"El
sitio de Toche, que se halla en una de las vegas del rio San Juan, está
dominado por un cerro de formación volcánica, y de la misma naturaleza son los
que dominan el camino de oriente de aquel río; dos cosas hay allí notables; la
primera es un volcán antiguo que se levanta sobre las faldas que se llama de
Machín, y que sin duda es el mismo de que habla el historiador Piedrahita
cuando describiendo la provincia de Quimbaya, que yacía entre las ciudades de Ibagué y Santa Ana de
Anserma , dice: “Su temperatura ni es frio ni cálido pero tan favorable a los
españoles, que en él se conservan muchos
años libres de enfermedades. Hay en ella
un volcán de humo, que respira en la gran sierra bien conocida por sus laderas
nombradas de Toche en que por una barandilla de piedra que los españoles han
labrado se hace tránsito de Ibagué a Quimbayas”,.
Hoy no se conoce aquella
barandilla, que probablemente se hallará en las faldas occidentales del rio San
Juan por donde se transitaba antes que se pudiese hacerlo por las vegas. El
volcán se ve desde Toche, y se llama Cerro del Humo; yo le he dado el nombre
de: el Pijao; solo hay noticia que haya
subido a él un individuo que llevaba el objeto de buscar azufre; los prácticos dudaban hasta de la posición que tenía
respecto del camino; pero yo he subido a él con otras personas, con el doble
objeto de observar las fenómenos que allí se ofrecen, y de dar vista a los
terrenos inmediatos para calcular la más conveniente dirección del camino.
El cónico volcánico tendrá como
500 varas de elevación; su cima está cubierta de bosque antiguo, y solo se
notan allí algunas desigualdades, resto, sin duda, del antiguo cráter; hacia el
occidente presenta una proción de su falda desprovista de árboles, en parte
desnuda la roca y en parte cubierta de pajonal; todo aquel terreno tiene una
temperatura elevada; y allí es donde se presentan varias fumarolas, que se
pueden multiplicar levantando algunas piedras; pero una que es la principal, y
la que arroja la mayor columna de humo que se ve de abajo; es una boca estrecha
de donde sale con violencia y ruido una
corriente de vapor de agua, que depone algunas gotas sobre los objetos de menos
a la temperatura, con que se ponen contacto; ignoro si contiene algunos otros
vapores. No es posible mantener la mano ni por muy pocos instantes en la boca
de la grieta sin quemarse; y el terreno vecino, que es de una arcilla plástica y rocas
reblandecidas, quema también al contacto inmediato, de manera que solo se puede
andar precipitadamente, manteniéndose uno sobre los fragmentos de roca que hay por allí esparcidas. Estas
rocas así como las que constituyen la base del camino desde la quebrada de
Machín que entra al rio San Juan por el occidente del volcán hasta la quebrada
de agua caliente, que lo limita por el oriente, parecen de formación
traquitica; es decir, que pertenecen a la emisión volcánica más antigua, según
los fundamentos de las teorías geológicas. Pero no ha sido seguramente el
volcán de que estoy hablando el único que ha arrojado en aquellos lugares, y en
un tiempo a que no alcanza la memoria del hombre, rocas de la naturaleza
expresada; pues ellas se encuentran por el río San Juan arriba, en cuyas
inmediaciones, al pie de la serranía oriental, hay además altas montículos de
escorias y arenas que no corresponden al terreno primitivo, y todo demuestra a
que la formación volcánica en aquella parte es muy extensa, y que el Tolima fue
seguramente su principal centro.
La
segunda cosa notable que he indicado es la formación de calcáreo concretizado
(reventado) que cubre casi toda la vega del rio por donde pasa el camino.
Este
calcáreo ha sido formado por las fuentes gaseosas que vierten en todas aquellas
vegas, algunas de las cuales son termales; pero las más notables de estas por
su alta temperatura se halla al oriente del volcán a la orilla de la quebrada
de agua caliente, en donde igualmente se han formado concreciones calcáreas.
Aunque aquí no se ha repuntado cierta roca como calcárea y por lo mismo se
creía necesario llevar la cal desde esta ciudad para construir el puente del
rio San Juan, yo seguro de su naturaleza, voy a disponer la construcción de un
horno para calcinarla i obtener allí la cal a menos costo.
Estas
formaciones traquiticas y calcáreas son muy ventajosas para consolidar el
camino, principalmente en algunos puntos
en que la primera ha tomado una forma fragmentaria menuda, en otras en
que las concentraciones mezcladas con la arena no han formado una roca
compacta, sino una especie de conglomerado.
Así el camino construido en estas formaciones no tendrá el inconveniente
de ser muy resbaladizo como el del esquito micáceo, ni de profundizarse en
hondas angosturas como el de granito descompuesto que son las otras dos
formaciones que dominan el resto del camino hasta esta ciudad.
Según
se deduce de las relaciones del historiador que he citado, los Quimbayas se
extendían hasta el rio San Juan; y esto se infiere también de los vestigios que
han quedado, pues se encuentran por allí muchos sepulcros construidos cada uno
con seis lozas de esquto micáceo exactamente ajustadas formando un pétreo
paralelepípedo. Esto no se observa al oriente y al sur de aquel rio donde
habitaban los Pijaos, esa belicosa nación
que tanto embarazó a los conquistadores, errante y más bárbara que los
Quimbayas. Hasta el tiempo de la conquista no había comunicación por dicho rio
de valle del Magdalena al del Cauca; por según dice Piedrahita con este camino
se excusó el que antes se hacía por las sendas intratables de riscos y paramos.
Se conocen actualmente en parte los vestigios de ese antiguo camino que partía
de Coloyá en el distrito de
Peladeros y atravesaba los páramos
pantanosos del Tolima para caer a Cartago viejo.
Las
vegas del rio San Juan y las de Tochecito que desaguan en él, en el mismo punto
de Toche, no son muy extensas, pero sí muy fértiles, y también lo son las
faldas y mesetas que las dominan. Esta fertilidad se ensayara este año,
haciendo abrir grandes rosas para sembrar maíz, arracacha, yuca y otras plantas
con cuyo producto se alimentará el presidio y los nuevos pobladores, ahorrando
muchos gastos. Desde el Pijao se
observan hacia las cabeceras del rio San Juan y a poca distancia, terrenos
límpidos y tendidos, que son in duda las últimas faldas de los páramos del
Tolima, muy propias para crías de ganados. Me prometo explorar aquella parte de
la montaña luego que el tiempo y los negocios lo permitan.
El
sitio de Toche por su situación, su fertilidad y su clima benigno está indicado
para ser el centro de una población; confío en que así se decretará por S.E.
encargado del PE y yo trabajaré con el interés más decidido para su fomento.
Esos
volcanes, de que antes he hablado, ya no son temibles; sus emisiones datan de
una época a que no alcanza la memoria del hombre, y esas fumarolas del Pijao,
no revelan de ninguna manera la verdadera actividad volcánica".
Ibagué
25 de abril de 1843 –Pastor Ospina.
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