Filandia
hace parte de estas leyendas de “tesoros encantados”. En la vereda Fachadas, paraje de “la guaca”, territorio antiguamente
habitado por los Quimbaya, relata la leyenda que se encuentra un
tesoro encantado y que pese a las persistentes búsquedas, no lo han
podido descubrir.
Por los años ochentas del siglo XX, hechizado por la práctica guaquera y esperanzado en un golpe de suerte al obtener el tesoro encantado de Fachadas, pereció el señor Eduardo Suaza, en su intento de profanar el sepulcro indígena.
Cuentan que el señor Suaza descendió a
la Guaca por una estrecha boca del túnel
de entrada a la guaca, siguió por este, encontrando
una serie de amplios salones conectados por estrechos pasadizos. Prosiguió hipnotizado
su búsqueda sin ningún equipo de protección, solo lo acompañaba la luz de una
esperma, llama que le ayudo a consumir el poco oxigeno disponible y que al
faltarle, le negó el resuello y al sentirse ahogado intentó buscar la salida, pero
no la logró.
Los compañeros de aventura gritaban a
viva voz el nombre de Eduardo, esperanzados en obtener respuesta, pero
resultaron infructuosos sus intentos, razón por la cual entraron en pánico y no
quisieron entrar tras el rastro de su compañero por físico miedo. Rápidamente demandaron
la ayuda del Cuerpo de Bomberos de
Filandia y Montenegro, quienes acudieron al lugar para tratar de rescatar al
guaquero.
Uno de los bomberos se introdujo a la guaca a rescatar al buscador de guacas y
corrió la misma suerte de Suaza. La
situación se complico, el suceso trascendió la comarca y el acontecimiento paso
a ser noticia nacional e internacional.
Llegó
un gentío procedentes de muchas
partes, como: de Brasil, Estados Unidos, Canadá, Panamá, Venezuela, que atraídos por la fiebre del oro, mas que
por el rescate del guaquero, vinieron con
aparatos sofisticados y modernos a intentar sacar el tesoro.
La fiebre del oro pudo más que el deseo de
rescatar el cuerpo inerte del guaquero. Solo trascurridos 21 días de haber
acaecido el evento, rescataron el cuerpo de Eduardo Suaza, salvado por un bombero de Filandia
apodado “pezuña”, cuyo apellido era Castañeda.
Suaza fue rescatado completamente empantanado
y en estado pútrido, su cuerpo presentaba una coloración verde a causa del prolongado tiempo de
permanencia en la guaca y los rigores de la humedad, fue conducido en el carro
del cuerpo de bomberos a la morgue ubicada en el cementerio de Filandia para la
respectiva necropsia.
El sitio se convirtió en lugar de romería.
Enjambre de curiosos y guaqueros contagiados por la fiebre de los tesoros que con
las precauciones del caso han logrado acceder a la caverna, pero han tenido que desistir del
intento al momento de alcanzar el quinto
salón de la guaca.
La razón,
es que se les apagan las linternas y se atoraran los tanques de oxigeno
que llevaban en sus espaldas en las paredes de la caverna. Cuentan que es un tesoro encantado porque nadie
lo ha logrado sacar.