lunes, 10 de agosto de 2009


ANTECEDENTES HISTORICOS DEL CAMINO
Periodo Precolombino
Cuando llegaron los peninsulares, encontraron a los nativos organizados socialmente en cacicazgos, compuestos por grupos indígenas como: Quimbayas, Quindios, Yuldanas, Burilas, entre otros. Entre los caciques que se destacaron, estaban Tacurumbí, Consota y Pindaná; quienes ejercían el dominio en los territorios que hoy representan los departamentos de Caldas, Risaralda, Quindío y norte del Valle del Cauca.

Dedicados al cultivo del maíz, la yuca. Complementaban su dieta alimenticia con pescado, miel de abejas, palmitos, chontaduro, Pitahaya, guayaba, aguacates, guamas, caimitos y cazaban venados, conejos, zarigüeyas.Todas sus prácticas en armonía con la naturaleza

De físico atlético, piel color cobrizo, vestidos los hombres con pequeños maures de un palmo de ancho y palmo y medio de largo, que cubrían sus genitales y las mujeres con diminutas mantas que le tapaban el vientre hasta los muslos, adornados de artículos de oro y lindas plumas de los pies a la cabeza.

La extracción y comercio del oro, sal, proveniente de la evaporación de agua salada que brotaba en abundancia del interior de la Tierra, fueron su principal mercancía. Abrieron caminos para el comercio de estos productos, entre el sur occidente y el nororiente que los comunicaban con el valle del río Magdalena y el altiplano cundíboyacense.

Sus casas grandes, de forma redonda, situadas en las culminaciones de las colinas cercanas a ríos y quebradas, techadas con paja, (hojas de iráca) de forma cónica, (kiosco), cimentadas con grandes guaduas y vigas de madera, cercadas de grandes palizadas (fortalezas) en guadua, proveídas de atalayas para su vigilancia.

En su interior provistas de particiones en esteras con pequeños oratorios dedicados a la magia, quema de hierbas y resinas aromáticas que ofrecían en honor a su dios denominado Xixarama. Pedro Cieza de León apunta en sus narraciones, capitulo XVI: “Los Ansermas llaman al diablo Xixarama”. Los frailes doctrineros lo equiparaban con el demonio, porque consideraban demonio todo lo que no fuera cristiano.

Representaban al jaguar en esculturas de madera y barro, colocadas en hileras de quince a veinte piezas casi del tamaño humano, con su rostro orientado hacia el saliente del sol, les ofrecían sacrificios humanos para lograr el intercambio de conocimientos divinos al ser invocados los espíritus que se posesionaban en las esculturas.

Sus armas: dardos, hondas, lanzas, macanas de palma negra (chonta) y de otro palo blanco duro, utilizadas en la guerra, que acompañaban con el toque de tambores y flautas.
Rendían culto a sus muertos, embalsamando sus cuerpos, sepultándolos en lo más alto de los cerros, cubiertos en finas mantas, las más ricas que tenían, colocaban sus armas, comida, cantaros con chicha de maíz, pescado, collares de plumas, joyas (chagualetas, coronas, brazales y patenas), también sus mujeres vivas, teniendo como creencia que va a vivir en otro mundo y necesitarían todo lo que con él sepultaban.