El 16 de noviembre, a las seis y cuarto de la noche y
durante 8 minutos, cuando los bogotanos se aprestaban a pasar la noche en sus aposentos, fueron sorprendidos
por un fuerte terremoto. Atribulados, los parroquianos salían a la calle, se hincaban y oraban: “santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal, líbranos de todo mal”.
Mientras la tierra temblaba, los
únicos que estuvieron aplacibles fueron los animales. Las mulas y caballos continuaron pastando,
los perros dormían sin asustarse ante el suceso, y hasta un gato, aprovecho
para robarse de la cocina un trozo de carne que estaba destinado para la
preparación de la cena esa noche.
El 25 de noviembre de 1827, el correo
procedente del sur informaba que el temblor había sido bastante fuerte en Ibagué,
Cartago, Buga y Popayán. En Cartago se sentían
detonaciones como si se tratara de disparos de cañón.
A continuación
la trascripción del suceso:
“El trastorno que en nuestra oficina ocasiono
e terremoto que se sintió en esta ciudad el 16 del corriente (noviembre de
1827) a las seis y cuarto de la tarde, y mas que aquel nuestro deseo de acompañar la noticia, con la
de todo lo que se desea saber, a consecuencia de tamaña calamidad, nos hizo
guardar silencio sobre ella en nuestro anterior numero. Lo mencionamos hoy sin
tener todavía todos los datos que quisiéramos haber comunicado; pero no ha de
retardarse más el anuncio. El movimiento fue largo y ruinoso, y la dirección
según las noticias que hasta ahora tenemos de los estragos que ha causado en otras partes, debió ser del
sur al norte. La duración de su mayor fuerza
fue de cosa de 30 segundos; y en este breve periodo quedó por la mayor parte
arruinada la ciudad de Bogotá. El Palacio de gobierno y casi todas las oficinas
publicas y cuarteles, quedaron inservibles o muy maltratados.
De los templos apenas se conservan íntegros
la Capuchina, el Carmen y la capilla del convento de enseñanza; nuestra majestuosa
catedral que no contaba todavía nueve años de servicio, la capilla del
Sagrario, cuya solidez parecía invencible, la iglesia de santo Domingo, tan
regular, tan bien apoyada y que había sido construida con tanto esmero, todo
cedió a la violencia de la conmoción. Es muy rara la casa de alto que esté
habitable; y aún muchas de las bajas han quedado por tierra. Componiase principamente por edificios esta
especie todo el barrio del Rosario arriba, y no se encuentra en todo él otra
cosa que esccombros .Muchos de los edificios que aparentemente reisstieron al primer impulso han cedido
luego a los frecuentes que han seguido
aunque incomparablemente mas suaves.
Feizmente la
perdida de vidas no ha sido la que tan espantoso fenomeno hizo temer al principio,
pues según las indagaciones del jefe
municipal solo quedaron entoces sepultdos un religoso hospitalario, un
parvulo y cuatro mujeres , y ademas otra mujer sobre la cual cayó una pared con
un de los temblore mas recientes; pero son muchos los estropeados, y algunos lo
enstan tano que se duda de su
conservacion. Se halla en este ultimo estdo un musico de la brigada de
artilleria; poco menos lo esta un granadero de a caballo que se arrojó desde un
balcon del cuartel. Estos dos son los
unicos militarees que fueron
maltratados. En la quinta que habita el Libertador no se esperimento daño alguno.
Grande lo ha
habido en todo el valle y en todas las poblaciones hasta la ciudad de la Purificacion, y hasta
Neiva que es hasta donde se extienden los informes que tenemnos. Escaparon
ilesos Zipaquira, Leiva, Tunja, y puede añadirse todo loo que esta situado al
norte de Bogota; pero al sur y hasta aquella distancia, casi no ha
quedado tmeplo , ni edificio alguno de consideracion que no haya sido entera o muy
notablemente aruinado. En Purificacion y en
Ibagué fue tan fuerte el impulso que aun derribó muchas casas de horcones o de
pajareque(bahareque).
Es muy
recomendable la serenidad realtiva con que los habitantes de esta ciudad han
visto el peligro; y sin entrar a examinar, si ella provenga de la frecuencia con que se ha renovado esta
calamidad desde junio del año pasado o de otras causas ha de convenirse en que
ella es indispensabble para disminuir las fatales consecuenccis de esta.
No parece que los habietantes de esta ciudad se hayan
ocupado de otra cosa que de descubrir la extension del daño, y si provenga de
de errupciones de algun volcan muy distante. Sobre lo ultimo, y con relacion a
unos franceses que estan estableciedos en la Mesa , se ha asegurado que en
estos dias se han visto subiir grandes columnas de
humo de la boca del Tolima, o antiguo volcan Tocaima; confirmalo cartas de Ibagué de 19 del corriente, y
añaden que alli era continuo el temblor, que el 17 desde las seis hasta doce de
la noche se sintieron 38 sacudimitos mas o menos fuertes; y que a consecuncia de un
gran pedazo de cerro que se habia desprendido, ha formado el rio Combeima una
gran represa en sus inmediaciones. Pero mientras que se descubre la
verdad del caso, ha de tenerse por cierto que ha debido haber reiteradas
erupciones en las ceraniaqs de nuestro valle, porque solo así puede explicarse
la frecuencia de los temblores desde el 16, la mayor suavidad que
progresivamente ha ido adquiriendo, y aun los largos periodos de muchas horas, durante las cuales nos manifiesta la brujula que ha estado la
tierra en movimeinto continuo aunque casi insensible. Si lo que se dice del
tolima no
resultare cierto, ni hubiere habido erupciones al este de Quindío, es de
temerse que haya cabido mucha parte a Popayán en la catástrofe que lamentamos.”[1]
[2]
Álvaro Hernando Camargo Bonilla.