OBSERVACIONES SOBRE LOS TERRENOS DE TOCHE Y SUS
INMEDIACIONES.
PASTOR OSPINA.
Ibagué 25 de abril de 1843.
En
Gaceta de la Nueva Granada, número 618, del 7 de mayo de 1843, Pastor Ospina,
gobernador de la Provincia de Ibagué, el 25 de abril de 1843, rindió un informe
al secretario del interior y Relaciones Exteriores de la Nueva Granada, con
observaciones sobre el territorio de Toche y sus inmediaciones.
Texto
que confirma lo trascendental de los decretos del 27 de mayo de 1842, y del 31
de marzo de 1843, promulgados por el presidente PEDRO ALCÁNTARA. HERRAN, referentes
a la composición y mejora del camino de Quindío. Empresa que se constituía en un asunto preponderante
del poder ejecutivo y el de las Gobernaciones de Mariquita y el Cauca.
Pedro
Alcántara Herrán, presidente de la Nueva Granada, fundamentado en la ley de 6
de abril de 1836, concertó vagos destinados a trabajar en la parte del camino
de Quindío y para formar las nuevas poblaciones de Valdesina (Toche) y Boquía, correspondiente
respectivamente a las provincias de Mariquita y Cauca; con la condición de que si
establecían y mantenían una parcela que le produjera lo suficiente para su
sustento, se le reduciría la pena y se les adjudicaba las tierras que
trabajaran.
FUNDACIÓN DE TOCHE
El
9 de abril de 1843, Pastor Ospina, gobernador de la
provincia de Mariquita, llegó al punto de Toche a Inspeccionaba los
trabajos del camino de Quindío, y el 10, ordenó emprender la construcción del presidio.
Descripciones que permiten comprobar que la fundación de Toche data de la fecha
inicialmente descrita.
Relata
Ospina, que el 8 de marzo de 1843, dos secciones del presidio, procedentes de
Honda llegaron a Toche y procedieron la construcción de dos casas, una de 40
varas de fondo y 10 de frente, y la otra de 20 varas de fondo y 7 de frente; dotadas
de amplios corredores, que se emplearon como alojamiento del presidio.
Seguidamente,
se procedió al desmonte del sitio donde se establecería la nueva población, se
construyó un puente provisional sobre el río San Juan, para permitir el paso de
los viandantes e individuos que trabajaban en el camino, y se acopió la piedra que
se utilizaría en la construcción de un puente de calicanto sobre el mismo río.
Para
el sustento de los funcionarios y presidiarios, se formó una huerta, donde se plantaron
semillas propias del clima. A par, se efectuó el desmonte del camino desde
Toche hasta el pie de San Juan, el alto del Cural hasta Pontezuela, con una amplitud
de 25 varas. Camino provisto de zanjas para el drenaje de las aguas de los
humedales aledaños a las vegas del río san Juan, que formaban numerosos lodazales
en aquella parte del camino.
Se
empezó la construcción de una pequeña casa para proveeduría en aquel punto y
otra para el posadero de Toche, todas estas obras, gracias a los servicios que
en todo lo relativo a la empresa prestaron el jefe político de este cantón y el
alcalde de este distrito, señores Andrés Caicedo y Eduardo Casas.[1]
Ospina,
refiere temas concernientes a los terrenos y otros escenarios aledaños al sitio
de Toche en donde se fundaría la nueva población.
EL CERRO VOLCÁN DEL HUMO.
Toche,
ubicado en una de las vegas del río San Juan, cerca al cerro volcán,
antiguamente conocido con el nombre “Cerro del Humo”, y que Ospina, determino
denominar: “Pijao”. Volcán de antigua formación que se levanta sobre las
faldas conocidas con el nombre del “Machín”, sin duda, el mismo que refiere el cronista
Lucas Fernández de Piedrahita, que lo describe ubicado en la provincia de
Quimbaya, entre las ciudades de Ibagué y Santa Ana de Anserma, y dice: “su
temperamento ni es frío ni cálido, pero tan favorable a los españoles, que en
él se conservan muchos años libres de enfermedades. Hai en ella un volcán de
humo, que respira en la gran sierra bien conocida por sus laderas nombradas de
Toche en que por una barandilla de piedra que los españoles han labrado se hace
tránsito de Ibagué á Quimbaya”.
Según
se deduce de las relaciones del cronista citado, los Quimbaya se extendían
hasta el río San Juan; esto se infiere también de los vestigios, que han encontrado
por allí; muchos sepulcros construidos cada uno con seis lozas de esquito.
micáceo exactamente ajustadas formando un perfecto rectángulo. Esto, no se miraba
al oriente y sur de aquel rio donde habitaban los pijaos, belicosa raza que
tanta dificultad les causo a los conquistadores, pueblo nómada y más fiero que
la los Quimbaya. Hasta el tiempo de la conquista no había comunicación por
dicho río del valle del Magdalena al del Cauca; pues según dice Piedrahita “con
este camino se escusó el que dé antes se hacía por las sendas intratables de
recio páramos”. Se conocen actualmente en parte los vestigios de ese
antiguo camino que partía de Coloya en el distrito de Peladeros y atravesaba
los páramos pantanosos de Tolima para caer a Cartago viejo.
Hoy
no se tiene noticia de aquella barandilla.
El Cerro volcán que se percibía dese Toche, seguramente fue explorado
por individuos en búsqueda de azufre, a él subió el gobernado Ospina, en compañía
de otras personas, con la intención de estar a la mira de los fenómenos que
allí se presentaban, y poder tener una visual de los terrenos vecinos, que le
permitieran establecer la dirección más adecuada del camino.
Describe
el cono volcánico, calcula su altura en aproximadamente 500 vara; relata la
cubierta de su cima, que describe cubierta por un bosque antiguo, y algunas desigualdades
en la forma de su cono, restos, sin duda, del antiguo cráter; hacia el
occidente, sus laderas desprovistas de árboles, y presencia de roca desnuda, en
partes cubierta de pajonal. Todo el sitio revelaba altas temperaturas, y varias
fumarolas, con una principal, que arrojaba la mayor columna de humo que se veía
desde la parte baja del edificio volcánico; boca estrecha de donde salía con
violencia y ruido una corriente de vapor de agua. No era posible mantener la mano ni por muy pocos instantes en la boca de la grieta sin quemarse. El
terreno contiguo, mostraba arcilla y rocas blandas, que quemaban al contacto,
de manera que solo se podía andar de prisa y corriendo, colocando los pies
sobre los fragmentos de roca que había por allí esparcidos. Esas rocas, así
como las que constituían la base del camino desde la quebrada de Machín que
entra al río San Juan por el occidente del volcán, hasta la quebrada de agua
caliente, que lo limita por el oriente, se exhibían constantemente, al parecer
producto las emisiones volcánicas antiguas.
Ospina
describe la presencia de altos montículos de escorias y arenas que no
correspondían al terrero primitivo, y todo demostraba que la formación
volcánica en aquella parte, y que el Tolima fue seguramente su principal
centro. Además, la presencia de calizas que cubrían casi toda la vega del río por donde pasaba el camino, esa caliza, dice, fue formada en las fuentes
gaseosos que vierten los termales; la más notable de estas por su alta
temperatura, es la de la quebrada “agua caliente”, en donde se habían formado depósitos
calizos. Aunque no se había conocido esas rocas como calizas, y por lo mismo se
creía sería necesario llevar la cal desde Ibagué para construir el puente del río San Juan. Seguro Ospina de su aseveración, dispuso la construcción de un
horno para cocinarla y obtener allí la cal a menos costo.
Las
vegas del río San Juan y las de Tochecito que desagua en él, en el mismo punto
de Toche, no son muy extensas; pero si son muy fértiles, y también lo son las
faldas y mesetas que las dominan. Esta fertilidad se ensayaría ese mismo año,
haciendo abrir grandes rosas donde sembraron maíz, arracacha, yuca y otras
plantas cuyo producido se aprovecharía para la alimentarán de los presidiarios
y los nuevos pobladores. Desde el “Pijao” se observan hacia las cabeceras del río San Juan, a poca distancia, terrenos limpios y tendidos, que serían sin
duda las últimas faldas de los páramos de Tolima, muy propias para crías de
ganados. Situación que llevo a Ospina a explorar aquella parte de la montaña.
El
sitio de Toche por su situación, su fertilidad, y su buen clima se estableció como
el más indicado para ser el centro de la nueva población. Refiere Ospina que el
volcán, “ya no es terrible; pues, sus emisiones datan de una época a que no
alcanza la memoria del hombre, y esas fumorolas del “Pijao”, no revelan de
ninguna manera la verdadera actividad volcánica”.
Álvaro
Hernando Camargo Bonilla
Academia
de Historia del Quindío
[1]
La Gaceta de la Nueva Granada, número 618, del 7 de mayo de 1843, Pastor
Ospina, gobernador de la Provincia de Ibagué, el 25 de abril de 1843