EL CAMINO DEL QUINDÍO Y LA VIRUELA.
Los Quimbaya, aunque recelosos, recibieron, alojaron, brindaron amistad, proporcionaron alimentos y regalaron joyas de fino oro a los invasores. Gentileza que no fue suficiente para aplacar la voracidad, ambición, desdén, violencia y dominación de los invasores desenfrenada hacia los indígenas, degradación que se extendió durante toda la conquista.
Como si no fuera suficiente la barbarie ejercida, también llegaron por el camino del Quindío (“Hoya del Quindío”), contagios de enfermedades padecidas por los bárbaros colonizadores, como la viruela (la más trágica), sífilis, lepra, tifus, gripe, entre otras, totalmente desconocidas, pestes que estropearon la inmunidad biología de los nativos, padecimientos que coadyuvaron a la mengua de la población indígena, que no resistió y sucumbió al contagio de las infecciones traídas.
A lo anterior, se añadió el abuso sexual, crueldad y esclavitud, padecimientos que determinaron el suicidio colectivo, y un rígido control natal, ejercido por las indígenas, aspectos que diezmaron la población, casi hasta el exterminio. Los indígenas sobrevivientes, atemorizados por la amenaza invasora, emigraron a las selvas de la cordillera occidental, hoy asiento de las comunidades emberá, progenie de los antepasados Quimbaya.
El padecimiento más infeccioso, grave, contagioso y de más impacto fue la viruela. Enfermedad nativa de Etiopía, que pasó a España con las incursiones de los moros y que, según dicen la condujo a América un soldado de la expedición de Pánfilo de Narváez, por los años de 1782. Contagio que hizo aterradores estragos en la población del Nuevo Reino. A partir de este momento, se presentaron periódicas epidemias (1782, 1783,1785, 1801).
Las crónicas referencian que en 1801, ocasionó mucho daño, al punto que faltó muy poco para que se despoblara totalmente las localidades insignias del camino del Quindío: Cartago e Ibagué.
Temática que amerita ser investigada y publicada para este caso se describe una reseña de la infestación de la viruela, en la época de la Conquista, que toco el territorio de la “Hoya dadle Quindío:
Cieza de León, describe:
“Cuentan que vino una gran pestilencia de viruelas tan contagiosa que murieron más de doscientas mil ánimas en todas las comarcas…Y pues trato de esta materia, diré aquí lo que en el año pasado de cuarenta y seis en esta provincia de Quimbaya… La enfermedad era, que daba un dolor de cabeza y accidente de calentura muy recio y luego se pasaba el dolor de la cabeza al oído izquierdo, y agravaba tanto el mal, que no duraban los enfermos sino dos o tres días. Venida, pues, la pestilencia a esta provincia está un río casi media legua de la ciudad de Cartago, que se llama de Consota, y junto a él está un pequeño lago, donde hacen sal de agua de un manantial que está allí. Y estando juntas muchas indias haciendo sal para las casas de sus señores vieron un hombre alto de cuerpo, el vientre rasgado y sacadas las tripas y inmundicias, y con dos niños de brazo; el cual, llegado a las indias, les dijo: "Yo os prometo que tengo que matar a todas las mujeres de los cristianos y a todas las más de vosotras", y fuése luego”. [1].
Al finalizar la Colonia, del científico alemán, Alexander Von Humboldt, en sus extractos de diario de viaje, en su paso por el camino del Quindío, en Ibagué (1801), alusiva al padecimiento de la viruela y fiebre amarilla:
“Tuvimos que permanecer 8 a 9 días allá porque hacían falta cargueros, entre los cuales la viruela ha causado grandes estragos. La viruela se presenta en el reino de Nueva Granada, generalmente cada 19 a 20 años y, aunque la vacuna produce excelentes resultados, es poco usada”. Esta vez la viruela provenía de Popayán y en Santa Fe había mucho temor por la cercanía de Ibagué. Por la misma época había otra preocupación más seria. En Cartagena habían muerto varias personas con síntomas de fiebre amarilla (epidemia que reinaba en la Guayana y Puerto Cabello, desde hacía 5 años). Si la fiebre empieza allá, se extenderá probablemente al interior, hasta Honda, debido al tráfico por el río, a la similitud del clima y a la tremenda insalubridad del aire en el cauce del Magdalena”. [2]
Es así como el 18 de diciembre de 1803 llega la vacuna contra la viruela. La aplicación de la vacuna empieza en Honda, de donde se transporta por la vía del Quindío.
Otro hecho alusivo, es el contenido de la Circular No 5 (enero 16 de 1881), remitida por la Prefectura Provincial del Quindío, del Departamento del Cauca, al alcalde municipal de Salento, donde se hace referencia a lo estipulado en el decreto No. 216, de 1890:
“sobre conservación y propagación del fluido vacuno”. Usted se servirá cumplir y hacer cumplir por sus agentes las disposiciones que el contiene para evitar la propagación de la viruela y prevenir los contagios que pudieran ocasionar en las poblaciones de esas provincias. Lo que le comunico a usted para que se sirva dar estricto cumplimiento a las disposiciones citadas”.[3]
Son apenas tenues reseñas, de un amplísimo e inédito tema, que no ha sido abordado por el constructo histórico Quindiano: la enfermedad y medicina como legado del camino del Quindío.
Álvaro Hernando Camargo Bonilla
[1] Pedro de Cieza de León. Crónica del Perú. Biblioteca Ayacucho. Pág. 449. Caracas Venezuela. 2005
[2] Vida de Humboldt Extractos de sus diarios. Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República. DIARIO II Y VI
[3] Archivo de Salento Quindío.
Álvaro Hernando Camargo Bonilla
Vigía del Patrimonio, Miembro de la Academia de Historia del Quindio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario