sábado, 24 de noviembre de 2012

LA GUACA DE FACHADAS


Filandia  hace parte de estas leyendas de “tesoros encantados”.  En la vereda Fachadas, paraje de “la guaca”, territorio antiguamente habitado por los Quimbaya, relata la leyenda que se encuentra un  tesoro encantado y que pese a las persistentes búsquedas, no lo  han  podido  descubrir.


Por los años ochentas del siglo XX, hechizado por la práctica guaquera y esperanzado en un golpe de suerte al obtener el tesoro encantado de Fachadas, pereció el señor Eduardo Suaza, en su intento de  profanar el sepulcro indígena.
Cuentan que el señor Suaza descendió a la  Guaca por una estrecha boca del túnel de entrada a la guaca, siguió por este,  encontrando una serie de amplios salones conectados por estrechos pasadizos. Prosiguió hipnotizado su búsqueda sin ningún equipo de protección, solo lo acompañaba la luz de una esperma, llama que le ayudo a consumir el poco oxigeno disponible y que al faltarle, le negó el resuello y al sentirse ahogado intentó buscar la salida, pero no la logró.

Los compañeros de aventura gritaban a viva voz el nombre de Eduardo, esperanzados en obtener respuesta, pero resultaron infructuosos sus intentos, razón por la cual entraron en pánico y no quisieron entrar tras el rastro de su compañero por físico miedo. Rápidamente demandaron  la ayuda del Cuerpo de Bomberos de Filandia y Montenegro, quienes acudieron al lugar para tratar de rescatar al guaquero.

Uno de los bomberos se introdujo  a la guaca a rescatar al buscador de guacas y corrió la misma suerte de Suaza.  La situación se complico, el suceso trascendió la comarca y el acontecimiento paso a ser noticia nacional e internacional.

Llegó  un gentío  procedentes de muchas partes, como: de Brasil, Estados Unidos, Canadá, Panamá, Venezuela,  que atraídos por la fiebre del oro, mas que por el rescate del guaquero, vinieron con  aparatos sofisticados y modernos a intentar  sacar el tesoro.
La fiebre del oro pudo más que el deseo de rescatar el cuerpo inerte del guaquero. Solo trascurridos 21 días de haber acaecido el evento, rescataron el cuerpo de Eduardo  Suaza, salvado por un bombero de Filandia apodado “pezuña”, cuyo apellido era Castañeda.

Suaza fue rescatado completamente empantanado y en estado pútrido, su cuerpo presentaba una coloración  verde a causa del prolongado tiempo de permanencia en la guaca y los rigores de la humedad, fue conducido en el carro del cuerpo de bomberos a la morgue ubicada en el cementerio de Filandia para la respectiva necropsia.

El sitio se convirtió en lugar de romería. Enjambre de curiosos y guaqueros  contagiados por la fiebre de los tesoros que con las precauciones del caso han logrado acceder a la  caverna, pero han tenido que desistir del intento al momento de alcanzar  el quinto salón de la guaca. 

La razón,  es que se les apagan las linternas y se atoraran los tanques de oxigeno que llevaban en sus espaldas en las paredes de la caverna.  Cuentan que es un tesoro encantado porque nadie lo ha logrado sacar.