ARRIERIA POR EL CAMINO DEL QUINDIO
Arriería: medio de
transporte de personas, mercancías o simplemente de corotos cuando los arrieros
emigraban a las tierras de colonización.
Arriero es una persona que
trabaja arriando mulas, caballos, burros y bueyes, siempre caminando a pie en
medio de las cabalgaduras.
El término arriero proviene
de la palabra española arrear, que significa estimular a las bestias para que
marcharan por trochas y caminos.
La Arriería hace parte del
patrimonio e identidad de Filandia, como el tesoro Quimbaya, el camino del
Quindío, la palma de cera, la arquitectura, el canasto, el café, el escudo y la
bandera.
Por el CAMINO DEL QUINDÍO,
empieza la formación de nuestro ancestro Quindiano, el territorio delimitado
por él, fue objeto de colonización por diferentes empresas propuestas para la
reconstrucción y sostenimiento de la vía.
El comercio, a través de la
arriería, fue hasta los primeros lustros del siglo XX, la principal actividad,
oficio que se convirtió en una de las profesiones más lucrativas y notables a
lo largo y ancho del país en esa época.
Aparejados de sombrero de "jipijapa" (paja), o de fieltro, según el clima, raboegallo, camisa y pantalón de dril, mulera, poncho, ruana,
tapapinche o paruma (confeccionada con tela de lona rectangular, generalmente de
color blanco y con ribetes negros lineales en cuero, y flecos), carriel,
cinturón arriero, machete o peinilla, zurriago y alpargatas de cabuya, a pie, animando sus mulas y bueyes, cargados de herramientas y avíos, cobijas, esteras
y acompañados de sus mujeres, niños, provisiones, animales domésticos; marcharon
a tierras desconocidas, establecieron rancherías, tambos, fondas y fundaron pueblos en la “Hoya
del Quindío”.
Trajinaron por trochas y caminos, llenos de “tragadales”, delimitados por enmarañadas selvas, atestadas de animales feroces, mansos o traviesos, donde no faltaban las leyendas y relatos fantasmales. Rudos
arrieros, que al posar e los tambos, en noches de luna llena, rasgaban sus
tiples para convocar a sus enamoradas a un rato de alegría, libado “tapetusa”
de contrabando, producido en alambiques ocultos en los matorrales.
Las vías carreteables de
hoy, se calcaron de los caminos de
antaño, que otrora fueran transitados por recuas de bueyes, mulas y caballos,
que cruzaron valles, vadearon ríos, rodearon nevados e interminables recodos
polvorientos en verano e intransitables por el lodo y la lluvia, durante el
invierno.
Estos son los héroes colonizadores que sostuvieron la economía del territorio
Quindiano, en las épocas comprendidas entre el siglo XX, y aún en la actualidad
(siglo XXI). Hoy con orgullo, forman
parte del Paisaje Cultural Cafetero.
Alvaro Hernando Camarog Bonilla.
Vigia del Parimonio.