jueves, 16 de septiembre de 2021

Burila, desasosiego e intimidación en la colonización de la “Hoya del Quindío”.

 


La región de Antioquia se encontraba sumida en una profunda crisis económica y social a finales del siglo XIX. La tierra era escasa y de mala calidad, lo que llevó a muchos campesinos a buscar fortuna en otras tierras. La marginación social y la falta de oportunidades empujaron a miles de antioqueños a abandonar sus hogares y aventurarse en la desconocida selva del Quindío.

La colonización de la "Hoya del Quindío" fue un proceso lento y arduo. Los colonos, cargados con sus pocas pertenencias, se adentraron en la selva, abriendo caminos y estableciendo asentamientos. La región del Quindío, con sus valles fértiles y sus ríos caudalosos, se convirtió en el destino de muchos de estos pioneros.

La colonización no fue un proceso pacífico. Los colonos se enfrentaron a la resistencia de las concesiones de tierras, que habían sido otorgadas por el gobierno a compañías extranjeras. La lucha por la tierra fue intensa, y muchos colonos perdieron sus vidas en la disputa.

A pesar de los desafíos, la colonización antioqueña fue un éxito. Los colonos establecieron prósperas comunidades, cultivaron la tierra y extrajeron riquezas minerales. La región del Quindío se convirtió en un importante centro económico y cultural, y su legado sigue siendo visible en la actualidad.

LA CONCESIÓN BURILA.

La Concesión Burila fue una de las concesiones de tierras más grandes y controvertidas de la región. En 1884, un grupo de poderosos empresarios, entre ellos los hermanos Caicedo, el General Eliseo Payán y el General Miguel Hurtado, fundaron la Sociedad Anónima Burila con el objetivo de explotar las riquezas naturales de la región.

La Sociedad Anónima Burila estaba compuesta por 100 accionistas, todos ellos insignes representantes y administradores de la política y la justicia de la época. La compañía se apoderó de una gran cantidad de tierras de la región, abarcando más de 125.000 hectáreas de los municipios de Zarzal, Sevilla, Caicedonia, Génova, Pijao, Buenavista, Córdoba, Calarcá y Armenia.

La Concesión Burila es un ejemplo de cómo la influencia política y económica puede ser utilizada para obtener beneficios a expensas de los más débiles. La historia de la Burila y su lucha por el control de la región es un recordatorio de la injusticia social y la necesidad de proteger los derechos de los más vulnerables.

 

"Asentada entre dos ríos en un asiento muy llano; hay muchas tierras y muy

buenas, donde los cristianos tienen sus granjerías e labranzas; é a tres leguas de allí tienen muy grandes sabanas para criaderos de ganados...". (JORGE ROBLEDO).

 

"En tiempo de invierno, cuando vienen crecidos, tienen sus puentes hechos de cañas, atadas fuertemente con bejucos recios a árboles que hay de una parte de los ríos a otra; son todos muy ricos de oro.”

(CIEZA DE LEÓN).

 

"Con cien hombres de pie é de a caballo, isleños é hombres esforzados en la

guerra, de mucho tiempo en estas partes, é llevó muchos ganados é negros é indios para los pobladores é conquistadores".

(PEDRO SARMIENTO)

LA CONQUISTA (1530-1541.)

Conquistado ya, el Reino de Quito por Sebastián de Belalcázar  y con el conocimiento de que antes de llegar a Cundinamarca se encontraba otra provincia fértil y rica  en oro, gobernada por dos hermanos Popayán y CaIanbas; en el año de mil quinientos y treinta y seis salió de Quito con ciento y cincuenta caballos y otros infantes bien equipados y armados, llevando a Pedro Puelles, Juan de Cabrera, Pedro de Añasco,  Juan de Ampudia, Juan Muñoz de Collantes, Miguel López Muñoz  y Francisco García de Tovar, Hernán Sánchez Morillo, Jorge Robledo, Martín de Amoroto Rui Vanegas, Sancho Sánchez de Ávila, Juan de Cabrera, Francisco Sánchez, Luís Daza, Pedro Bazán. Hernando Álvarez de Saavedra, Cobos, Zepero y otros que pasaron al Nuevo Reino de Granada, habitada por más de seiscientos mil indios agrupados por los reinos de los Pijaos, Omaguas y Paeces.  Los Pijaos, ocupaban las montañas de Ibagué en un área de más de cien leguas en las que hoy se incluyen las ciudades de Cartago, Buga, Toro, Cali, Popayán.

 

Jorge Robledo, Francisco de Cieza, Miguel Muñoz, Juan de Vadillo, Suer de Nava, Rodríguez de Sosa y Álvaro de Mendoza, exploraron la Hoya del Quindío y empezaron la fundación de pueblos en la región.  Jorge Robledo funda a Cartago viejo, el 9 de agosto de 1541, a orillas del río Consota (hoy Pereira).

 

Jorge Robledo llega al pueblo de Irra, por donde se angosta el Cauca, fabricó balsas de guaduas que fueron conducidas por indios nadadores y salvaron el Cauca y prosiguieron las nuevas conquistas.  Despacho mensajeros a los indios de la provincia de Carrapa ofreciéndoles su amistad.

 

Los Carrapas que estaban en guerra con los Picaras, admitieron con gusto la invitación de Robledo y los tuvieron alojados en sus tierras cuarenta días, socorriéndolos con suministros y obsequios de joyas de oro, y la noticia de que atravesada la cordillera dé los Andes hallarían la provincia de Arbi y antes de atravesarlas las de Pícara, Paucura.

Un espacio habitado hace poco más de cuatrocientos cincuenta años (Cartago viejo) punta de lanza del proceso de colonización del territorio a partir del año de su fundación,1540, que condujo a la creación de Filandia 20 de agosto de 1878.

 

Filandia nace en la segunda mitad del siglo XIX no sólo por la expansión colonizadora de antioqueños, sino también por la colonización de individuos procedentes del Cauca, Tolima, Cundinamarca y Boyacá. Que finalmente estos últimos hayan impuesto el prototipo de colonización no excluye a los primeros.

 

 

Ochenta caciques formaban una poderosa confederación, los más poderosos y destacados eran: TACORONVI, VIA, YANVA, ZAZAQUAVI, PINDANA; según lo afirman diversos cronistas españoles.

Lorenzo de Aldana fue comisionado por Sebastián de Belalcázar para la conquista  y, explotación de la Provincia de Anserma, y este a su vez, eligió a Jorge Robledo para tal efecto.

Robledo, protegido por cien conquistadores españoles, el 14 de julio de 1539, marchó desde Cali hacia el norte, circundando las márgenes del río Grande (Cauca), en cumplimiento de su misión.

Luego de ocho días de marcha, llegaron al territorio de los indígenas Gorrones, en las inmediaciones de lo que es hoy el municipio de Roldanillo (Valle); fueron denominados “Gorrones” a causa de un pez nombrado Gorrón, que hacía parte de su dieta, y que ofrecieron a los españoles repitiendo "Gorrón Gorrón". En este lugar, esperó las balsas que venían por el río Cauca, para continuar luego a la provincia de Anserma, territorio de las tribus: CARRAPAS, PICARAS, POZOS, PÁCORAS, COCUYES.

la fundación de la ciudad de Anserma,

Aproximadamente a seis leguas del territorio de los Gorrones, se encontraba unos soldados españoles provenientes de Cartagena de Indias, liderados por Juan Graciano y Luis Bernal, con cien hombres que venían tras la persecución del Oidor Juan de Badillo. Robledo envió a Ruy Vanegas, con la orden de que se presentaran ante él.

Robledo, al ignorar las intenciones de aquella tropa, decidió actuar antes de que Vanegas llegara y mandó a cabalgar a varios hombres, ordenándoles que buscaran un sitio llano, haciendo talar toda la sabana. Fue el 15 de agosto de 1539, en aquel lugar, donde Robledo fundó la ciudad de San Juan (Anserma).

Pocos días después, por órdenes de Robledo, la ciudad fue trasladada al sitio que hoy ocupa Anserma (Caldas), y pasado un siglo, a un paraje vecino al Cauca, en el lugar que actualmente ocupa la ciudad de Ansermanuevo, en el Valle del Cauca.

 

 

LA COLONIZACIÓN DE LA HOYA DEL QUINDÍO: UNA EPOPEYA DE LUCHA Y SUPERVIVENCIA.

 

La historia de la colonización de la “Hoya del Quindío” fue una gesta de pobreza, lucha y supervivencia.

A finales del siglo XIX, la región de Antioquia se encontraba sumida en una profunda crisis económica y social. La tierra era escasa y de mala calidad, lo que llevó a muchos campesinos a buscar fortuna en otras tierras.

La marginación social y la falta de oportunidades empujaron a miles de antioqueños a abandonar sus hogares y aventurarse en la desconocida selva del Quindío. La promesa de tierras fértiles y ricas en recursos naturales era un atractivo irresistible para aquellos que buscaban una vida mejor.

La migración fue un proceso lento y arduo. Los colonos, cargados con sus pocas pertenencias, se adentraron en la selva, abriendo caminos y estableciendo asentamientos. La región del Quindío, con sus valles fértiles y sus ríos caudalosos, se convirtió en el destino de muchos de estos pioneros.

La colonización no fue un proceso pacífico. Los colonos se enfrentaron a la resistencia de las concesiones de tierras, que habían sido otorgadas por el gobierno a compañías extranjeras. La lucha por la tierra fue intensa, y muchos colonos perdieron sus vidas en la disputa.

A pesar de los desafíos, la colonización antioqueña fue un éxito. Los colonos establecieron prósperas comunidades, cultivaron la tierra y extrajeron riquezas minerales. La región del Quindío se convirtió en un importante centro económico y cultural, y su legado sigue siendo visible en la actualidad.

La migración antioqueña a la Hoya del Quindío fue un capítulo importante en la historia de Colombia. Fue un proceso de lucha y supervivencia, pero también de esperanza y realización. Los colonos que se aventuraron en la selva desconocida demostraron una determinación y un coraje que sigue inspirando a las generaciones actuales.

 

TRES GRANDES CONCESIONES EXPOLIARON Y SE APROPIARON DEL TERRITORIO DE LOS QUIMBAYA.

Concesiones de tierras en la provincia Quimbaya

Las concesiones de tierras en la provincia Quimbaya fueron:

·       Concesión Villegas: otorgada en 1763 a Felipe de Villegas y Córdoba, abarcaba una extensión de cerca de 40 kilómetros al sur de Medellín, en dirección de los ríos Arma y Buey.

·       Concesión Aránzazu: otorgada a José María de Aránzazu, abarcaba una extensión superficial de cerca de 240 kilómetros cuadrados, desde el Arma hasta el Chinchiná, entre el Cauca y la Cordillera Central.

·       Concesión Burila: equivalente a la mitad del sur del Quindío y la mitad del norte del Valle del Cauca, fue cedida a una sociedad constituida en Manizales en 1884.

 

LA DE VILLEGAS, en el año 1763, el español Felipe de Villegas y Córdoba propuso al Virrey José Alfonso Pizarro Márquez del Villar la construcción de un camino que uniera Rionegro con la capital virreinal Santafé. Para lo cual solicitó la cesión de los terrenos que se encontraban en el camino que se dirigía a Popayán y estaban limitados por los ríos Arma y Buey, para descubrir, poblar, y en contraprestación, construir un camino que de Medellín llevara a Mariquita. Los terrenos se extendían en una longitud de cerca de cuarenta kilómetros al sur de Medellín, en dirección de los ríos Arma y Buey.

Los colonos de Sonsón fueron presionados por estas concesiones y debieron continuar su marcha por las vertientes del sur en búsqueda de tierras disponibles, llegando a los territorios de Abejorral y Sonsón. Terrenos en donde se ubicaban los poblados de Pascua y Puebloblanco, habitados por los indígenas Armas.

LA DE ARÁNZAZU, más al sur, se concedió una extensión superficial de cerca de doscientos cuarenta kilómetros cuadrados a José María de Aránzazu, español que ejerció como presidente de Colombia por encargo entre 1841 y 1842, durante el gobierno de Pedro Alcántara Herrán; territorio que abarcaba desde el Arma hasta el Chinchiná, entre el Cauca y la Cordillera Central, encajados entre los ríos Pozo y Chinchiná; sur del río Pácora y los ríos Pozo y San Lorenzo.

Esta concesión ocasionó uno de los conflictos agrarios más graves del país, ya que los herederos, por intermedio de matones a sueldo, asesinaban a los colonos y quemaban sus ranchos y cosechas, además de impedirles el asentamiento en predios de los actuales municipios de Marulanda, Aránzazu, Neira, Filadelfia y Manizales.

Fermín López, reconocido gestor de la colonización, que primero se radicó en un sitio llamado Sabanalarga, hoy Salamina, luego se trasladó a los territorios en donde se empezó a fundar Manizales, en terrenos de la concesión Villegas, y luego, en el año de 1853, fundó Santa Rosa de Cabal.

 

LA BURILA: UN LEGADO DE DESPOJO Y OPRESIÓN EN EL QUINDÍO.

 

LA BURILA, vocablo indígena derivado de una tribu de los Pijaos (Bulirás). Concesión equivalente a la mitad del sur del Quindío y la mitad del norte del Valle del Cauca.

La Concesión Burila, un nombre que evoca recuerdos de injusticia y despojo en la región del Quindío. En 1884, un grupo de poderosos empresarios, entre ellos los hermanos Caicedo, el General Eliseo Payán y el General Miguel Hurtado, fundaron la Sociedad Anónima Burila con el objetivo de explotar las riquezas naturales de la región.

La Sociedad Anónima Burila estaba compuesta por 100 accionistas, todos ellos insignes representantes y administradores de la política y la de justicia de la época en emnción, entre ellos:

Hermanos Caicedo (socios mayoritarios)

Lisandro Caicedo

Belisario Caicedo

General Eliseo Payán

General Miguel Hurtado

Federico Restrepo

Manuel M. Castro

Primitivo Valencia

Joaquín de Caicedo Caicedo

Juan de Dios Ulloa

Rafael Reyes

Eustaquio Palacios

Belisario Zamorano

Julio Bertin

Belisario Buenaventura

C. H. Simmons

Elías Reyes

Fortunato Cabal

José M. Rivera Garrido

José M. Domínguez

Manuel A. Sanclemente

Manuel M. Sanclemente

Banco Industrial de Manizales

Banco del Estado del Cauca de Popayán

Estos accionistas, con su influencia política y económica, lograron apoderarse de una gran cantidad de tierras de la región, el cual abarcaba más de 125.000 hectáreas  de los municipios de Zarzal, Sevilla, Caicedonia, Génova, Pijao, Buenavista, Córdoba, Calarcá y Armenia.

El objetivo principal de la Sociedad Burila era explotar las minas, salinas y carboneras de la región, así como colonizar y desarrollar la zona. Sin embargo, esto se hizo a costa de los colonos que habían ocupado y trabajado la tierra durante años y posterior al acoso, persecución y despojo de la tierra que ocupaban fueron despojados con la complicidad  y respaldo de las autoridades de la época.

Los colonos, que habían llegado la Hoya del Quindío, huyendo de las guerras civiles, y en done establecieron sus mejoras agrarias,  buscando nuevas oportunidades, se encontraron con que la Sociedad Burila, que les reclamaba la propiedad de la tierra, respaldada por títulos sospechosos de la corona española.

La Sociedad Burila utilizó su influencia política y económica para despojar a los colonos de sus tierras, utilizando métodos violentos y coercitivos. Los colonos, que no tenían los recursos ni la influencia para defenderse, se vieron obligados a abandonar sus tierras o a trabajar para la Sociedad Anónima Burila en condiciones de explotación.

En 1912, el Ministerio de Obras Públicas de Colombia emitió una resolución que declaraba que los terrenos de Burila no eran baldíos, sino de propiedad de la Sociedad Anónima Burila. Esta decisión, que se tomó después de una inspección ocular realizada por el alcalde del Zarzal, fue un golpe significativo para los colonos y un triunfo para la Sociedad Anónima Burila.

Conclusión

La Concesión Burila es un ejemplo de cómo la influencia política y económica puede ser utilizada para obtener beneficios a expensas de los más débiles. La historia de la Burila y su lucha por el control de la región es un recordatorio de la injusticia social y la no proteccion los derechos de los más vulnerables.

 

ACCIONISTAS DE LA CONCESIÓN BURILA.

Hermanos Caicedo (socios mayoritarios)

Lisandro Caicedo

Belisario Caicedo

General Eliseo Payán

General Miguel Hurtado

Federico Restrepo

Manuel M. Castro

Primitivo Valencia

Joaquín de Caicedo Caicedo

Juan de Dios Ulloa

Rafael Reyes

Eustaquio Palacios

Belisario Zamorano

Julio Bertin

Belisario Buenaventura

C. H. Simmons

Elías Reyes

Fortunato Cabal

José M. Rivera Garrido

José M. Domínguez

Manuel A. Sanclemente

Manuel M. Sanclemente

Banco Industrial de Manizales

Banco del Estado del Cauca de Popayán

 

En 1884, los herederos de José María Caicedo se cedieron los terrenos de las montañas de Burila a una sociedad constituida en Manizales. La formaban cien accionistas manizaleños, bugueños y pereiranos, de reconocida influencia económica y política.

Distribución Accionaria de los Socios de la Burila

La distribución accionaria de los socios de la Burila se estableció de la siguiente manera:

·       El capital inicial se conformó con los terrenos mencionados, dividiéndose en 1.000 acciones de 200 fanegadas a 100 pesos cada una.

·       Cada acción daba el derecho a un lote de terreno de 100 fanegadas con dominio exclusivo.

·       De las 1.000 acciones, 400 fueron reservadas por los señores Caicedo, sin costo alguno, como parte del terreno que ellos cedían.

·       Las 600 acciones restantes se distribuyeron entre los demás socios.

Objetivos de la Burila

Los objetivos de la Burila eran:

·       Explotar minas, salinas y carboneras existentes en los terrenos cedidos por los señores Lisandro y Belisario Caicedo.

·       Colonizar y desarrollar la región, reservando 4.000 fanegadas para establecer una ciudad (Caicedonia) en un lugar estratégico, cerca de la confluencia de los ríos Barragán y Quindío.

·       Aprovechar la ubicación geográfica de la región para establecer rutas comerciales y de transporte, ya que se preveía el cruce de tres caminos importantes en el área.

 

Las motivaciones de los accionistas de la Burila fueron:

·       Consolidar el dominio y provecho del territorio: Los accionistas de la Burila buscaban establecer un control total sobre la región, aprovechando su conocimiento de la zona y su influencia política y económica.

·       Aprovechar la ubicación estratégica: La Burila se enteró de que por los terrenos pasaría un camino y se proyectaba la línea del tren, lo que aumentaría el valor de la tierra y la haría más atractiva para la inversión.

·       Reclamar la propiedad de las tierras: La Burila comenzó a reclamar la propiedad de las tierras previamente adjudicadas a colonos, lo que generó un conflicto con los colonos que habían ocupado y trabajado la tierra durante años.

·       Explotar los recursos naturales: La Burila buscaba explotar los recursos naturales de la región, incluyendo la madera, la leña y otros materiales necesarios para el establecimiento y laboreo de las minas, salinas y carboneras.

·       En resumen, las motivaciones de los accionistas de la Burila eran fundamentalmente económicas y se centraban en la explotación de los recursos naturales y la especulación con la tierra, lo que los llevó a entrar en conflicto con los colonos que habían ocupado y trabajado la tierra.}

 

La propiedad de esta compañía era un paralelogramo de 125 mil hectáreas entre Bugalagrande y el páramo del Quindío que incluía los municipios de Zarzal, Sevilla, Caicedonia (Valle), Génova, Pijao, Buenavista, Córdoba, Calarcá y Armenia (Quindío), compañía formalizada por escritura pública número 693 de 25 de noviembre de 1884, otorgada en la notaría de Manizales y constituida por cien accionistas de reconocida influencia económica y política de Cauca y Caldas.

Esta compañía despojó a cincuenta mil colonos pobres, cuya única riqueza y poderío eran su trabajo y deseos de establecer su núcleo familiar lejos de la influencia de las guerras de fin de siglo XIX, para poder vivir en paz.

En medio de estos conflictos fueron fundadas Armenia (1889), Montenegro (1890), Pijao (1891), Génova (1903), Quimbaya (1914), Sevilla y Caicedonia como estrategia de los colonos para luchar contra la Burila. Establecidos como poblados debían recibir las 12.000 hectáreas que estipulaban las leyes.

La legalidad de estos despojos de tierras se fundamentó en "títulos fingidos”, que supuestamente fueron emanados por merced real de la corona española. Así fue como los territorios del sur de Antioquía, de Risaralda, Quindío, norte del Tolima, y del Valle del Cauca, fueron ocupados y apropiados respaldados por títulos realengos de dudosa legitimidad.

El territorio de la denominada “Hoya del Quindío”, la concesión de tierras denomina “Burila” se apodero de la mayor parte del territorio.

En 1842, la “Hoya del Quindío” estaba ocupada por animales de todos los pelambres, espesos guadales y colosales árboles, serpientes, bichos y otras formas de vida. Territorio de profusa biodiversidad nunca antes vista, agua en abundancia, terrenos impolutos y fecundos, donde nacían las semillas sin necesidad de arar, solo se desbrozaba, quemaba, surcaba y sembraba.

Colonizadores oriundos de disímiles comarcas, evadiendo las reyertas civiles de fin de siglo XIX, buscando nuevas oportunidades se aventuraron por el camino del Quindío y plantaron sus reales en Boquía. De aquí se extendió el poblamiento a Salento, Filandia, Circasia, Calarcá, Armenia, Pijao, Génova y Quimbaya.

Las tierras no tenían dueño, eran baldías, estaban en pura montaña, se rumoraba la abundancia de oro de guacas (todo el que daba un azadonazo obtenía grandes tesoros) y minas de veta y aluvión.

En un principio, los colonos vivieron en paz con sus familias, pero pronto llegaron los malos días y las desgracias causadas por los poderosos tentáculos de una nefasta empresa que borró por completo la felicidad primera de tan agraciado edén.

La anarquía económica, política y administrativa motivada por tres guerras civiles (1876, 1885 y la de los “Mil Días”), dio inicio a un proceso de distribución, adjudicación y apropiación de tierras baldías, presentándose litigios terciados por políticos y mineros caucanos, quienes a través de las élites manizaleñas se aprovecharon de las necesidades y del trabajo de los colonos recién asentados, constituyeron la Sociedad Anónima Burila en el año 1884.

BURILA, vocablo indígena derivado de una tribu de los Pijaos (Bulirás), fue el nombre asumido de la sociedad constituida por el señor Lisandro Caicedo y formalizada por escritura pública número 693 de 25 de noviembre de 1884, otorgada en la notaría de Manizales y constituida por cien accionistas de reconocida influencia económica y política de Cauca y Caldas.

A continuación, algunos aspectos referentes:

 

·       1884: La Sociedad Anónima Burila se constituye con el objetivo de explotar minas, salinas y carboneras en los terrenos cedidos por los señores Lisandro y Belisario Caicedo.

·       1884-1906: Los representantes legales de Burila, Marcelino y José Miguel Arango, padre e hijo, se hacen propietarios de terrenos en la región y comienzan a despojar a los colonos de sus tierras.

·       1884-1912: Los colonos son objeto de intimidación, despojo y violencia por parte de los esbirros de Burila, quienes queman sus ranchos y cultivos, y los obligan a desocupar o pagar onerosos precios por la tierra.

·       1900: Don Catarino Cardona, maestro de escuela y tinterillo, se convierte en el adalid en la defensa de los colonos y redacta un memorial dirigido al gobierno central, que firman treinta mil colonos, en el que se pide la anulación del acto administrativo por medio del cual se reconoce a Burila como la única dueña del territorio.

·       1912: El Ministerio de Obras Públicas revoca todos los derechos sobre los terrenos de Burila.

·       1930: El ministro Juan Antonio Montalvo decide poner fin al asunto, mediante resolución del 26 de febrero, en la cual pone en pie de igualdad a colonos y Compañía.

 

EL GOBIERNO LEGISLÓ EN FAVOR DE LA SOCIEDAD DE BURILA

En diciembre de 1912, el Ministerio de Obras Públicas de Colombia emitió una resolución declarando que los terrenos de Burila, ubicados en los municipios de Calarcá, Zarzal y Bugalagrande, no eran baldíos, sino de propiedad de la Sociedad de Burila.

Decisión que se tomó después de una inspección ocular realizada por el alcalde del Zarzal, quien dijo haber comprobado que los terrenos estaban dentro de los linderos de la Sociedad de Burila. La resolución también ordenó a las autoridades respectivas dar la debida protección legal a la Sociedad de Burila y abstenerse de perjudicar sus derechos.

Esta decisión fue un golpe significativo para los colonos que habían ocupado y trabajado la tierra durante años, ya que les negaba el derecho a la propiedad de la tierra que habían desbrozado y cultivado. La resolución también sentó un precedente para la explotación de los recursos naturales de la región por parte de empresas privadas.

La Sociedad de Burila, que había sido fundada en 1884, había estado luchando por el control de la región y había utilizado su influencia política y económica para lograr sus objetivos. La resolución del Ministerio de Obras Públicas fue un triunfo para la Sociedad de Burila y un revés para los colonos y los defensores de la reforma agraria.

La historia de la Sociedad de Burila y su lucha por el control de la región es un ejemplo de cómo la influencia política y económica puede ser utilizada para obtener beneficios a expensas de los más débiles. La resolución del Ministerio de Obras Públicas es un recordatorio de la importancia de la justicia social y la necesidad de proteger los derechos de los más vulnerables.

 

La acción de los propietarios y administradores de la Concesión Burila se caracterizó por la violencia, la intimidación y el despojo de tierras a los colonos, lo que generó un conflicto sangriento que duró décadas.

 

Burila, desasosiego e intimidación en la colonización de la “Hoya del Quindío”.

 

 

 

En 1842 la “Hoya del Quindío” estaba ocupada por animales de todos los pelambres, espesos guadales y colosales árboles, serpientes, bichos y otras formas de vida. Territorio de profusa biodiversidad nunca antes vista, agua en abundancia, terrenos impolutos y fecundos, donde nacían las semillas sin necesidad de arar, solo se desbrozaba quemaba, surcaba y sembraba.  

Colonizadores oriundos de disímiles comarcas, evadiendo las reyertas civiles de fin de siglo XIX, buscando nuevas oportunidades se aventuraron por el camino del Quindío y plantaron sus reales en Boquía. De aquí se extendió el poblamiento a Salento, Filandia, Circasia, Calarcá, Armenia, Pijao, Génova y Quimbaya.

Las tierras no tenían dueño, eran baldías, estaban en pura montaña, se rumoraba la abundancia de oro de guacas (Todo el que daba un azadonazo obtenía grandes tesoros) y minas de veta y aluvión.

En un principio los colonos vivieron en paz con sus familias, pero pronto llegaron los malos días y las desgracias causadas por los poderosos tentáculos de una nefasta empresa que borro por completo la felicidad primera de tan agraciado edén.

La anarquía económica, política y administrativa motivada por tres guerras civiles (1876, 1885 y la de los “Mil Días"), da inicio a un proceso de  distribución, adjudicación y apropiación de tierras baldías, presentándose litigios terciados por políticos y mineros caucanos, quienes a través de las élites manizaleñas se aprovecharon de las necesidades y del trabajo de los colonos recién asentados, constituyen  la Sociedad Anónima Burila en el año 1884.

BURILA, vocablo indígena derivado de una tribu de los Pijaos (Bulirás), fue el nombre asumido de la sociedad constituida por el señor Lisandro Caicedo y formalizada por escritura pública número 693 de 25 de noviembre de 1884, otorgada en la notaría de Manizales y constituida por cien accionistas de reconocida influencia económica y política de Cauca y Caldas.

El objeto empresarial se fundamentaba en la explotación de minas, salinas y carboneras existentes en los terrenos cedidos por los señores Lisandro y Belisario Caicedo a la Compañía, quienes aseveraban que el área era de doscientas mil fanegadas.

Con artificio e ingenio, presumiendo de ánimo colonizador, la Burila se reserva cuatro mil fanegadas, ubicadas en el lugar con las mejores condiciones de salubridad, clima y topografía, donde se preveía el cruce de tres caminos, el del Tolima por Anaime, el del Valle del Cauca por La Paila y la de Antioquía por Circasia, que desembocaban en el valle de Maravelez, en inmediaciones de la confluencia de los ríos Barragán y Quindío, donde ya unidos forman el río de La Vieja y en sus contornos se demarcaría el área para una ciudad (Caicedonia), de conformidad a las indicaciones y planos que aportaría la compañía.

Todo estaba calculado para consolidar el dominio y provecho del territorio. De primera mano Burila tenía el conocimiento de que por dichos terrenos se proyectaba la línea del ferrocarril, que colocaría en comunicación al Cauca con el Tolima por Anaime, y que atravesaría de occidente a oriente una extensión de más de diez leguas en los terrenos de la Burila. Pretensión que se complementó inmediatamente tramitando ante el gobierno de época, una solicitud de privilegio exclusivo, en los terrenos por donde se planeaba la vía.

La sociedad espero un largo tiempo mientras la montaña cedía al golpe de las hachas de los colonos que descuajaban la selva y después entrar a ejecutar actos de dueño, amparada en dudosos títulos y deslindes arbitrarios. Trama que generó desasosiego, intimidación, malestar e incertidumbre en los colonizadores rasos, por el poderío de esta infausta empresa que extendió sus tentáculos en territorios de Quindío y norte del Valle.

Los accionistas y representantes legales sustentaban un perfil político y socioeconómico de adalides de la patria, tal como: Manuel Antonio SanclementeEliseo PayánRafael Reyes y Ezequiel Hurtado (expresidentes de la República); los presbíteros Rafael Aguilera y Juan N. Parra; señores Lucio A. Pombo, José Miguel, Marcelino, Silverio y Gabriel Arango, Juan de Dios Ulloa, Eduardo Holguín, Manuel María Castro, Eustaquio Palacios, Fortunato, José María y Narciso Cabal, Belisario Zamorano, Manuel U. Carvajal, Emidio Palau, C. H. Simonds, Elías Reyes, Leopoldo Triana, Alejandro y Juan de Jesús Gutiérrez , Manuel María Sanclemente, Norberto J. Gómez; el Banco Industrial de Manizales, y el Banco del Cauca.

Desde 1884 representaron la Burila, Marcelino y José Miguel Arango, padre e hijo, quienes durante los últimos tiempos de la guerra de 1900 y años siguientes hasta 1906, se hicieron propietarios de terrenos denominados: Maravelez, Pijao, Buenos Aires, Ceilán, La Palmera, El Gigante, Italia, Altamira, Cuba, Arcadia, y otros más.

¿Qué se podía esperar de estos “prohombres”, representantes de los poderes religiosos, políticos y económicos, ante las justas reclamaciones de posesión y derecho de baldíos ocupados por desarrapados e ignorantes colonos?

Los mercaderes de tierras despojaron a cincuenta mil colonos pobres, cuya única riqueza y poderío eran su trabajo y deseos de establecer su núcleo familiar lejos de la influencia de las guerras de fin de siglo XIX, para poder vivir en paz.  

El proceder de Burila fue rapaz, brutal e inhumano, igual o peor que el de sus similares Aránzazu y Villegas, caracterizado por el despojo a colonos pobres en la región del sur del estado soberano de Antioquía.

Los esbirros de la Burila se hicieron famosos en los recién fundados caseríos de Calarcá y Armenia por su arbitrariedad y agresividad. Cumpliendo órdenes de los accionistas, y en complicidad con las autoridades judiciales y de policía, despojaron con apariencia legal a los colonos. A los que se oponían les quemaban sus ranchos y cultivos, obligando a desocupar o pagar onerosos precios por la tierra que con sacrificio habían desbrozado.

Secuaces, sin expresión humana alguna, violentos, crueles, quienes en asocio de bravucones agrimensores de Burila, emprendieron a toda clase de bellaquerías y atropellos en contra de los poseedores de las mejoras en litigio.

Forasteros camorristas merodeaban las parcelas en líos con Burila, resguardados bajo grandes ruanas, aparecían por todas partes, miraban todo, no decían nada, solamente escuchaban. Su misión, acosar a los colonos para que desocuparan sus predios. Por las noches se dedicaban a destruir cercados, baldaban los ganados, destruían sementeras, incendiaban las casas de los colonos.  Todo encaminado a dar termino a los largos y constantes pleitos a través del terror. Se sospechaba, pero no se atrevían a señalar abiertamente a los responsables de los atropellos, por miedo a la represalia.

Las autoridades locales lideradas con los socios de la Burila, se hacían los de la oreja mocha.  Muchas autoridades estaban compradas por los representantes de la burila, a quienes pagaban su complicidad sufragando deudas de juegos de azar a los jueces y corregidores, que perdieron la plata de los depósitos judiciales en dichos juegos.

Agrimensores de La Burila, cortejados de autoridades judiciales y alguaciles, previo boleto por parte de los bravucones de la Burila, borrachos y agresivos se dirigían a las mejoras de los colonos para hacer efectivas las diligencias de lanzamiento.  Con engaños procesaban a los colonos, bajo el argumento de que no tenían derechos, al no contar con los títulos de propiedad.  Sin más preámbulos, se procedía al lanzamiento. Muchos sucumbieron y entregaron sus mejoras sin luchar, convirtiéndose en jornaleros o el éxodo silencioso en espera de cualquier cosa.

Don Catarino Cardona, maestro de escuela y tinterillo, fue el adalid en la defensa de los colonos. Ante la contundencia y efectividad de su acción legal y para impedir su actuar, certificaron falsamente que sufría de lepra, para poder recluirlo en Agua de Dios, en donde al término de un año y gracias a su experticia legal, logro salir para seguir la defensa de los colonos.

Redacto un memorial dirigido al gobierno central, que firmaron treinta mil colonos, en el que se pedía la anulación del acto administrativo por medio del cual se reconocía a Burila como la única dueña del territorio. Sólo en 1930 después de un largo y sangriento conflicto el ministro Juan Antonio Montalvo decide poner fin al asunto, mediante resolución del 26 de febrero, en la cual pone en pie de igualdad a colonos y Compañía:

El 12 de diciembre de 1912, el Ministerio de Obras Públicas, revocó todos los derechos sobre los terrenos de Burila. Los colonos cultivadores de la región a que se refiere la providencia pudieron solicitar, de acuerdo con el Código Fiscal y con las leyes, la adjudicación de sus mejoras.

 

Álvaro Hernando Camargo

Bonilla.

La Colonización de la Hoya del Quindío:  Lucha y Supervivencia.
La colonización de la Hoya del Quindío fue un proceso marcado por la violencia, la intimidación y el despojo de tierras a los colonos. A continuación, se presentan los hechos más relevantes:
La Concesión Burila
En 1884, la Sociedad Anónima Burila se constituyó, con el objetivo de explotar las minas, salinas y carboneras de la región. La compañía estaba compuesta por 100 accionistas, entre ellos políticos y empresarios influyentes.
Despojo de Tierras
La Burila comenzó a despojar a los colonos de sus tierras, utilizando métodos violentos y coercitivos. Los colonos, que habían ocupado y trabajado la tierra durante años, se vieron obligados a abandonar sus propiedades o a trabajar para la Burila en condiciones de explotación.
Acciones de la Burila
  • Despojo de tierras a 50.000 colonos
  • Quema de ranchos y cultivos
  • Intimidación y violencia contra los colonos
  • Uso de agrimensores y autoridades judiciales para legitimar el despojo

Lucha de los Colonos
Los colonos, liderados por Don Catarino Cardona, se organizaron para defender sus derechos. En 1912, se presentó un memorial al gobierno central, firmado por 30.000 colonos, pidiendo la anulación del acto administrativo que reconocía a la Burila como dueña del territorio.
Resolución del Conflicto
En 1930, el ministro Juan Antonio Montalvo decidió poner fin al asunto, mediante resolución del 26 de febrero, en la cual se puso en pie de igualdad a colonos y Compañía. La resolución revocó todos los derechos sobre los terrenos de la Burila y permitió a los colonos solicitar la adjudicación de sus mejoras.
La colonización de la Hoya del Quindío fue un proceso marcado por la injusticia y la violencia. La lucha de los colonos por defender sus derechos es un ejemplo de la resistencia y la determinación de las comunidades marginadas. Es importante recordar este capítulo de la historia para evitar que se repitan errores similares en el futuro.
La Colonización de la Hoya del Quindío: Una Historia de Lucha y Supervivencia
La colonización de la Hoya del Quindío fue un proceso marcado por la violencia, el despojo y la lucha por la tierra. A finales del siglo XIX, la región de Antioquia se encontraba sumida en una profunda crisis económica y social, lo que llevó a muchos campesinos a buscar fortuna en otras tierras.
La Hoya del Quindío, con sus valles fértiles y sus ríos caudalosos, se convirtió en el destino de muchos de estos pioneros. Sin embargo, la colonización no fue un proceso pacífico. Los colonos se enfrentaron a la resistencia de las concesiones de tierras, que habían sido otorgadas por el gobierno a compañías extranjeras.
La Concesión Burila: Un Legado de Despojo y Opresión
La Concesión Burila, otorgada en 1884 a la Sociedad Anónima Burila, abarcaba más de 125.000 hectáreas de tierra en la región del Quindío. La sociedad, compuesta por 100 accionistas, buscaba explotar las minas, salinas y carboneras de la región, así como colonizar y desarrollar la zona.
Sin embargo, la Concesión Burila se convirtió en un instrumento de despojo y opresión para los colonos, que habían ocupado y trabajado la tierra durante años. La sociedad utilizó su influencia política y económica para despojar a los colonos de sus tierras, utilizando métodos violentos y coercitivos.
La Lucha de los Colonos
Los colonos, liderados por figuras como Don Catarino Cardona, se organizaron para luchar contra la Concesión Burila y reclamar sus derechos sobre la tierra. La lucha fue intensa y duró décadas, con los colonos enfrentándose a la violencia y la intimidación de los esbirros de la Burila.
Finalmente, en 1912, el Ministerio de Obras Públicas revocó los derechos de la Concesión Burila, poniendo fin al despojo y la opresión. La decisión fue un triunfo para los colonos y un recordatorio de la importancia de la justicia social y la protección de los derechos de los más vulnerables.
La colonización de la Hoya del Quindío fue un proceso complejo y marcado por la violencia y el despojo. La Concesión Burila es un ejemplo de cómo la influencia política y económica puede ser utilizada para obtener beneficios a expensas de los más débiles. La lucha de los colonos es un recordatorio de la importancia de la justicia social y la protección de los derechos de los más vulnerables.