LA BATALLA DEL PIENTA.
APUNTES DE LOS HECHOS OCURRIDOS EL 4 DE AGOSTO DE 1819 EN CHARALA.
Ilustración 1-Puente
sobre el río Pienta, 1885
Tres
días previos a la Batalla de Boyacá, el 4 de agosto de 1819, ocurrió en Charalá
Santander un enfrentamiento entre campesinos y tropas españolas, que se conoce
como la batalla de Pienta. Más que una confrontación militar, fue una masacre
perpetrada por los españoles contra la población civil.
Los
habitantes de la provincia del Socorro, al enterarse de que Bolívar había
pasado el Páramo de Pisba, organizaron una guerrilla de aproximadamente mil
hombres, provistos de caballos y armas rudimentarias, mino con el propósito de
unirse y apoyar la lucha libertaria. El general español José María Barreiro al
darse cuenta de esta sublevación, desplazo la guarnición que tenía en Socorro a
Charalá, donde ocasionaron una masacre contra la población civil.
El
texto denominado: Peregrinación de Alpha por las provincias del norte de la nueva granada
(1850-1851), de Manuel Ancizar, registra el relato de Ramón Santos, que por la
época ejercía como de Alcalde de la villa de Charalá, además, las versiones de
Idelfonso Hurtado, Agustín Erillo, Nicolás Chacón y otros que coinciden con el
primero, en el sentido que fue imposible que las fuerza que tomaron a Charalá
el 4 de agosto de 1819, fueran los residuos del ejército de Barreiro vencidos
en Boyacá el siete de agosto del mismo año por las fuerzas patriotas que
combatieron en aquel campo a la orden de Bolívar. Indica el texto que los asesinatos y saqueos
de Charalá, habían sido anteriores a la derrota de Barreiro en Boyacá, lo que
hacía imposible que la masacre referida fuera perpetrada por los vencidos en el
Puente de Boyacá, ya que la batalla sucedió tres días después.
Relata
la historia que el General español Lucas González, Gobernador de la provincia
del Socorro, enterado de que las fuerzas del libertador habían vencido a los
españoles en los llanos de Casanare, emprende marcha con rumbo a Bogotá, en búsqueda
de las fuerzas patriotas que quedaban por combatir en la provincia. Gonzales,
reunió un ejército de poco más o menos trescientos hombres y recorrió la
provincia, hasta que recibió orden del Virrey, para que marchara para Boyacá en
auxilio de Barreiro.
Entre
tanto el Coronel Antonio Morales (luego General) había llegado a este pueblo,
comisionado por el Libertador para formar y disciplinar cuerpos militares, que ayudaran
a las expediciones patriotas. Estando situado en Oiba, el General español
González, en su marcha a Boyacá, supo de la llegada y parada que había hecho Morales
en este pueblo, Gonzales y la fuerza que comandaba, asediadas y hostigadas por los
pobladores, que se mostraban en contra de la dominación española, sin duda
alguna, le motivaron y obligaron a abandonar el camino que llevaba para Boyacá,
eligiendo ir a combatir a Morales y pacificar a los habitantes de Charalá, la
que sitió, ocupó y saqueó por tres días. Los soldados, como decía el dicho, no
dejaran estaca en pared, destruyeron por completo el pueblo. Al mismo tiempo, decapitaron
de 200 a 300 personas; violaron y asesinaron dentro de la iglesia a Helena Santos,
hermana de Antonia Santos.
La
fama de tan terrible y espantosa catástrofe, originó desplazamiento, pobreza y atraso
en Charalá, que, con sus riquezas y emprendedores habitantes, había sido uno de
los pueblos más distinguidos de la Nueva Granada, y de los primeros de la
provincia del Socorro.
Con
curiosidad aluden los narradores, por qué Morales no intentó la defensa de Charalá
y evitar la entrada de las fuerzas de González, y el resultado de las tristes
consecuencias que le siguieron, y de los mismos informes se pone en
conocimiento que no faltó patriotismo ni valor a los habitantes de aquella época,
puesto que, más de dos mil hombres estaban dispuestos para hacer la defensa de
su pueblo, aunque a la verdad sin la pericia militar y mal armados, pero
resuelto a
morir
defendiéndose, aunque fuera a piedra, palo o pescozones. Este sentimiento entusiasmaba
a los vecinos, por cuanto estaban comandados por un Jefe de confianza, como lo
era el Coronel Morales; pero a este, según se aseveraba, le faltaron el valor y
patriotismo; le faltó valor, porque se intimidó a la vista de las fuerzas de
González, que a la verdad se componían de hombres disciplinados y armados. En
cambio, los Charaleños, una guerrilla numerosa, algo disciplinada en la milicia,
aunque numerosos y resueltos, estaban mal armados; tenían cerca de cien fusiles,
varias lanzas, palos y otros instrumentos que su entusiasmo les había hecho
inventar, aparte de la fuerte e impugnable defensa de sus ríos y trincheras que
se habían construido en los puntos de
entrada y sus puentes, puntos que se habían podido defender con un pequeño
número de hombres, como sucedió en 1841, en que la guardia que custodiaba el
puente del rio Pienta, rechazó y derrotó más de 100 hombres, por orden del
Gobierno y encabezados por José María Tavera, marchaban a combatir la guerrilla
que dirigía el antiguo guerrillero Miguel Dulcei. Les faltó patriotismo,
porque, decían, que prefirió huir, salvando a su pretendida y dejando en desamparo
y sin salvación al pueblo y de haber sacrificado a los valientes combatientes,
que sin orden ni auxilio de su Jefe atacaban denodadamente, impidiendo el paso
de las fuerzas de González, quienes fueron derrotados oprobiosamente. Tal fue
la ferocidad de sus voraces enemigos, que se asegura que, en el mismo templo,
fueron degolladas varias personas, entre otras, la bella y virtuosa joven Elena
Santos, a quien después de su muerte estupro un soldado.
En
fin, Charalá ha sido teatro no solamente de los desastres de la guerra de la
Independencia, sino que también escenas de las posteriores guerras civiles. En
la confrontación del año de 1840, , Charalá se vio comprometida y muchos de sus
hijos sostuvieron guerrillas contra. la fuerza de lo dominantes del país, a
costa de los pudientes y de los sacrificios de los pobres, que expusieron sus
vidas valerosamente, antes que consentir que una nueva tiranía los dominara;
pero al fin, perdida toda esperanza y recurso, le pareció prudente al cabecilla
Miguel Dulcei hacer una honrosa retirada y disolver su gente, habiendo recibido
del general Mosquera algún auxilio y garantía de preservar su vida. Así terminó
una lucha de partidos, que acabó de arruinar a este pueblo.
Álvaro
Hernando Camargo Bonilla.
Fuente:
Peregrinación de ALPHA, (M. Ancizar). Por las provincias del norte de la Nueva
Granada, en 1850 y 51. CATALOGACIÓN. BOGOTÁ. INPRENTA DE ECHEVERRIA HERMANOS.
1853