERO




Ninguna vez la caficultura, que fuera renglón bandera de la economía Colombiana y soporte económico nacional, había estado en una situación tan grave como la que atraviesa actualmente.

Situación que se  intuye en los  verdaderos protagonistas, los cafeteros rasos,  en su precaria apropiación y valoración del paisaje cultural cafetero, basada en la incredulidad y desconcierto, ante el desvanecimiento de su pasado pletórico de riqueza y prosperidad.

La crisis cafetera originada por la rotura del pacto internacional del café, sumado la aparición de enfermedades fitosanitarias en los cultivos, empezaron a hacer del café un cultivo poco rentable. Sus habitantes se vieron obligados a buscar otras fuentes de empleo en los centros urbanos vecinos y emigrando a países como EE UU  España, entre otros.


Ante la crisis y ausencia de  programas que garanticen la estabilidad de la comunidad  cafetera, la caficultura se esta extinguiendo.  No hay café y el que existe está en condiciones lamentables, muchos cafeteros abandonaron sus predios, otros optaron por otro tipo de actividades. 

El Café ya no es el trascendental reglón de la economía, no estampa un porcentaje significativo en el producto interno Colombiano.  La política económica  actual del país, está dirigida con todo su arresto al fortalecimiento de actividades extractiva y a la  exportación de recursos naturales no renovables, Estableciendo antagonismo entre la Actividad minera-energética y el Paisaje Cultural Cafetero.

Las unidades agrarias cafeteras caracterizadas por el minifundio (el 95% son menores a 5 hectáreas), han venido exhibiendo un cambio en su paisaje.  Se evidencia  el incremento de la ganadería extensiva y  auge de parcelación de las fincas, que se cambian por pomposas estancias  donde llega a habitar una población totalmente improcedente de la cultura cafetera.

El relevo generacional esta desapareciendo,  no hay motivación y estímulos para que los jóvenes permanezcan trabajando en el campo. La mayoría tiende a buscar oportunidades de estudio o laborales que no se relacionan con la práctica cafetera. Desmotivados por el bajo nivel económico y pobreza en sus hogares, a pesar de que sus familias hayan dedicado toda su vida a esa actividad, no ven atrayente consagrarse a esta.

El desvanecimiento  paulatino de la caficultura causada por baja rentabilidad económica, da como resultado: la desintegración e insostenibilidad del núcleo familiar, la pérdida de identidad cultural (historia y costumbres cafeteras), desaparición del patrimonio arquitectónico  (el bahareque) tanto en la  zona urbana y rural, inseguridad  alimentaria ante la desaparición de los cultivos asociados al café (maíz, hortalizas, yuca, plátano, frijol, frutales), cambio de la actividad productiva (potrerizaciòn y urbanización) ajena a la tradición cafetera .

En consecuencia y en consideración de los aspectos expuestos, el proceso histórico, natural y cultural que dio origen al Paisaje Cultural Cafetero, vivirá  como una fantástica y bucólica recordación de  tiempos pasados.