ACAIME EL MOHAN QUE CUIDA DE LAS AGUAS.
Símbolo de la resistencia indígena, ante la crueldad de los
conquistadores españoles.
Á los doce años de su
fundación se rebelaron los Quimbaya á persuasión de un indio extranjero,
natural de Panchi, llamado Acaima, gran Mohán y hechicero. Pudieron al fin
tanto sus persuasiones, que se alzó la Provincia y vino sobre Cartago,
trayéndolo a él por Capitán debajo de un palio de estera, vestido con una
camisa de pecho de mujer, y por capa un faldellín colorado que había sido de
una María de Mercado, española, que habían muerto a vueltas de otra gente,
fuera del pueblo, a quien apretaron por muchos días de manera que les fue
forzoso ir con dos mil pesos a traer socorro de soldados a Cali, con que se
defendió la ciudad y desbarataron a los indios en una sangrienta batalla, donde
peleó el Acaima valerosamente hasta que lo mataron, con que quedaron los Quimbayas
quietos hasta hoy, y bien perseguidos de los Putimaes.
Según el cronista Fray Pedro Simón, Acaime fue un Mohán indígena,
natural del territorio de los Panches, elegido para mediar con los espíritus y
presidir los ritos religiosos, ceremoniales y de hechicería. Los indígenas
acudían a él para pedir concejo y para que intercediera en las aguas cuando los ríos estaban
secos. Por eso se designa como el Mohán que cuida las aguas.
Lo transportaban en andas, sentado en un palio de estera y
vestido con la camisa y faldón de una española, María Mercado, asesinada por
los indios. Se le endilgaba poderes de vidente,
lo que le permitía comunicarse con sus dioses y espíritus y de sus antepasados,
además, encabezaba y tutelaba las ceremonias religiosas y ejercía de curandero.
Acaime se propuso derrotar a los invasores españoles que usurparon
sus territorios emplazados en la cordillera del Quindío. La brutal arremetía conquistadora,
hizo que Acaime convocara un conclave con la participación de los caciques de los
Yalcones, Panches, Pijaos y Quimbayas, con el propósito de contarles sobre la
visión que los espíritus le mostraban en sus sueños; para ello, se reunió por más
de una semana y en el trascurso del conversatorio, les describió las visiones de
sus sueños, predicciones en que jamás había fallado.
Les refiero que en
sueños, los espíritus les habían revelado lo siguiente: “Caerá rayo y fuego y solo cuando los indios de la tierra
se unan llegará el dios dorado y entonces se ira todo el mal”. Ese
día, el sol resplandeció tan fuerte e imponente que todos creyeron ciegamente
que los dioses y los espíritus sagrados estaban de su parte.
Antes de terminar el
concilio, Acaime les dijo que el tiempo del dios de oro llegaría pronto, pero
tendrían que estar preparados, pues los espíritus le decían que no sería fácil
la lucha contra los invasores. Este dios le revelo que cuando estuvieran juntos
los cristianos y sus caballos, sacaría fuego de debajo de la tierra y los
quemaría vivos. Según Acaime, el dios de oro mandó a matar a los cristianos por
crueles y opresores. Concluida la junta, Acaime siguió su camino no sin antes
decirles que él enviaría la noticia para el tiempo del dios de oro.
Más de 15.000, indígenas
guerreros se alistaron para a guerra, armados de lanzas, macanas, flechas,
hondas, dardos, cuchillos y grandes piedras, enfrentaron a los cristianos por
mandato del dios de oro que lanzaría fuego de debajo de la tierra.
Los españoles disparaban
sus armas de fuego sobre valerosos guerreros indígenas, dejando a más de 10.000
nativos muertos. Las lanzas caían y los cuerpos retumbaban en la tierra; las
cabezas tronaban por el impacto de las piedras, rápidamente el monte prendió
fuego, tal como lo habían vaticinado los espíritus, pero los españoles no
disminuían su ataque. Los cuerpos los iban amontonando, y a los indios heridos
los quemaban vivos en lanzas clavadas.
Algunos sobrevivientes
fueron perseguidos hasta ser alcanzados y mutilados. Las carnes fueron enviadas
en carretas a donde los Pijaos para demostrar que los españoles habían ganado
la batalla del nuevo mundo. A lo lejos se veía la figura robusta de un hombre
desconsolado, era Acaime que no creía lo que sus ojos observaban, parecía que
el dios de oro llego con la furia prometida pero esta vez la descargo sobre el pueblo
nativo y no sobre los españoles como él lo había dicho. Todo un dios le daba la
espalda a un pueblo que lo veneraba, lo esperaban.
Meses después en una
gran batalla entre indígenas sublevados y españoles que se realizó en Cartago, en
1557 puso en aprietos a la ciudad de Cartago
sería vencido y muerto el Mohán Acaime, símbolo de la resistencia
indígena contra la dominación española.
Álvaro Hernando Camargo Bonilla.
[1] NOTICIAS
HISTORIALES DE LAS CONQUISTAS DE TIERRA FIRME EN LAS INDIAS OCCIDENTALES POR
FR. PEDRO SIMÓN DEL ORDEN DE SAN FRANCISCO DEL NUEVO REINO DE GRANADA. CAPÍTULO
IV. Pág. 183