sábado, 18 de enero de 2025

EL CONGRESO ADMIRABLE (1830) DESARMO EL SUEÑO DE LA GRAN COLOMBIA.

 

SIMÓN BOLÍVAR REGRESÓ DE LA CAMPAÑA DEL SUR A ESTABLECER EL CONGRESO ADMIRABLE (1830).



Enfermo, criticado, acusado de tirano y dictador, persuadido de haber arado en al mar, deprimido por el intento de su asesinato en septiembre de 1828, salió hacia Sur, en donde con el mariscal Sucre emprendieron la liberación de Ecuador, Perú y Bolivia.

El 23 de septiembre de 1829, terminada la guerra y firmada la paz definitiva con el Perú, Bolívar viajó a Quito a donde llegó el 20 de octubre del mismo año, y el 25 de octubre partió rumbo a Bogotá, con la intención de consolidar su sueño, de la Gran Colombia, en el desarrollo del Congreso Admirable, que se realizó a partir del enero  20 de 1830, evento en el que sueño se diluyó a causa de sus oposición de sus adversarios políticos el asesinato de Sucre, asesinado mientras viajaba entre Bogotá y Quito, cerca de Pasto, el 4 de junio de 1830, y quien fuera su postulado para gobernar la fallida gran nación, sueño que al final se desmembró en tres países.

ITINERARIO DE SU REGRESO.



Resuelto a separarse definitivamente del mando, partió de Quito, en octubre 25 de 1829 y llega a Bogotá, el 15 de enero de 1830 (79 días de viaje).

Su itinerario trascurrió por Ibarra, Pasto y Popayán, en donde permaneció 25 días reposando de sus achaques de salud y activar su correspondencia. Prosigue para el Valle del Cauca, y el 18 de diciembre, un año antes de su fallecimiento, llega a la hacienda de Japio, propiedad de los Arboleada.  En este lugar, como un gesto de amistad, el libertador le regala a su amigo Arboleda Arroyo la espada utilizada en la campaña del sur de Colombia del año 1822, y a su cónyuge Matilde, el anillo de compromiso con su esposa María Teresa, valiosa joya que hoy se encuentra en el Museo Nacional de Colombia.  El 21 de diciembre partió de Japio, llegando a Cali el 23.

EL LIBERTADOR VISITA POR SEGUNDA Y ÚLTIMA VEZ A CALI, EN DICIEMBRE DE 1829[1]


Fechas del  última marcha del Libertador por territorio caucano rumbo a Bogota para la apertura del Congreso Admirable.

Diciembre 17- Pasa por Quilichao, y llegó a Japio, donde permanece hasta el el 22.

Diciembre 22- Pasa por Jamundí y llega a Cali, donde permanece hasta el 25.

Diciembre 24- Bolívar firma un decreto ratificando a Buenaventura como puerto franco y ciudad libre, y ordena abrir con urgencia un camino de herradura desde este puerto hasta Cali. Pasa su última Navidad en Cali.

Diciembre 25- Sale de Cali y llega a la hacienda de Mulaló (alrededores de Yumbo), en donde, según la leyenda, en una estadía anterior se alojó y el dueño de la hacienda le puso a disposición las esclavas más lindas, y con una de ellas, de nombre Ana Cleofe Cuero, producto de esa relación, concibió una hija del libertador, y que Bolívar ordena su bautizo la capilla San Antonio de Padua, con el nombre de Manuela Josefa Bolívar Cuero.

Diciembre 26- Pasa por el Cerrito y Guacarí y llega a Buga. Escribe a Páez, quejándose por los pasquines que circulaban en su contra su reputación, y a José María del Castillo, presidente del Consejo de Ministros, le anuncia su renuncia a la presidencia “para siempre". Aquí, escribe una carta a Páez, quejándose por los pasquines que circulaban en contra de su reputación. Otra misiva a José María del Castillo Rada, informándole sobre la decisión de marchar a la capital a presentar su renuncia de la presidencia para siempre.  Informa que llegará antes del 15 de enero, en cuyo día el señor doctor José María Castillo Rada, procederá a instalar el congreso. Igualmente, al General Rafael Urdaneta, manifestándole su decisión de renunciar al cargo, pero con las ideas conciliadoras a fin de mantener La Gran Colombia. También le manifiesta, que ha ordenado la marcha por la montaña del Quindío con rumbo a Bogotá, de tres cuerpos militares y el batallón de Tiradores de Occidente. El 28 de diciembre de 1830. 

Diciembre 27- continua de Buga, con rumbo a Cartago, pasando por Tuluá.

Diciembre 28- Pasa por Bugalagrande y  La Victoria, llega a Cartago a las 7 de la noche, y permanece hasta el 4 de Enero de 1830.

A Cartago arribó acompañado por una comitiva, conformada por generales y oficiales de las campañas libertarias, quienes organizaron una cabalgata, ofrenda floral y un baile en su honor, preparado por don Francisco María de Cerezo. Se hospedó en la casa del general Pedro Murgueitio, siempre escoltado por general José María Obando quien lo acompaña desde Pasto.

Agotado, de poco ánimo, triste de oír a la gente vociferar en su largo recorrido desde Guayaquil, Quito, Ibarra, Pasto, Popayán, Cali, Buga y Cartago, “muerte al tirano”, oír a la gente vociferar “muerte al tirano”, admite el rechazo de la pretendida monarquía y pasa su último año nuevo en Cartago. 

En enero 2 de 1830, le escribe a Urdaneta: “La Nueva Granada no nos quiere y Venezuela no quiere obedecer a Bogotá, yo me iré del país, sin llevar un peso con que vivir, pero prefiero pedir limosna en un país extraño, a ser espectador de tantos horrores como nos esperan … Yo sigo pasado mañana mi marcha por el Quindío y llegaré a Bogotá el 12 en adelante.”

El 3 de enero, Bolívar se entrevistó con Salvador Córdova, hermano de José María Córdova, y en una conmovedora carta, le solicitando el indulto para él y su cuñado Manuel Antonio Jaramillo. Bolívar les concede la amnistía y elogia la confesión de solidaridad de Salvador con su hermano. Bolívar escribe una carta a José María del Castillo y Rada, Presidente del Consejo de Ministros donde le dice: “Mi estimado amigo, ayer he recibido la horrible noticia que ha venido de Venezuela; más por el modo que en la esencia esto puede tener resultados muy fatales y capaces de disolver la República”. “La infamia de mi país nativo me recuerda los crímenes de Atenas; y esto, unido a los desastres que temo me despedazarán el corazón”.

Ene 4 de 1830.  Por la mañana, Bolívar sale con destino a Bogotá por el Camino del Quindío. Un grupo de damas y caballeros le acompaña en su recorrido hasta San Sebastián de la Balsa (Alcalá).

Ene 5 De 1830 Bolívar pernocta en el punto de Boquía, hoy jurisdicción de Salento Quindío.

Ene 15 de 1830. Bolívar llega a Bogotá.

 

LA ULTIMA PROCLANA DEL LIBERTADOR SIMON BOLÍVAR A LOS COLONBIANOS

“Colombianos:

Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la libertad, donde reinaba antes la tiranía. He trabajada con desinterés, abandonando mi fortuna y aún mi tranquilidad.

 

Me separe del mando, Cuando me persuadí que desconfiabais de mi desprendimiento. Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad , y hollaron lo que me es más sagrado; mi reputación y amor a la libertad. He sido victima de mis perseguidores que me han  conducido a las puerTas del sepulcro, Yo los perdono.

Al desaparecer en medio de vosotros, mi cariño me dice que debo hacer la manifestación de mis últimos deseos. No aspiro a otra gloria que a la consolidación de Colombia. Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la unión; los pueblos obedeciendo al actual Gobierno para libertarse de la anarquía; los ministros del Santuario dirigiendo sus oraciones al cielo, y los militares empleando su espada para defender las garantías sociales.

Colombianos, mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye pala que cesen los partidos, y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro.

Hacienda de San Pedro Alejandrino, una legua distante de Santa Marta, 10 de diciembre de 1830.

BOLlVAR.”

 

Por Álvaro Hernando Camargo Bonilla

 

Fuente:   PADRE DE LA PATRIA. EL LIBERTADOR Y EL CABILDO DE CALI. COLECCION DE DOCUMENTOS HISTORICOS. 1930.  Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la Republica.



[1] PADRE DE LA PATRIA. EL LIBERTADOR Y EL CABILDO DE CALI. COLECCION DE DOCUMENTOS HISTORICOS. 1930.  Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la Republica.

jueves, 9 de enero de 2025

LA MUERTE DEL CACIQUE CALARCA.

 

LOS PIJAO DE LA SIERRA.

Mapa sobre el territorio de los indios Pijao, existente en el Archivo General de Indias, Panamá 26, fechado el 20 de junio de 1608. Datos antropológicos sobre los Pijao Manuel Lucena Salmoral

Las provincias de Otaima, Bulira, y Totorambo, adyacentes a las de Maito, Cacataima y Otaima, ubicadas en las laderas Oriental y Occidental de la montaña del Quindío, territorio rayano al camino que comunicaba de Ibagué a Cartago y Buga, constituían el territorio de los “Pijaos de la sierra”, denominados así por los cronistas españoles, montaña que establecía la frontera natural con los denominaos “Pijaos del llano”.

Habitaban lo más fragoso y recóndito de las sierras, valles y cabeceras de los ríos; terrenos rodeados por espesas selvas a los que difícilmente se podía acceder, yendo por caminos limitados por serranías, precipicios, e inhóspitas selvas, espacios que se constituyeron en localidades de guerra contra de los ibéricos, así lo expresaba Juan de Borja:  “La dicha cordillera donde habitan los indios rebeldes es la de mayor aspereza que se conoce en todas las Indias, de altísimos cerros y quebradas, con los espesísimos bosques y muebos riscos y despeñaderos de muy gran peligro, sin apacibilidad de tierra llana, con más apropiada disposición para fieras que para habitación de hombres humanos”.

EL CACIQUE CARLACÁ, GRAN GUERRERO, MOHÁN, HECHICERO Y ADIVINO.

Antes de las batallas, para augurar su resultado, en ceremonias chamánicas quemaban palo de balso, y según el color de la ceniza determinaban en atacar o no atacar. Si la ceniza daba color negro, no asaltaban, por presentir un mal pronóstico; si resultaba blanca, revelaba un buen resultado; y si se presentaba parda, indicaba un dudoso e indiferente suceso.

Los Pijao asaltan el fuerte el, más de doscientos guerreros Pijao de las Provincias de Otaima, Cacataima, Mola, Anaitoma y de Amoyá, acometieron

En el ataque, en que fue herido de muerte Calaca, la ceniza del balso apareció parda, e ignorando al presagio, con la esperanza de victoria, en alianza de Cocurga y Coyara, y más de ciento y cincuenta guerreros Pijao, bien armados, emboscados en el monte atacaron el fuerte del capitán Ospina.

ANICA, INDÍGENA ESPÍA DE LOS PIJAO.

La indígena Anica, de rostro blanco, baja estatura, flaca y de unos cincuenta años de edad, natural de Buga, acompañada de su hijo llamado Metaquí, y su yerno Imbí, que habían sido capturados el Capitán Felipe Rojas, y remitidos a Chaparral, en donde le expresaba en lengua Pijao al capitán Ospina, ser cristiana, y que la tenían prisionera los Pijaos, y buscaba amparo de los españoles para que no la matasen. A los seis o siete días de haber arribado la indígena, llegó su yerno Imbí, quien en lengua Pijao manifestaba que querría hablar con su Bota (que en su lengua quiere decir madre), Anica expresó que era su yerno, padre de Imbí, y que venía en son de paz, y que se regresaría en tres días.

Anica solicitó permiso para salir del fuerte y hablar con él. El capitán accedió a su pedido, y ordenó que la dejasen transitar libremente, con la intención de obtener información de los propósitos de Anica. Igualmente, ordenó que a prudente distancia la siguieran doce arcabuceros por lo que pudiera suceder, y que si algo extraño sucedía él daría un disparo, que sería la señal de algún azaroso suceso.

Por esos momentos un indio viejo arribo procedente de la provincia de Behuni, amigo de Cocurga llamado Coyara cacique principal de la provincia, quien fue sorprendido y sospechando los españoles de algún ardid, de inmediato lo apresó y condujo al fuerte, y allí le hicieron confesar que se habían confederado más de doscientos guerreros Pijaos de las provincias de Ptaima, Cacataima, Mola, Anaitoma y parte de la de Amoyá, para atacar el fuerte, y desarraigar de sus tierras, a los invasores que tanto daño les propinaban.

 

LA MUERTE DEL CACIQUE CALARCA.

El año de 1607 se señala como la época de la muerte del Cacique Calarcá.  Las crónicas indican que murió en medio de un combate en 1607. Otra versión épica refiere su muerte en un enfrentamiento  con el cacique  Baltasar, que traiciona la causa Pijao y se  alío con los españoles, y quien en un combate atravesó la humanidad de Calarcá con una lanza de treinta palmo, como venganza de la muerte de su hijo concebido de la unión marital con una española.

Fray Simón, refiere la muerte de cacique Calarcá a causa de un disparo de arma de fuego disparado por el capitán Diego de Ospina y Medinilla en una incursión de Calarcá y sus guerreros a un palenque defendido por Ospina en la cordillera del Quindío.

Aproximadamente a las nueve de la mañana, Anica pidió permiso para salir, llevando dos calabazos, simulando que iba por agua, estratagema que sirvió para informarle a los indígenas emboscados, el eminente triunfo en el ataque, dado los pocos soldados españoles que custodiaban y el decaimiento del Gobernador, que padecía de fiebres, motivación que aprovecharon los indígenas para embestir al fuerte.

Aproximadamente a las diez de la mañana, estando los ibéricos sosegados a la hora del desayuno, pues pensaban que los ataques Pijao se acometían de ordinario al comenzar la madrugada, o por la tarde; Anica, le había informado a Calarcá y sus guerreros, que a esa hora desatendían la guardia de la puerta del fuerte por estar solazados fumando tabaco, tal situación fue aprovechada para  arremeter apresuradamente, en ese instante solo se alcanzó a oír la advertencia de un indio de servicio español que advirtió del ataque, y gritaba: señores, ¡Pijaos! señores, ¡Pijaos!.  No fue suficiente la advertencia, y los indígenas entraron por la puerta del fuete, que la constituía un hueco angosto en que sólo cabía una persona de lado, y que atrancaban con un rollizo madero que alzaban cuando se había de entrar. Cuando trataron de defenderse los españoles, ya estaban adentro del fuerte, Carlacá, Cocurga, y Coyara y otros guerreros que entraron trepando el cercado del fuerte y se enfrentaron con cuatro soldados que fueron sometidos

El ataque fue comandado y encabezado por Calarcá, Cogurga, Coyara, y otros indígenas que traspasaron la fortificación, trepando por la empalizada. Calarcá llevaba su rostro decorado con rayas pintadas de rojo y amarillo, penetró por el costado izquierdo del fuerte, topando en un rancho a un soldado enfermo, de nombre Francisco de Guevara, a quien Calarcá de propinó dos o tres lanzazos. Otro indio que entró con Calarcá intento prender fuego a la habitación del gobernador, tetra que no tuvo efecto, pues el gobernador se encontraba alerta con su pistola que tenía cargada y colocada debajo de la almohada de su cama, la tomó, y mientras la preparaba para disparar, le volvieron a arrojar otros dos lanzazos. Cuando Calarcá intentaba propinarle otros lances, el Gobernador accionó la pistola la cual no dio fuego por haberse derramado la pólvora. Un negro esclavo de nombre Juan Bioho, salvó de la muerte al gobernador Ospina, al interponerse entre el indígena y el gobernador; razón por la cual no pudo Calarcá ultimar al Gobernador. Calarcá, viendo cerca de si al negro y que iba a socorrer al gobernador, le dio tal empellón que le hizo volver algunos pasos atrás, y Coyara le propinó un lanzazo, que le pasó el brazo derecho sobre la muñeca.

El enfrentamiento del negro y Calarcá, fue aprovechado por el gobernador para cargar de nuevo su pistola, la que disparó al tiempo que se preparaba Calarcá para tirarle otro lanzazo.

Un balazo de cuatro municiones engrasadas con cebo de tocino de cerdo, dio en el pecho de Calarcá, quien, herido de muerte, cayó a tierra herido y aturdido por el balazo, en esta situación, fue auxiliado por Coyara, que, arrastrándose, salieron era del rancho, y del palenque, siendo socorridos por los demás indios.

El suceso de Calarcá con el Gobernador desmotivo a los guerreros Pijao que atacaban el fuerte, procedieron a hurtar lo que más podían, como la ropa de los soldados, que estaba tendida secándose al sol, y otras cosas más que se encontraban en los bohíos. Cargado cada cual con la que pudieron arrebatar, procurando salvar sus vidas, huyeron trepando la empalizada del fuerte.  Una vez afuera, sin persecución de ningún español, se llevaron cargado en hombros a Calarcá que todavía con algunos alientos, volvió a su tierra en donde posteriormente a causa del daño que le hizo el disparo del Gobernador, murió al quinto día. Se dice que se ordenó a los indígenas tener oculta la noticia de su muerte, secreto que estuvo oculto por más de dos meses enteros. Dicen que cuando iba a entrar en el fuerte tropezó, y quedo teniendo en el suelo esto por mal agüero, y manifestó a sus compañeros, que no había entrado por hallarse ya en la puerta, de lo contrario no hubiera ingresado.

 Por: Álvaro H. Camargo Bonilla

Bibliografía:

Pedro Simón. Las conquistas de Tierra firme en las indias Occidentales. Tomo V. Tercera parte. 7ª. Noticia. Capítulo XLI., XLII. Págs. 288 a 295. Casa Editorial de Medardo Rivas. Bogotá. 1892.