EL CAMINO, SU VOLCÁN Y
LOS VIANDATES.
Hay en ella un volcán de humo que respira en la gran
sierra bien conocida por sus laderas nombradas de Toche, en que, por una
barandilla de piedra, que los españoles han labrado en ellas, se hace tránsito
de Ibagué a Quimbaya; de esta sierra bajan muchos arroyos que riegan y
fertilizan la provincia, y por los más de ellos hay fabricados puentes de
guaduas que facilitan el poso, aunque asustan con los columpios.
SU VISIÓN COSMOGONICA.
La
armónica relación de los indígenas con su entorno natural, especialmente el de las
montañas y volcanes, les llevaba a justificar y explicar su enigmático origen, a
través de representaciones y elucidaciones de origen divino, considerándolos como
sitios donde moraban sus dioses protectores, por consiguiente, les correspondía
celar e idolatrar a través de cultos ceremoniales.
“En cercanías del
Volcán Cerro Machín vivía un mohán[1]
que se aprovechaba de todas las doncellas de la región, pero un día una de
ellas, la princesa Dulima se organizó con sus amigas y engañaron al mohán
emborrachándolo y metiéndolo en una cueva; luego de encerrarlo, taparon la
entrada con grandes piedras para que no pudiera escapar. Cuando el mohán
despertó de su borrachera, al no poder salir, hizo temblar el suelo produciendo
grandes ruidos y haciendo salir fuego y azufre por la boca de la cueva”.[2]
Según los arrieros, el
duende es una aparición de apariencia humana, de un metro de altura, lleva
sombrero alón con que cubre el pelo largo como crin de caballo, nariz puntiaguda
y los ojos bien adentro para esconder la mirada y que hace infinidades de
maldades y dificultades a las personas.
A los viandantes les extraviaba
de rumbo, cuando se disponían a reanudar su marcha (les ocultaba las mulas, que
aparecían alejadas, anudadas sus crines y cola en forma de trenzas, difíciles
de desatar), aparejos, herramientas, sombreros y hasta las cotizas.
Lucas Fernández de Piedrahita,
describe su ubicación en la provincia de Quimbaya, situada entre las ciudades
de Ibagué y Santa Ana de Anserma, sitio que relata así: “Su temperamento ni es frio ni cálido, pero tan favorable a los españoles,
que en él se conservan muchos años libres de enfermedades. Hay en ella un
volcán de humo, que respira en la gran sierra bien conocida por sus laderas
nombradas de Toche en que por una barandilla de piedra que los españoles han
labrado se hace tránsito de Ibagué a Quimbaya”.
VISIÓN GEOLOGICA.
El volcán cerro Machín, se ubica en
el corregimiento de Toche, jurisdicción de Ibagué Tolima, en la ladera oriental de
la cordillera central, a una altura de 2.750 (Latitud Norte de 4°, 29´, y 75°,
22´de Longitud Oeste), su cráter contiene tres domos, y mide 2.4 km de diámetro
aproximadamente.
Es un volcán tipificado como somma
o pliniano, que lo personifica como uno de los volcanes más peligroso del
planeta.
Actualmente activo en estado de
reposo, su última erupción se calcula que sucedió en el año 1200. Actualmente se evidencia su presencia en sus
fumarolas, aguas termales y micro-sismicidad permanente que ocurren en sus dos
domos ubicados en los alrededores de su cráter.
El Machín presenta en su interior
una explanada en forma de media luna, ocupada parcialmente, hasta hace unos 10
años, por una laguna (actualmente es un pantano en desecación). El ciclo en
eventos eruptivos es aproximadamente cada 800 años y se caracterizan por ser de
gran explosividad y abundancia de flujos piroclástico, siendo la parte más
afectada la cuenca del rio Coello.
En caso de erupción, el material arrojado por el volcán alcanzaría entre 20 y 40 kilómetros de altura, llegando a ser visto incluso en Bogotá. Los materiales También bajarían por sus laderas materiales calientes que represaría afluentes y ocasionaría una gran avalancha en el río Coello, afluente del río Magdalena. Podría llegar a afectar a cerca de un millón de personas en los departamentos de Tolima, Valle del Cauca, Quindío, Risaralda y Cundinamarca.
TRADICIÓN HISTORICA.
El cronista Piedrahita describe la
existencia de una barandilla labrada en estrato rocoso que halla al inicio de
la subida al Alto de San Juan, inmediata a la confluencia de la quebrada Machín
y el rio San Juan, sobre la huella del antiguo camino.
Antiguamente el volcán se conoció
con el nombre: “Cerro del Humo”. Después, el señor Pastor Ospina, Gobernador de
la Provincia de Mariquita, en una visita de inspección a las obras del camino
del Quindío, en el año 1843, le dio el nombre de: “El Pijao”.
En su acercamiento a la cima, narra
que subió a su cúpula en compañía de otras personas, con el objeto de observar los
fenómenos que allí se daban y divisar desde allí a los terrenos colindantes y calcular
la más conveniente dirección del camino.
Calculó la altura del domo volcánico
en 500 varas; narró la forma del cráter y la cobertura de la cima de bosques
antiguos; las zonas de las fumarolas, desprovistas de follajes, revelando la capa
rocosa circundante, cubierta de pajonales.
Se mostraba la existencia de
varias fumarolas de elevadas temperaturas. La principal, y la que arrojaba la
mayor columna de humo se podía mirar desde la base del cono volcánico;
presentaba una boca estrecha de donde salía con violencia y ruido una corriente
de vapor de agua que empapaba los objetos que se ponían en contacto los vapores
de las fumarolas. Ni por un instante era posible mantener la mano en la boca de
la grieta sin quemarse. El terreno colindante presentaba una consistencia arcillosa
de rocas reblandecidas que quemaba al contacto, de manera que solo se podía
andar rápidamente sobre los sedimentos rocosos.
Esas rocas, así como las que
constituían la base del camino desde la quebrada Machín, que entra al rio San
Juan por el occidente del volcán y hasta la quebrada de agua caliente, que limita
por el oriente, pertenecen a las emisiones volcánicas, según los fundamentos de
las teorías geológicas. Este tipo de rocas se encuentran por las orillas el río
San Juan arriba, en cuyas inmediaciones, hay además altas montículos de cenizas
volcánicas.
Escribe sobre la presencia de
rocas calcáreas, que cubrían casi toda la vega del rio por donde pasa el
camino. Rocas formadas por las fuentes gaseosas contenidas en las vegas del San
Juan, algunas de las cuales son termales; las más notables de estas por su alta
temperatura se hallan al oriente del volcán a la orilla de la quebrada de agua
caliente.
Las formaciones geológicas fueron
muy ventajosas para consolidar el camino, principalmente en algunos puntos en
que la roca se presentaba fragmentada y pequeña, formando una especie de grava que
hacia fácil su tránsito. El camino se construyó
sobre estas formaciones, lo que hacía que la senda no fuera muy resbaladiza, ni
de profundos desfiladeros.
Deduce de las crónicas que los
Quimbaya se extendían hasta el rio San Juan, suposición relacionada de los
vestigios hallados como los numerosos sepulcros levantados cada uno con seis
lozas de esquito micáceo, exactamente ajustados y de forma rectangular. Esto no
se observa al oriente y al sur de aquel rio donde habitaban los Pijaos,
belicosa nación que tanto dificultó a los conquistadores; indígenas errantes y
más guerreros que los Quimbaya.
Hasta el tiempo de la conquista no había comunicación por dicho rio de valle del Magdalena al del Cauca. Según la crónica de Piedrahita con el camino del Quindío se esquivó el que antes se hacía por las sendas escabrosas de peñascos y paramos, como lo fue el antiguo camino que partía de
Valdesina, hoy Toche, se ubicó en
los regadíos del río Tochecito y las del San Juan, terrenos muy fértiles, al
igual que sus laderas y altiplanicies adyacentes.
Esta fertilidad se probó en el
año de 1843, haciendo abrir grandes rosas para la siembra de maíz, arracacha,
yuca y otras plantas cuya producción se utilizó en la alimentación de los presidiarios
y de los nuevos pobladores de Toche y sus alrededores, que por su situación,
fertilidad y clima templado fue el indicado para ser el sitio de la nueva
población.
MAGICO ATRACTIVO.
Además de su condición volcánica,
fuentes termales y el recorrido fascinante al interior de su cráter, impresiona
la variada actividad agropecuaria que presenta en sus laderas a la vista del visítate,
cual colcha de retazos de las abuelas, aspecto derivado por la variedad de sus sembradíos,
atractivo paisaje limitado por los esplendentes y grandiosos rodales de palmas
de cera (árbol nacional).
Como no observar los vestigios precolombinos de origen lítico, como bateas de pilar maíz, que prueba que los indígenas Pijaos habitaron las vecindades del cráter del volcán. Asimismo, los cercados de piedra de origen volcánico, construidos por los colonizadores en los terrenos de la estructura volcánica.
Fuente: Gaceta de la República de la Nueva Granada. BOGOTA, DOMINGO 7 DE MAYO de 1843. Número. 618.
Ibagué 15 de abril de 1843,
informe del Gobernador de la Provincia de Mariquita, señor Pastor Ospina, al
señor Secretario de gobierno del Interior y Relaciones Exteriores, relacionado
con el adelanto de la composición del camino del Quindío.
Ibagué 25 de abril de 1843.
Álvaro Hernando
Camargo.