MAGROLL EL GAVIERO, EN
COELLO COCORA.
REMINISENCIAS.
Después
más de 350 años de uso del camino del Quindío, en el año de 1914 surge la
aspiración de prolongar la línea férrea entre Ibagué y Armenia, que cruzaría la
cordillera por la depresión de Calarcá, obra que se empezó en 1929, y se
paralizó desde el año 1949 y hoy permanece inconclusa.
Por
esos tiempos se pensó y construyó el que se conociera como “Camino Nacional de
Calarcá”, ruta previa a la actual carretera que cruzaba la Cordillera los Andes
del Quindío, de Ibagué a Calarcá, construido por la Ley 21 del año 1911, en
plenos albores de la fundación de la “Villa del Cacique” (1890), legislación que
ordenó su apertura, consolidada con la firma de un contrato en Ibagué el 11 de
marzo de 1913, entre Leónidas
Cárdenas, gobernador del Tolima, y el ingeniero Hernando Jaramillo,
su constructor.
Trazado
que emprendía de la plaza de Ibagué, y en extensión de aproximadamente 80
kilómetros llegaba Calarcá, luego de cruzar lugares como el “Boquerón de
Coello”, “Morrochusco”, río Coello, “Juntas de Cocora” (corregimiento Coello –
Cocora), donde se vadeaba el río Coello por un puente colgante de construcción
mixta (mampostería madera), soportado sobre estribos de argamasa y sustentado
por cables metálicos, con longitud de 20 y altura de 5 metros sobre el nivel de
las aguas. De seguida, pasaba por “Curalito”, la “Cerrajosa”, el “Tigre”; río
Anaime, donde se construyó un puente sobre el río Anaime para alcanzar a “Ibagué
viejo” (Cajamarca); continuaba por La “Paloma”, “Perales”, río Bermellón, la
“Lora”, se ascendía a la “Línea”, rematando la cumbre e iniciaba el descenso,
pasando por la “Cucarronera”, quebrada del Oso a Calarcá. Camino que motivó a
colonos a establecerse en sus inmediaciones, vecindad que proporcionó atención
a los viandantes y arrieros que con sus bueyes y mulas lo trasegaban
constantemente.
En
el año de 1928, con la obra de la actual carretera, paralela al camino de Calarcá,
en el corregimiento de Coello – Cocora, paraje cruzado por las sendas antes descritas,
por donde hoy los viajeros pasan raudos y desapercibidos, fue el lugar de
inspiración literaria y poética del escritor colombiano, Álvaro Mutis Jaramillo,
paraje donde pasó los mejores años de su infancia y juventud, y en el que, por voluntad
manifiesta antes de muerte, sus cenizas fueron esparcidas en las corrientes del
río Coello.
"Todo lo que he escrito está destinado a
celebrar, a perpetuar ese rincón de la tierra caliente del que emana la
substancia misma de mis sueños, mis nostalgias, mis terrores y mis dichas. No
hay una sola línea de mi obra que no esté referida, en forma secreta o
explícita, al mundo sin límites que es para mí ese rincón de la región de
Tolima, en Colombia", expresó Mutis, quien falleció en Ciudad de México en
2013 a la edad de 90 años.
El
poeta nació en Bogotá el 25 de agosto de 1923, vivió nueve años en Bruselas
donde cursó primaria y parte de la secundaria en el colegio jesuita de San
Michel. Autor de "Maqroll el Gaviero", ha sido junto con García
Márquez, de las mejores "plumas" de Colombia.
De
origen paisa, su abuela nació en Salamina, su madre en Manizales, su padre,
diplomático de carrera, quien fuera su tataranieto de Manuel Mutis, hermano del
sabio José Celestino Mutis, que recorrió por esos lugares buscando sulfuro de
Mercurio, en el río Bermellón
La casa de la finca cafetalera y cañera, ubicada en el corregimiento de Coello-Cocora, de propiedad de Jerónimo Jaramillo Uribe abuelo materno del poeta, lugar de sus musas y reminiscencias juveniles nacidas de las travesuras y jugueteos de niños, del poeta y su hermano Leopoldo, en los socavones de las minas abandonados, disfrutando del agradable clima, el azulado firmamento, los verdes de las montañas, los trinos de la avifauna, los frondosos cafetales y cañaduzales y trapiches que extraían el jugo de la caña, que aromatizaba el aire, todo junto, un cumulo de recuerdos inolvidables.
Del
otrora romanticismo, solo queda la fría y asombrosa modernidad, representada en
la majestuosidad de la nueva infraestructura vial, con sus monumentales obras,
precisamente, en ese histórico sitio, se levanta imponente un viaducto que
cruza el cañón del “Coello- Cocora”, que, por fortuna, lleva hoy el nombre de
nuestro extinto representante de la literatura colombiana en el mundo, denominado:
viaducto Álvaro Mutis Jaramillo.
Álvaro
Hernando Camargo Bonilla
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