miércoles, 1 de julio de 2020

Schenck Friedrich Von: RELATOS DEL PASO O CAMINO DEL QUINDIO HACIA BOGOTÁ


VIAJES POR ANTIOQUÍA EN EL AÑO DE 1880.[1]

Schenck, Friedrich, Geógrafo, economista y escritor  Alemán RESEÑA DE SU PASO POR EL CAMINO DEL QUINDIO.


August Friedrich Schenck - Wikipedia, la enciclopedia libre

Schenck Friedrich Von, geógrafo, economista y escritor alemán, seducido por el paisaje y con el objetivo de documentar sobe las minas de oro en el territorio colombiano del siglo XIX, El 22 de noviembre de 1880, viajó a de Medellín a Manizales, transitando el suroeste Antioqueño. En su recorrido hace una descripción del intenso tránsito de cargueros, arrieros, mulas y bueyes, por los caminos atestados de hondos barrizales, despeñaderos y espesa selva.

Referente a la agricultura, destaca el cultivo del maíz como fundamento de la gastronomía antioqueña: “El maíz es el producto más importante de estas montañas. Donde no se da el maíz, tampoco se da el antioqueño. Del maíz preparan su alimentación básica y preferida: la arepa (son panes o ponqués redondos con sal y levadura), preparada de granos de maíz sancochados en un mortero de madera, y la mazamorra (masa de maíz cocida en leche o agua); choclos (mazorcas viches, tostadas), estos últimos son el dessert. Si además tiene su tacita de chocolate con queso, y su plato de fríjoles, más su tasajo o carne picada, que es carne secada en el sol y molida entre piedras, entonces es el hombre más feliz del mundo, sin aspiraciones a otra alimentación”.

Le impresionan las intensas caravanas de cargueros y silleros, oficio ejercido por hombres y mujeres jóvenes, de fuertes y atléticos cuerpos, cuya única fuente de trabajo provenía de cargar tercios, cajas y bultos sobe sus espaldas a través de los caminos por las montañas.

En su tránsito hacia el paso del Quindío, a través de la Cordelera Central hacía Ibagué; describe a Cartago como una población de aproximadamente 3.000 habitantes, lugar donde pernocto 3 días antes de continuar su viaje a Cali.



Desde Humboldt varios viajeros usaban el paso del Quindío para cruzar la cordillera Central. Conocida es la descripción que nos hace Humboldt de espantoso estado en que encontró el camino, el cual se atraviesa a pe o sobre la espalda de unos cargueros. Bajo el presidente Herrán (1841 a 1845) se empezó la construcción de un camino de herradura, y hoy día, durante la época seca, sería posible recorrer todo el camino desde Cartago hasta Ibagué a caballo, si no fuera por la vegetación tan tupida (especialmente en la vertiente oriental de la cordillera) que lo cubre. En tiempos de lluvia se impone hacerlo a pie. Entonces los profundos hoyos que producen las pisadas de los bueyes de carga están llenos de una pegajosa arcilla, y la mula más segura tambalea en las pendientes bajadas. De todos modos, el Quindío es uno de los pasos más difíciles en Colombia.  El viajero está obligado a llevar consigo víveres para varios días, desde Cartago o por lo menos desde Salento.

Ya el viaje en dos días desde Cartago a Salento era sumamente pesado debido a la lluvia continua y a los hondos barrizales.  Desde el ancho río de La Vieja, que cruzamos en una débil canoa cerca de Piedra de Moler, estábamos siempre en el bosque. Solamente pocos ranchos, de aspecto muy pobre, se encuentran aquí; son ellos avanzadas de la colonización antioqueña en esta montaña.  En varios lugares del bosque encontramos tumbas marcadas con rusticas cruces.  El hombre que, lejos de sus semejantes, pasa aquí su vida solitarios cazador, quiere al menos en la muerte estar en unión con otros; por eso desde muchas millas los colonos llevan sus muertos a estos sencillos camposantos en la sombra de la selva. 

Desde el alto del Roble se ve al otro lado de las quebradas Boquía y Quindío, que se unen aquí para formar el río Quindío, el pueblo Salento, una nueva fundación y último puesto de colonización sobre esta vertiente del Quindío. Aquí nos quedamos dos días para conseguir alquilados los bueyes necesarios para la carga, y para dar un descanso a las mulas antes de continuar el difícil viaje. El clima de Salento es suave y sano y las noches son frescas.  El poblado, que se encuentra a dos mil metros sobre el nivel del mar, tiene una iglesia y cerca de 600 habitantes. Ante la llamada cárcel estaban sentados los señores presos, jugando naipe con su guardián y calentándose, bebiendo aguardiente.  En el estrecho valle de la quebrada del Quindío, las parcelas trepan hasta muy arriba, donde el antioqueño cultiva trigo y papa.  Desde la plaza se domina hacia el norte la cordillera hasta muy lejos: El Quindío, el Morrogacho que cae casi verticalmente y el Páramo de Santa Rosa.  El pueblo esta cercado por todas partes de bosques que tienen un raro sombrío provocado por las blanquizcas hojas de los numerosos yarumos.  Más allá se Salento empieza el verdadero camino del Quindío.  La subida es muy pendiente. Ya sobre este lado se ven muchas de las delgadas palmas de cera (Ceroxylon andicola), que forman en la vertiente oriental y especialmente cerca de Tochecito y Cruces verdaderos bosques. La producción de cera ha disminuido considerablemente en comparación con los años pasados, pero desde hace algún tiempo se busca con éxito la cascara de quina en los bosques del Quindío.

El 26 de febrero, cerca de las 11 de la mañana, llegamos al paso del Quindío (3.420 metros). No es de todo exacto denominarlo páramo porque la todavía exuberante vegetación no tiene aquí características de la que presenta El Aguacatal, El Ruiz, El Páramo de Petacas y aun la Cordillera Oriental; sobre todo no puede encontrar una mínima huella de frailejón (Espeletia frailejón o grandiflora). Ahora el camino se puso tan malo y difícil que nos obligó a andar grandes trayectos a pie. Hasta Toche se pasa por una selva cerrada y sin claros, donde solamente encontramos dos ranchos muy pobres (las Cruces) que ofrecen al viajero una posada primitiva.  En la quebrada Tochecito se trabajó antes una mina de oro, que ya hace años está abandonada. Cerca de Toche (2300metros) un pantano muy peligroso ocupa el estrecho valle de la quebrada del mismo nombre, obligando al viajero a montar un trayecto por la misma quebrada. Debido al descuido de los arrieros, algunos de mis animales de carga penetraron al pantano, y con mucho trabajo y pérdida de una hora los sacamos de ahí.  Desde aquí el camino va paralelo con a la quebrada Toche, o también Coello, sobre la vertiente sur de la cordillera que divide las aguas de los ríos Combeima y Coello.  Aquí se encuentra en una altura de 2110 metros la fuente termal de Agua Caliente, que corre hacia el Toche. Aumentan los cultivos y en el bosque ya hay claros más grandes. Una vez más todavía se sube a una considerable altura (2610 metros) para luego bajar ininterrumpidamente hacia el valle del rio Combeima al cual cruza un puente de hierro cerca de Ibagué.

Ibagué (1.300 metros) con ocho o diez mil habitantes, es la ciudad más grande del Estado. Ubicada en una región fértil y cultivada, la ciudad goza de una situación económica acomodada y sólida, y se distingue muy ventajosamente de las ciudades del Cauca por sus casas limpias y sus calles y plazas bien cuidadas.  Aquí se encuentra las escuelas normales del Estado del Tolima para la formación de maestros y maestras, y en ellas trabajan durante algún tiempo muy fructuosamente profesores alemanes.

Pero una posada no tenía Ibagué, y nos costó mucho trabajo encontrar al fin una casa desocupada que nos sirviera como tal. El comercio es de no poca importancia. Las mercancías europeas se traen casi todas de Bogotá, y la importación semanal de paños de algodón y lana se calcula en 1.200 bultos (de 75 kilos). Ibagué también tiene relaciones con Honda.

Después de una permanencia de varios días continuamos nuestro viaje a través del llano monótono y cas sin árboles; en Guatiquí cruzamos el crecido Magdalena y el 2 de marzo llegamos a Bogotá.


[1] Schenck, Friedrich Von. Viajes por Antioquia en el año de 1880.  Banco de la República. Colecciones: Viajes, Albumes y Guías Turísticas. 1953