DEL PERIÓDO PRECOLOMBINO.
Filandia: históricamente localizada en la provincia Quimbaya que Comprendía un extenso territorio desde el nacimiento del río Barragán sobre la línea divisoria de la cordillera Central, hasta el nacimiento del río Chinchiná (Tacurumbi); este aguas abajo hasta su desembocadura en el Cauca; Cauca arriba hasta la desembocadura del río de la Vieja; y este arriba hasta la confluencia del río Barragán.
En el Quindio existían dos razas de indígenas: QUIMBAYAS Y PINAOS. Estas razas incluían tribus como: Chamies, Quindos, Combeimas, etc. Los indígenas pinaos estaba divididos físicamente de los Quimbayas por el río Quindio.
Toda ella muy poblada de grandes y espesos cañaverales (guaduales) utilizados por los naturales en la construcción de viviendas, armas, utensilios, balsas para navegar en los ríos, puentes para pasar de una orilla a otra.
Primitivamente habitaban indígenas del clásico Quimbaya que trabajaban los metales, especialmente el oro y su aleación con el cobre: (Tumbaga), manejando las técnicas del martillado y la cera perdida, más tarde, entre los siglos VII y XVI D.C, ocupada por otro grupo denominado Quimbaya Tardío, (Quindos, Bugas y Carrapas) caracterizado por la elaboración alfarera y producción orfebre más orientada hacia el ornamento corpóreo.
Estos de físico atlético, piel color cobrizo, vestidos los hombres con pequeños maures de un palmo de ancho y palmo y medio de largo, que cubrían sus genitales y las mujeres con diminutas mantas que le tapaban el vientre hasta los muslos, adornados de artículos de oro y lindas plumas de los pies a la cabeza.
La base de su economía era el cultivo del maíz y la yuca, completaban su dieta alimenticia con pescado, miel de abejas, palmitos, chontaduro de cuya semilla extraían aceite para encender fuego, la Pitahaya de color morada, guayaba, aguacates, guamas, caimitos, cacería de venados, conejos zarigüeyas entre otros. La extracción y comercio de la sal como su principal mercancía proveniente de la evaporación de agua salada que brotaban en abundancia del interior de la Tierra. Abrieron caminos para el comercio del oro y la sal entre el sur occidente y el nororiente que los comunicaban con el valle del río Magdalena y el altiplano cundíboyacense.
Sus casas grandes, de forma redonda, situadas en las culminaciones de las colinas cercanas a ríos y quebradas, techadas con paja, ( hojas de iráca) de forma cónica, (kiosco), cimentadas con grandes guaduas y vigas de madera, cercadas de grandes palizadas (fortalezas) en guadua, proveídas de atalayas para su vigilancia.
En su interior provistas de particiones en esteras con pequeños oratorios dedicados a la magia, quema de hierbas y resinas aromáticas que ofrecían en honor a su dios denominado Xixarama. Representaban al jaguar en esculturas de madera y barro, colocadas en hileras de quince a veinte piezas casi del tamaño humano, con su rostro orientado hacia el saliente del sol, les ofrecían sacrificios humanos para lograr el intercambio de conocimientos divinos al ser invocados los espíritus que se posesionaban en las esculturas.
Sus armas: dardos, hondas, lanzas, macanas de palma negra (chonta) y de otro palo blanco duro, utilizadas en la guerra, que acompañaban con el toque de tambores y flautas. Embalsaman los cuerpos de sus muertos, sepultándolos en lo más alto de los cerros, cubiertos en finas mantas, las más ricas que tenían, colocaban sus armas, comida, cantaros con chicha de maíz, pescado, collares de plumas, joyas (chagualetas, coronas, brazales y patenas), también sus mujeres vivas, teniendo como creencia que va a vivir en otro mundo y necesitarían todo lo que con él sepultaban.
Jorge Robledo, Francisco de Cieza, Miguel Muñoz, Juan de Vadillo, Suer de Nava, Rodríguez de Sosa y Alvaro de Mendoza, exploraron la Hoya del Quindío y empezaron la fundación de pueblos en la región. Jorge Robledo funda a Cartago viejo, el 9 de agosto de 1541, a orillas del río Consota (hoy Pereira) y empieza la penetración del territorio del Quindío a través de las rutas Quimbayas.
Las rutas indígenas fueron elementos pioneros en las primeras colonizaciones de Filandia; inicialmente dos rutas: El Camino del Ruiz, de Cartago viejo al valle del Tolima, Mariquita. (Siglo XVI). Camino del Quindio: en 1550 de Cartago Viejo, siguiendo el río Otún arriba, luego el Roble, Boquía, siguiendo el río Quindío arriba hasta Alegrías, pasando por Magaña, tochecito, mina de Bolívar a Ibagué Viejo (Cajamarca) y por el moral al valle del Tolima.
En diciembre de 1547 El oidor Miguel Diez de Armendáriz da la primera noticia del camino del Quindío atravesando el páramo del Ruiz con el propósito de establecer comercio con Cartago que se perfilaba como centro minero de la Gobernación de Popayán y el propósito de intensificar los lazos políticos administrativos con el Nuevo Reino que con Quito.
Los primeros pobladores a través de sus relaciones socioeconómicas, originaron los iniciales perfiles de identidad cultural del territorio que hoy ocupa la Filandia. Lo anterior unido a un factor material determinante como el CAMINO DEL QUINDÍO, empieza la formación de nuestro primeros ancestros Quindianos.
PERIODO COLONIAL ( 1550-1810):
La organización social política administrativa de la encomienda en el año de 1559 permitió el reparto de 4.573 indígenas de 37 pueblos y sus tierras entre 18 encomenderos ibéricos. Las tierras Quindianas hacían parte de la presidencia de Quito, gobernación de Popayán.
En 1553 los peninsulares determinan la apertura del Camino del Quindío por una ruta diferente a la del páramo del Ruiz. Melchor Valdés, justicia mayor de la recién fundada Ibagué, con sus recursos y ayuda de los vecinos abre un camino aprovechando una depresión al sur del Quindío para comunicarse con Cartago.
El capitán general Juan Montaño, proveniente de Santafé, es el primero en cruzar dicha ruta para combatir la sublevación de Álvaro de Oyón en la gobernación de Popayán. Este cruzo la montaña del Quindío y se refiere a su transito con la descripción de la existencia de tambos de españoles en cada jornada donde dormían por los que por él transitaban.
El traslado de Cartago en 1691 a las márgenes del río de La Vieja, el inicio de grandes campos mineros en el Chocó, originaron una nueva ruta: la variante de la Trocha; vertiginosamente comenzó a circular oro de Ibagué y Mariquita para ser fundido en Cartago, la introducción de esclavos hacia el Chocó, alimentos como: cacao, harina de trigo, ajos del Nuevo Reino y mercancías provenientes de España que entraban por él rió Magdalena para el suministro de las minas y el comercio de la circunscripción de Popayán.
En 1758 el Virrey Solís licitó la reparación de la ruta y esta fue adquirida por los señores don Luis López de la Vega, Juan Gómez de la Cruz y don Alejandro Bonilla de la ciudad de Ibagué quienes exigían pretensiones pecuniarias elevadas, por lo que se emprendió su reparación con la colaboración de libertos, pardos y montañeses del Valle del Cauca, a quienes se les ofreció asignación de tierras y exenciones de impuestos.
La variante de la Trocha; nueva ruta que partía de Cartago nuevo, Piedras de Moler, La Balsa, hoy alcala; y sus posteriores reparaciones, originaron los primeros procesos colonizadores.
Con la fundación del poblado de San Sebastián de la Balsa, hoy Alcalá, por don Sebastián de Marisancena, quien apoyado en el primer plan para la apertura y colonización del Camino del Quindío, aprobado en 1807 y propuesto por don Ignacio Durán que presentaron el siguiente plan colonizador:
“que llegando a la confluencia del Río de la Vieja y la quebrada Piedra de moler, se construyera un camino por terreno firme que, pasando por el pueblo Pindaná de los cerritos, cayera a Cartago, allí se pondrá un termino de piedra fijo a la milla, otro con su marca primera milla, segunda, tercera hasta la legua, y con el mismo orden hasta las tres leguas, en donde se pondrá otro término; En él termino de las tres leguas se fabricará la iglesia, casa para el cura, vecino, hospedería, y tambo. Al cura se le dará una cuadra de solar con iglesia y casa, al vecino otra con casa, albergo para los pasajeros, y tambos para depositar cargas y bagajes. A más de la cuadra de solar se les concederá una legua de tierra cuadrada de labor, pero fuera del camino, tanto al cura, que al vecino. A la mitad de la primera y tercera millas de la primera legua se colocaran dos vecinos, a quienes se le harán el mismo reparto, y con este método se harán las distribuciones de parroquias y vecinos hasta los términos de Ibagué.
Dentro el espacio de cada tres leguas ejercerá el cura su jurisdicción espiritual. Todos los vecinos en su respectivo hogar harán un potrero, para encerrar las caballerías, que estén seguras, y tengan donde pacer. Para la mantención del potrero cada par de caballería pagará un quartillo al vecino, y este mantendrá también en buen estado la hospedería y tambo en beneficio de los pasajeros”.(2)
PERIODO DE INDEPENDENCIA (1810 - 1819)
En 1783 anduvo Mutis el camino del Quindío, dirigiendo la expedición botánica. Como apuntación de este suceso ilustrado, el insigne botánico en persona deja tallada esa fecha en una piedra a orillas del río Barbas para recordar el sitio hasta donde llego en sus correrías científicas. Florentino Vega. Libro: La Expedición Botánica.”Y en efecto, Mutis reconoció varias localidades y tuvo la satisfacción de presentar al Virrey alunas muestras de sulfuro de mercurio, recogidas en las montañas del Quindío, y principalmente en una quebrada que se llamó Del Vermellón. . . De esa época se habla,que había en al región del Quindío unas 23000 diversidades de plantas”.
EL SABIO CALADAS, entre 1789, en misión ingeniería en la construcción de variantes sobre el camino del Quindío, determina la altura del boquerón del páramo en 3360 metros sobre el nivel del mar; Humboldt (1799-1804) afirma que el paso del Quindío tiene 3504 metros sobre el nivel del mar. Agustín Codazzi Habla de (3.485) m.s.n.m.
En 1801, el famoso sabio germano, Barón Alejandro Von Humboldt, en asocio del recalcado hombre de ciencias, Bomplandt, atravesó la cadena montañosa por el camino del Quindío El 12 de septiembre, el sabio Mutis le despacha un “chasqui” a Ibagué, recomendándole el estudio de unas muestra de minerales de cinabrio que su herbolario Roque Gutiérrez había recogido en el Quindío, llegando a Salento. Allí arribó el 3 de octubre y realizó exploraciones en Boquía y Portachuelo, describiendo la contextura del suelo y buscando las fuentes de cinabrio. Recogió mariposas entre Boquía y Portachuelo, que cedió después a la Sociedad Linneana de Londres. Pernoctó allí por cuatro días.
Reconoció la chinchona (Quina) entre alturas que oscilan entre 1949 y 2436 m. s. n. m. en región forestal situada a 4° 30’ de latitud norte. Reporta la floración de la guadua en la Cadena Occidental de la Cordillera de los Andes. Habla sobre la Quebrada del Azogue del Quindío.
En 1813 el Coronel Manuel Serviez que se retiraba de Cartago donde enfrentó a Sámano cruzó las montañas del Quindío en dirección de Ibagué, contribuyendo con esto a la exploración del territorio.
En el año de 1815 los condenados por el Pacificador Pablo Morillo a trabajos forzados fueron enviados a trabajar la tierra y abrir camino, pasando por lo que hoy es Salento a Cartago.
CHARLES STUART COLHRANE. 4 de enero de 1823: “Tres veces pasamos el Río Quindío. A la mañana siguiente, el cinco de enero, espante varios pavos silvestres y vi un engendro de animal entre liebre y conejo. Dormí donde un contadero en Novilla. Durante la noche me molestó el grito de un gallo silvestre, semejante a los gemidos de una mujer dando a luz.
Me llamaron la atención los árboles de yarumo, con sus hojas plateadas en la parte superior y verdes en el lado inferior. Tuve que dormir en un rancho miserable en el pequeño poblado La Balsa. Yo me distraje durante el día recorriendo algunas casas dispersas y sus pequeñas parcelas y tengo que decir que a pesar del rudo estado del cultivo la pequeña apariencia de industria me animó mucho después de haber pasado días sin haber visto trazas de trabajo humano. Las casas que componen esta pequeña aldea están constituidas de cañas, llamadas guaduas, que crecen a una altura entre 70 y 100 pies”.
JEAN BAPTISTE BOOSSINGLAUT: “El 23 de mayo de 1827, a las siete de la mañana salí de Ibagué; Siguiendo por la cresta del terreno llegué hacia las 3 a la Palmilla, en donde establecí campamento. En este sitio estábamos rodeados de bellas palmeras de cera (Ceroxilon andicola), quinquinas blancas descritas por Mutis y helechos arborescentes. El 29 de mayo de 1827...Luego seguimos hasta el alto de Lara ganado (altitud 2067m.s.n.m), seguimos hasta el Roble (altitud 2144 m.s.n.m.), acampamos en el Socorro (altitud 1880 m.s.n.m.) y el 30 de mayo fui a desayunar a Buenvista (altitud 1837 m.s.n.m) Allí empieza la peor parte del camino; uno camina en los guaduales expuesto a las espinas de esas gigantescas gramíneas y en un barro que llega a las rodillas. Por la tarde llegué cansado mojado y cubierto de barro al sitio de la Balsa (altitud 1279 metros, temperatura 22° C)”.
JHON POTTER HALMILTON, 24 de diciembre de 1828 en tránsito de Cartago a Ibagué: “ Partimos del Cuchillo a las seis de la mañana y a las tres de la tarde llegamos a un lugar llamado Portachilo. A la madrugada del 25 de diciembre la expedición estaba lista a partir de Portachilo. Habíamos mantenido las fogatas para ahuyentar a los tigres.
Vimos por allí pájaros muy raros que no conocíamos, de tamaño como un faisán, de brillante plumaje y lago pico; me decían los peones que estas selvas estaban pobladas de aves que no se encontraban en el Valle del Cauca ni en las provincias de Mariquita o Neiva. ¡ Qué campo de investigación tan amplio y rico ofrecía estas montañas a ornitólogos y botánicos dotados de temple suficiente para arrostrar, eso sí, toda clase de privaciones y penalidades!.
Esta mañana un peón mató con su bordón una culebra de piel verde brillante y de ocho pies de largo que yacía en el camino. Comentaba después que tal clase de serpiente llegaba a tener gran tamaño y que muchas veces las había visto subidas en un árbol a la caza de pájaros y animalillos de toda clase, pero que su mordedura no era venenosa.
A las tres de la tarde llegamos a un altiplano que consideramos adecuado para pasar la noche y donde había buen pasto para las mulas. Ya habíamos dejado atrás el Trucha (trocha y pisábamos terreno más sólido, desde cuyas alturas se podían contemplar más amplios panoramas. Hasta donde alcanzaba la vista cubría las montañas selva impenetrable, a no ser por el sendero estrechísimo que seguíamos y que a duras penas se podía transitar.
Ya por la tarde, al bajar acompañado por dos peones hasta un arroyuelo que corría por el pie de la montaña, uno de ellos me señaló un jaguar de gran tamaño que estaba bebiendo en la orilla a unas 200 yardas de distancia. Ese mismo día cruzamos el río Quindío que, corriendo en dirección sur, desemboca e n el río de La Vieja.”.
MANUEL MARÍA MALLARINO: expresidente de Colombia, describe un a jornada de Ibagué a las proximidades de Armenia en el año de 1840: “El sendero de Toche, lugar de nuestra parada, es bellísimo. A la izquierda corre el Tochecito por entre un bosque de arrayanes y de mayos que estaban cubiertos de flores...” (Tibuchinas lapidotas)... “Al llegar al Roble, el cielo se había oscurecido... la elevadísima copa de un árbol de otoba cayó aplastando los matorrales que crecían en su sombra... Ortiz me hizo montar, y venciendo mil dificultades, llego conmigo al Portachuelo”.
JUAN FRANCISCO ORTIZ: En el año de 1842 “Cuando pasé por la montaña del Quindío estaba como Dios la crió. No había camino posible, sino una senda conocida solo de los cargueros, buena para los tigres y para las culebras. ¡Inmensas soledades...Paramos altísimos forman la Cordillera Central... precipicios horrendos, despeñaderos profundos, lóbregos callejones, árboles seculares, fieras que huían, culebras que se arrastraban, aves que gorjeaban.”
LUCIANO RIVERA Y GARRIDO En 1850. En su libro: Memorias de un Colegial narra: “Una flora y fauna eternamente nuevas se ofrecían a mi vista; las casitas de los campesinos antioqueños, que entonces empezaban a poblar los baldíos de la sierra; los torrentes despeñados, que lanzaban los coros de sus límpidas aguas entre hondos causes de lajas y pedregones; la inmensa variedad de flores, en que las orquídeas dominaban como reinas y embalsamaban el ambiente con aromas suaves como los del estoraque y del incienso; las variaciones musicales del canto de avecillas desconocidas, eran otros tantos motivos de embeleso para mi alma de niño soñador...; a lo lejos rodaban las espumosas corrientes del Toche y el Quindío, que se descolgaban entre breñas, salpicando con los diamantes líquidos de sus aguas la lama y los helechos, terciopelos y encajes que decoraban las orillas sombrías, los vientos zumbaban entre las ramas de los cedros... ”
HOLTON ISAAC, 1857: “Salimos del Roble el viernes por la mañana, una bajada suave de tres millas nos llevó hasta la casa de otra familia antioqueña, en Portachuelo, sitio agradable para descansar. Aquí probé las arepas y descubrí que son iguales a los johnny cakes que había rechazado en Nueva Inglaterra y a los Hoecakes, al pan de maíz y corndodgers de Illinois. Alrededor de las dos llegué a la Balsa donde había proyectado darme un buen baño en el río, pero al llegar encontré que no había río y francamente no puedo explicarme cual puede ser el origen de tal nombre.
Desde que se deja Ibagué, la Balsa es el único sitio que merece llevar un nombre. Se dice que la población del distrito es de 199 y la de Boquía 198, pero la población de ambas esta diseminada en más de 100 millas cuadradas. Este es el primer lugar que he visto donde se cultiva en abundancia. Los llevan a vender a Cartago.”.
M. ED. ANDRÉ: marzo 8 de 1876: “En medio de una espantosa borrasca que dejó rezagado el resto de la caravana, llegamos a un miserable rancho llamado Novilleros, donde decidimos pasar la noche. A nuestro paso habíamos dejado otras cabañas apenas columbradas, conocidas con el nombre del Roble y Portachuelo y plantadas en medio de los cenagales, que no habían cesado un instante desde que salimos de Salento. La colina de los Novilleros contaba por únicos habitantes una mujer sorda”.
JUAN DE DIOS RESTREPO- EMIRO KASTOS: Realizó un viaje por el Camino del Quindío y en 1884 publicó algunos artículos sobre su paso por Filandia. Kastos dice”: Dos leguas más adelante están los antioqueños fundando el pueblito de Filandia. Las casas las construyeron con tejas de madera, tablitas rajadas de cedro negro y nogal, clavadas con puntillas de hierro; techo ligero, más decente que la paja y menos sujeto a incendios.
Nos refirieron que después de cortadas los trozos un hombre rajaba hasta 3.000 tejadas por día... De allí para adelante es donde se encuentran esas aguas de frescura y sabor inolvidable, esa atmósfera oxigenada que se aspira con delicia, esa flora maravillosa de donde se han sacado para exportar millares de parásitas, que adornan los jardines de Europa.
ERNST ROTHLISBERGER en 1885 “…Salí por la mañana por el Alto del Roble (2.080 metros). Era un terreno de bosque arcilloso e inundado. Por el medio día llegamos a Filandia, una aldea recién fundada y en la que solo antioqueños habían establecido. Era día de mercado y de misa. La plaza se veía enteramente llena de gente de la nueva colonia, que charlaban sin tregua, interrumpiéndose tan solo para arrodillarse en el momento del alzar.
La música eclesiástica era horrible. Un quejumbroso clarinete u una trompeta suspiraban de continuo los mismos compases. . . Sopa de maíz, pan e maíz (arepas) y hasta un trozo de pan, amén de los frijoles y la carne de cerdo, platos habituales de las gentes de Antioquia nos compensaron debidamente las pasadas fatigas.
HELIODORO PEÑA, en su libro: Geografía de la Provincia del Quindío(1890) dice: “ En esa época se encontraban en el Quindío: Tapir o Danta, Ciervo, Oso Negro, León Común, Zorra, Guagua, Conejo, Oso hormiguero, Ardilla; Perro de monte, Comadreja, Erizo, Tigre o Jaguar, Lobo, Perico ligero, Armadillo, Tatabro, Zaino, y además los monos uluntos y los atales. Pava, Paloma, Tórtola, Carriquí, Chamón, Carpintero, Guacamayo, Rabiamarillo, perico, soledad, Turpial, Mirla, Jilguero, Cóndor de los Andes, Águila, Gavilán, Sirirí, Tijereta, Garrapatero, Iguana, culebra coral, Equis, Cazadora, etc. En la parte vegetal: Arenillo, cedro, caoba, negro y blanco, laurel, aguacatillo, ciprés, guayacán, nogal, pino, Campeche, y achiote, maderables como: Laurel Tuno, parasiempre, cedro negro, comino. También se producía otoba, acónito, árnica, ruibarbo, romero, amapola, cebada, culén, altea, licopodio, acedera, vainilla, quinas, etc.
El camino fue eje colonizador en las diferentes épocas, especialmente finalizando el siglo XVIII y comienzo del XIX, donde el territorio delimitado por el camino fue objeto de asentamientos por las diferentes empresas propuestas para la reconstrucción y sostenimiento de la vía.
En el desarrollo de las movilizaciones de independencia el camino se tornó escabroso por la falta de mantenimiento, si embargo, necesario para él transito de ejércitos procedentes de Santafé hacia el occidente con el propósito de apoyar a las regiones de la Gobernación de Popayán leales a la causa libertaria.
Este periodo consolida más la penetración colonizadora de la región en cabeza de los prisioneros de guerra empleados para el arreglo de la ruta. Una vez cumplidas sus penas, resolvían quedarse y dedicarse a la colonización de predios dedicados a la agricultura y ganadería, práctica heredada de la penetración española.
Las confrontaciones civiles mitad del siglo XIX, entre el estado soberano del Cauca, Tolima y Antioquia reactivaron el paso del Camino del Quindío. Las continuas luchas hicieron que el mantenimiento del camino fuera a cargo de los reclutas y prisioneros de guerra, permitiendo una colonización más amplia de personas procedentes de Cundinamarca, Santander, Boyacá y el Cauca.
Pasada la guerra civil de 1885, fueron derrotados los liberares en el antiguo Santa Bárbara de Cartago, en febrero 23 de 1885, numerosos guerrilleros se internaron en las selvas del Quindío, ilusionados por el oro y huyendo del asecho por las fuerzas conservadoras.
Decreto No. 21 de 1909 del 7 de enero: Reglamenta el uso de los caminos como vías públicas, la conservación del uso común de las vías públicas.
Los archivos bien ordenados y conservados datan de 1890 y de ellos se obtienen datos como:
En esta época la agricultura era de subsistencia, se sembraba maíz, fríjol, trigo, cebada, habas, Papa, legumbres, frutas, plátano, tabaco. Por los tiempos de 1909, los habitantes del distrito de Filandia ascendían a 6000 habitantes, ya dedicados a la ganadería y al cultivo del tabaco, café cuyas plantaciones ascendían a 250000 arbustos.
Para el año de 1908, presidía como alcalde municipal el señor: Leocaldo Bernal y como secretario el señor: Julio C. Vásquez. Como juez oficiaba el señor: Ezequiel Patiño y su secretario el señor: Rodolfo Gómez; En la [Tesorería de Rentas oficiaba el señor: Juan Duque. La Municipalidad presentaba un presupuesto de rentas compuesto principalmente en sus ingresos por rentas del licor, (la más alta fuente de ingresos) y impuesto predial en segundo orden, con un total de ingresos de $1201.58 pesos. Una Junta de caminos precedida por el señor: Andrés Hurtado, Tiberio Salazar, Mariano Ramírez y Antonio José Quintero, quienes contaban como equipo de trabajo los siguientes elementos: 17 regatones, 12 palas, 5 azadones, 2 picos, 11 hachas, 2 barras 5 calabazos, 1 machete 6 carretas y 1 tolda; todos ellos en mal estado.
El honorable Consejo Municipal compuesto por los señores: Ángel Maria Martinez (presidente), Juan José Duque (vicepresidente), Tesorero, Audifacio Toro. El personero municipal, señor Antonio Duque.
Contaba el municipio para la época de los siguientes bienes: Casa Municipal, situada en la plaza principal, con su correspondiente solar que servía como coso público; un edificio en pésimo estado, destinado para la escuela de varones; uno de dos pisos en construcción, dedicado a la escuela de niñas, un solar grande que presta el servicio de matadero y una zona de terreno para la enseñanza de la agricultura.
La parte educativa funcionaba con dos escuelas, una para cada sexo: la de varones, bajó la dirección de Juan de Dios Montoya, con matricula de 212 niños y asistencia de 155. El local en pésimas condiciones higiénicas, estrecho y la disciplina de los alumnos dejaba mucho que desear.
La de niñas regentada por las reverendas madres Betlemitas, funcionaba en local propio, su directora la reverenda madre María Luz, el local pertenece al distrito, cómodo, capaz para el número de niñas, en él reina el aseo, la disciplina. El personal de niñas matriculadas asciende a 158 y asisten 150.
Un Colegio Privado dedicado a la enseñanza primaria que para ambos sexos tiene establecido las reverendas madres betlehemitas con el nombre de Colegio Sagrado Corazón de Jesús. Funciona en una magnifica edificación levantada por los vecinos y cedido para vivienda de las reverendas madres betlehemitas, en la cual en la actualidad se le esta construyendo una capilla(1909).
Cuenta con un internado, la matrícula ascienda a 37 niños, y 57 niñas, con asistencia ordinaria de 30 y 50 respectivamente, la parte que se refiere a los varones es más bien una escuela infantil, los padres pagan una cuota mensual de $30 pesos papel moneda; por el internado $8 pesos mensuales. Conocida la competencia de las madres betlehemitas, bien fácil es deducir que este es el mejor plantel de los existentes en la Hoya del Quindío.
Filandia posee una magnifica iglesia, estilo moderno, gracias a los esfuerzos del progresista presbítero doctor: Francisco P. Montoya R. Y uno de los mejores relojes, colocado el día 15 de junio de 1903 en uno de sus torreones.
Filandia para 1909 contaba con Notaria, a cargo de Audifacio Toro, que a la vez ejercía las funciones de secretario del Concejo Municipal. Este despacho presenta un término medio de escrituras mensual de 20.
La tesorería estaba a cargo del señor Carlos Patiño, y sus principales ingresos provenían del degüello de ganado, venta del papel sellado y estampillas, renta del tabaco y licores.
La oficina de Telégrafos y correos a cargo de Julio Antonio Guinand. Se despachaban y recibían y despachaban telegramas en promedio anual de 1600. La frecuencia del correo era de dos despachos semanales de correspondencia y dos mensuales de encomiendas.
Los caminos se dividían en caminos Nacionales, departamentales y seccionales o de vereda. Los caminos según el Decreto Nacional Número 21 del 7 de Enero de 1909, son bienes de uso común inajenables é imprescriptibles.
Las principales vías que tocan la población son: El llamado camino de Portachuelo, que desprendiéndose del camino nacional que pasa por Salento, Llega al Corregimiento de la Balsa; el que gira hacia Pereira, la que lo une con el corregimiento de Montenegro, éste se trifurca dando el ramal llamado de la Española; la que gira hacia Circasia y la que, pasando por los salados la comunica con Pereira.(Gaceta Departamental Feb 13 de 1909 No.429).Filandia fue cruce de caminos, aspecto fundamental en la penetración colonizadora.
El Camino del Quindío comprende un tramo de aproximadamente 98 kilómetros, de Cartago a Ibagué. Por este empieza a escribirse la historia Quindiana, y da origen al mestizaje paulatino entre el blanco español y el indígena en la medida que se hace más intenso su transito.
“La montaña del Quindío es uno de los sitios más ricos en plantas útiles e interesantes. Allí encontramos la palma Ceroxy-lon andicola, cuyo tronco está cubierto por una especie de cera vegetal; las pasifloras arbóreas y la magnifica Mutisia Grandiflora, cuya flor escarlata tiene una longitud de 16 centímetros”. Humboldt.
La flora del Quindío, que se ostenta en toda su variedad, me dejó atónito por su riqueza. . . ¡Qué admirable colección de plantas de hojas ornamentales propias para agregar a las que han conquistado ya el público a favor en los paseos y jardines parisienses! Las que más me llamaron la atención por su extraordinario desarrollo pertenecen a los géneros ARTANTHE, SOLANUM, CECROPIA, XANTHOSOMA, FICUS, PIONANDRA, BOCCONA, LAPORTEA, a las melastomáceas, helechos, escitanmíneas, etc.,Etc,.
M Edouard Andre