DESDE
LA ÓPTICA DEL CAMINO DEL QUINDÍO, LA BIODIVERSIDAD
CAMBIANTE
EN LA PROVINCIA QUIMBAYA
INTRODUCCIÓN
¿De
qué sirve conocer la mutación biodiversa por el uso y colonización del Camino
del Quindío?
Las
biodiversidad es primigenia, introducida y heredada, como resultado del tránsito
y colonización del Camino del Quindío, constituyen un significativo valor
cultural que paulatinamente ha dado simiente a la Quindianidad. Los signos
biodiversos y culturales como el maíz, la palma de cera, la guadua, el café, la
yuca, el plátano, la arriería, la arquitectura, la cestería, la cerámica, la orfebrería, la gastronomía, entre otros,
hacen parte de dicha iconografía. El tema es de considerable dimensión, ya que
con el presente escrito se esboza un referente de estudio para entender la
significación del uso del Camino en la fundamentación de las afinidades
distintivas del constructo quindiano.
El
hábitat limítrofe de la vía perennemente fue vadeado por las oleadas
migratorias que lo trasegaron y colonizaron, circunstancias que causaron una
amplia trasformación e impacto por el uso y aprovechamiento constante de su
biodiversidad. Este asunto concibió un proceso de trasformación del medio
natural primigenio, determinado por aspectos como pérdida e introducción de
flora y fauna, procesos erosivos, contaminación y modificación del paisaje
circundante.
Por
las consideraciones descritas conviene dar una mirada histórica a la mutación
biodiversa aledaña al Camino, refiriendo un atisbo desde la época Prehispánica
hasta los inicios de la República para apreciar la transformación indiscutible del espacio colindante a la
ruta.
ÉPOCA PRECOLOMBINA
La información se inquiere
en las disertaciones históricas,
arqueológicas, antropológicas, crónicas e interpretación de vestigios hallados
de la zona denominada “Hoya del Quindío y/o Provincia Quimbaya”, nombre
referenciado en las crónicas de los invasores ibéricos a su llegada en el año de 1539.
1.
Territorio
Asumiendo el concepto de ecorregión y/o biorregión, el Camino y su
área de influencia encajan dentro del entramado medioambiental que
define el término referido. Su espacio sé delimita geográficamente y lo
determinan aspectos como morfología, geología, clima, suelo, hidrología,
flora y fauna. Estas condiciones se
distinguen en el territorio de la designada “Hoya del Quindío y/o Provincia Quimbaya”, calculada
en longitud en una extensión aproximada de 4.635 k2.
2.
Delimitación
Circunscrita por el nacimiento del río Barragán en
la cordillera de los Andes (Cordillera central), por el pináculo de la cordillera desde el
nacimiento del río Barragán hasta el nacimiento del río Chinchiná (Tacurumbi), éste
aguas abajo hasta su desembocadura en el Cauca, luego aguas arriba hasta la
desembocadura del río de la Vieja, y éste arriba hasta la confluencia del río
Barragán y aguas arribas hasta llegar a su nacimiento. Área suficiente para el sustento de las
comunidades de las diferentes tribus que conformaban el cacicazgo Quimbaya
asentadas en su entorno y mantener procesos socioeconómicos sostenibles en
perfecta relación en cuanto al manejo, uso y aprovechamiento de los recursos
biodiversos existentes.
“La provincia Quimbaya terná 15 leguas (83.5 Km .) de longitud y 10
leguas (55.7 Km.) de latitud, desde el río Grande (Cauca) hasta la montaña
nevada de los Andes, todo ello muy poblado y no es tierra tan áspera y ni fragosa
como la pasada. Por la cresta de la Cordillera Central, desde el nacimiento del
río Barragán, hasta el nacimiento del río Chinchiná (Tacurumbi); este aguas
abajo hasta su desembocadura en el
Cauca; Cauca arriba hasta la desembocadura del río de la Vieja; y este arriba
hasta la confluencia del río Barragán”. [2]
“Esta provincia se comprende en la demarcación ó confines de los
Pantagoros, de que tratamos en el capítulo segundo del primer libro, y yace
entre las ciudades de Ibagué, Santa Ana de Anserma, puesta en tres grados de
esta banda del norte al oeste de Santafé, y veinte y cinco leguas al Nordeste
de Popayán: tendrá cuarenta y cinco millas de longitud y treinta de latitud,
que corren entre los términos que le da el rio Cauca, hasta las sierra nevadas
de los Andes, toda ella de tierra montuosa, y donde se producen más guaduas que
en otra parte de Indias. Su temperamento ni es frio ni cálido; pero tan favorable
á los españoles, que con él se conservan muchos años libres de enfermedades.
Hay en ella un volcán de humo que respira en la gran sierra, bien conocida por
sus laderas nombradas de Toche, en que por una barandilla de piedra, que los
españoles han labrado en ellas, se transitó de Ibagué á Quimbaya: de esta
sierra bajan muchos arroyos que riegan y fertilizan la provincia, y por los más
de ellos hay fabricados puentes de guaduas que facilitan el paso aunque asustan
con los columpios. “Hay en ella un volcán de humo
que respira en la gran sierra, bien conocida por sus laderas nombradas de
Toche, en que por una barandilla de piedra, que los españoles han labrado en
ellas, se transitó de Ibagué á Quimbaya: de esta sierra bajan muchos arroyos
que riegan y fertilizan la provincia, y por los más de ellos hay fabricados
puentes de guaduas que facilitan el paso aunque asustan con los columpios.
Á esta provincia, pues, de Quimbaya, de
que iba noticioso, arribó Jorge Robledo deseoso de poblar en ella alguna ciudad;
pero la gente, mal contenta de lo que se le representaba. Á primeras vistas, le
dio a entender cuánto mejor le hubiera sido fundarla en alguno de los países
que habían desamparado, pues el de Quimbaya mostraba ser todo él de
cañaverales, y que, pues en las prósperas y adversas fortunas tenia
experimentado el amor con que lo habían seguido, tuviese atención a sus
trabajos, y a que no los malograsen por alguna resolución inconsiderada.
Inclinárase con facilidad a esta propuesta el Capitán Jorge Robledo, siempre
atento a no desabrir a su gente, si otros más cautos en hacer juicio de las
provincias de las Indias no le advirtiesen el poco caso que se debe hacer de
las apariencias mientras experimentado el país no descubre las calidades y
secretos que oculta, y lo que convendría que antes de elegir otro se
reconociese aquel terreno por alguno de los Cabos del ejército. Prevaleció este
parecer, y diósele orden al Capitán Suer de Nava para que con una tropa de
infantes y algunos caballos penetrase hasta el centro de la provincia,
examinando los defectos ó conveniencias de ella”. [3]
3.
Referente
Arqueológico
En el Formativo Medio,
diez mil años atrás y hasta la
Conquista, en el espacio del relieve colombiano, que encierra las cordilleras
occidental y central, y los ríos Otún y la Paila, en el Cauca medio, que hoy
hacen parte de los departamentos de Caldas, Quindío, Risaralda y norte del Valle, tuvo su asentamiento la cultura Quimbaya,
organizada en cacicazgos dedicados a la agricultura: maíz y yuca; con una
relativa organización económica. Su presencia se remonta
a10.000 años antes del presente, fijados por dos
periodos de ocupación diferentes y sucesivos: Quimbaya clásico (1er. Milenio AC
hasta 1000 DC y Quimbaya tardío, 1000 DC hasta llegada de los Españoles. La población de los Quimbayas
según las crónicas ascendía a 100.000 nativos. [4]
4.
Paisaje,
Pobladores, Alimentación y Cultura
Diversidad de climas,
abundante flora y fauna dispensada por el contraste del relieve, donde
habitaban los Quimbayas, que se
dedicaban a las actividades de recolección de frutos y plantas, la caza y la
pesca y la agricultura de subsistencia; y a la orfebrería, la cerámica, la
minería del oro y la sal. Fértiles terrenos provistos de
ríos mansos en el estío y torrentosos en la época de lluvias, como el Consota,
Otún, Quindío y La Vieja. Estos ríos constituían valles prolíficos en oro,
peces, fuentes de agua salada, espesos e intransitables cañaverales (guaduales), cuyos tallos se utilizaban en la construcción de viviendas, armas, utensilios, balsas
para navegar en los ríos y puentes para pasar de una orilla a otra.
Diversidad de palmas, árboles,
lianas y animales que proporcionaban a los aborígenes alimento, vestido,
medicina y diversidad de elementos para el bienestar o malestar según el caso.
Admirable paisaje, fertilidad de sus suelos, infinidad de plantas de bellas flores y multiplicidad de frutos, ríos de arenas abundantes en oro y plata. Animales feroces como venados, erizos, zainos, ardillas, faras (chuchas), comadrejas, osos, conejos, dantas,
nutrias, tigres, escorpiones, serpientes, boas; variedad de aves como toches y azulejos; peces y árboles maderables de
gran valor como cedros, nogales y granadillos.
Impensada biodiversidad, exuberancia paisajística,
feracidad de sus tierras e incalculable riqueza fueron los elementos que
hallaron los invasores españoles en el territorio de los Quimbayas. Pródigos en oro; audaces orfebres; ágiles ceramistas;
versados en la amalgama del cobre
y oro,
denominada (tumbaga), y la
técnica del martillado; uso de la cera
perdida en la elaboración de sus obras de joyería; diestros en
construcciones con la guadua y otros elementos que les proveía la naturaleza.
Muestra indudable el
descubrimiento del tesoro de los Quimbayas en el año de 1890 en el sitio de la
Soledad, en la vía Filandia -
Quimbaya, en limites de los dos municipios. Emblemas famosos de este tesoro son
el poporo y la excepcional colección de
arte prehispánico que reposa en el Museo de las Américas en Madrid, de gran
acabado y hermosura. Vasos adornados simbolizando pájaros, ranas, frutas
y serpientes y objetos de utilización domestica y ceremonial.
La cultura Quimbaya coexistió
en equilibrio y respeto con el entorno descrito; el impacto ambiental era
limitado, armonía que garantizó su subsistencia y permanencia histórica. Usufructuaban lo necesario para
satisfacer sus necesidades básicas y
supervivencia, respetando los ciclos biológicos en procura de la existencia futura, acción que
permitía la sostenibilidad de los recursos naturales de los cuales dependían.
5.
Caracterización
de los Quimbayas
De físico atlético, piel
color cobrizo, vestidos los hombres con pequeños maures que cubrían sus
genitales. Agraciadas mujeres, de negros y lacios cabellos bien peinados,
engalanadas con minúsculas frisas que cubrían el abdomen hasta los muslos, aderezadas
con lindos estampados y plumas de
vistosos tonos, acicaladas con preciosas joyas de oro de los pies a la
cabeza (cascos, coronas, zarcillos, narigueras, petos, brazaletes, chagualas, canutillos, sortijas y chaquiras). Esforzados guerreros provistos de armas con que combatían a sus
enemigos: tiraderas, lanzas, macanas, hondas, arcos y dardos; trampas en hoyos sembrados en su fondo
con agudas púas para que los enemigos que fueran a atacarlos cayeran en éstas.
La generalidad de sus utensilios domésticos era de barro cocido y sus
herramientas fabricadas en piedras de pedernal.
6. Alimentación Quimbaya
¿Cuáles son los alimentos de los cuáles se sirvieron
los primitivos Quimbayas? La respuesta a esta pregunta está sujeta al aspecto
biodiverso circundante y hábitat. Su sistema alimentario es la suma de los
productos proporcionados por su espacio geográfico. Inicialmente consumen lo
que produce su suelo nativo inmediato. Además de la recolección de frutos y la caza, cultivaban maíz y yuca
en labranzas con el sistema de retratación, denominadas “chagras” (terrenos donde cultivaban el alimento domesticado de pronta cosecha). Utilizaron la técnica de la roza y quema, terrazas
para cultivo. Maíz, frijoles, chachafrutos,
yuca, arracacha, ahuyama o zapallo y los consumían cociéndolos con sal. Hacían
parte de su dieta otros frutos como el aguacate, la chulupa, la guayaba, la
piña, los zapotes, el guamo y las semillas del árbol denominado: olla del mono.
La carne la proveían de la cacería en sus selvas; abundante en zaínos, venados,
conejos, guatines, guadaquinajes, monos, armadillos y numerosas aves; la
complementaban con abundante pesca de sus ríos. La sal la conseguían de fuentes
que brotaban cerca de los ríos, que sometidas a la evaporación en vasijas de
barro, obtenían blanquísima sal. Obtenían vino de palma real y la chicha del
maíz fermentado, bebida espirituosa en sus fiestas.
“En la ciudad de Cartago todos los vecinos della tienen sus aparejos para
hacer sal, la cual hacen una legua de allí en un pueblo de indios que se nombra
de Consota, por donde corre un río no muy grande. Y cerca dél se hace un
pequeño cerro, del cual nasce una fuente grande de agua muy denegrida y espesa,
y sacando de la de abajo y cociéndola en calderas o pañones, después de haber
menguado la mayor parte della, la cuajan, y queda hecha sal de grano blanca y
tan perfecta como la de España, y todos los vecinos de aquella ciudad no gastan
otra sal más que la que allí se hace”.[5]
Complementaban su dieta
con la miel de abejas, la cual obtenían de las colmenas ubicadas en los troncos
de las enormes ceibas ubicadas entre los enmarañados guaduales. La cera
procedente de la extracción de la miel la utilizaban en la elaboración de
moldes de su actividad orfebre, conocida como la técnica de la cera perdida.
Entre la variedad de plantas comestibles existentes
los indios hacían uso del maíz (Zea mays), yuca o mandioca (Manihot esculenta),
achira para obtener un almidón usado en la elaboración de bizcochos, calabaza, ahuyama,
ají (Capsicum) y (Ipomea hipogaea),
que los españoles nombraban como la “pimienta de los indios”, utilizaban
dos clases: dulce y picante, batatas (Ipomoea batatas), cañafístula (Cassia
grandis), cacao (Theobroma cacao), anón (Anonna squamosa), caimito
(Chysophyllum caimito), ciruela (Bunchosia spp.), guanábano (Annona muricata),
guayaba (Psidium guajava), membrillo (Gustavia spp.), níspero (Achras sapota), piña
(Ananas comosus); aguacate (Persea spp.), calabaza (Curcubita spp.), zanahoria
blanca (Arracacia esculenta), cilantro cimarrón (Eryngium foetidum),
papa (Solanum tuberosum), fríjol, guatila (cidra), chontaduros (del cual no sólo
consumían la fruta sino también los cogollos denominados palmitos y de la
semilla extraían aceite para encender fuego), palmicha y/o palma iraca
(Carludovica-Palmata) de la cual utilizaban su rebrote como alimento en forma
de palmito denominado nacuma, pitahaya
(Hylocereus
undatus); guaba (inga vera), chulupa
(Passiflora maliformis L), piña (Ananas sativus Lindl Schult), zapote (Mangifera Indica), curubo (Passiflora tarminiana, Passiflora tripartita var.
Mollissima), frijol guandú o frijol de palo (Cajanus cajan), chachafruto (Erythrina edulis Triana ex Micheli.). Con relación a la provisión de carnes tenían las
siguientes: arda o
ardilla, beori, encubertado armadillo, hormigas, huevos de iguana, puerco,
tapir, tortugas, venados.
El Encubertado
(nombre que dieron los españoles al armadillo), cuya carne, cubierta por una
especie de manteca o grasa, era un “excelente
manjar”. En ocasiones, la carne
de armadillo se preparaba y tomaba en la misma cubierta del animal. [6]
Como puede verse, los patrones alimenticios
indígenas no eran enteramente diferentes de los de cualquier otro grupo humano:
frutas, verduras, carne y pescado. La principal fuente de alimentación provenía
de los animales y de la recolección y cultivo de frutas y hortalizas. Un ecosistema extremadamente rico en plantas y
animales, que los indios aprendieron a utilizar para alimentarse y para preparar
con ellos remedios médicos que curaran las enfermedades y heridas más comunes.
7.
El maíz, alimento
básico
El maíz, alimento básico de su
dieta, se sembraba por el sistema de roza, práctica consistente en desbrozar
los montes y guaduales y quemar el desmonte; las cenizas resultantes servían
como abono para darle fertilidad al cultivo y se recolectaba a los cuatro meses. La preparación del
grano para su consumo era diversa, lo
consumían en grano tostado, o estando tierno casi en leche, en bollos o envueltos, en forma de torta asada y obtenían la chicha de
maíz molido y fermentado. La preparación del maíz la realizaba la mujer, utilizaban dos piedras, una de tres palmos
más o menos de ancho y de uno y medio o
dos de alto, de forma cóncava sostenida en tres palos en forma de trípode y la
otra que oficiaba de pilón de trituración, de forma rolliza como especie de rodillo. De la
masaje constante obtenían la masa que sancochaban en agua con cal para después moldearla
en diferentes formas como los bollos que se envolvían en
la hoja o capacho de la mazorca del maíz que luego se cocinaban y/o asaban y consumían como pan. También elaboraban unas tortas grandes, delgadas y
blancas que se tostaban en el fuego sobre tiestos.
8. Complementos Alimentarios
Hábiles cazadores, medio
por el cual se proveían de carne
de animales silvestres: danta, zaino, guagua, armadillo, conejo, oso
hormiguero, venado, conejos,
zarigüeyas, guadaquinajes (guatines y
guaguas), zarigüeyas (chuchas), micos de distintas variedades. Gallináceas: torcaza,
cóndores, tórtola, perdiz, pavas y patos silvestres de los humedales. Abundante y variada pesca: bagre, sardina,
sabaleta, bocachico y jetudo. Carne que se conservaba por
medio de la desecación a través de
salazón y/o ahumado para su consumo posterior.
“Hay grandes manadas de puercos zainos
pequeños, que son de buena carne sabrosa, y muchas dantas ligeras y grandes,
algunos quieren decir que eran de linaje o forma de cebras. Hay muchos pavos, y
otra diversidad de aves, mucha cantidad de pescado por los ríos. Hay muchos
tigres grandes, los cuales matan a algunos indios, y hacían daño en los
ganados. También hay culebras muy grandes, y otras alimañas por las montañas y
espesuras que no sabemos los nombres, entre los cuales hay los que llamamos
pericos ligeros, que no es poco de ver su talle tan fiero, y con la flojedad y
torpeza que andan. Cuando los españoles daban en los pueblos de estos indios, y
los tomaban de sobresalto, hallaban gran cantidad de oro en unos canastillos
que ellos llamaban habas, en joyas muy ricas de campanas, platos, joyeles,
y unos que llaman caricuríes, y otros caracoles grandes de oro bien fino, con
que se atapaban sus partes deshonestas, también tenían zarcillos y cuentas muy
menudas, y otras joyas de muchas maneras que les tomaban, tenían ropa de
algodón mucha”.[7]
9.
Uso de plantas:
Alimenticio, Estético y Ceremonial
Condimentaban sus alimentos con
sal que extraían de fuentes saladas que a través de la evaporación en enormes vasijas de barro obtenían sal pura
y sólida. Sus excedentes los comerciaban con los pueblos vecinos y los que trastocaban la
cordillera Central hacia el saliente.
Otros frutos de la tierra
como la bija y/o achiote, conocido también como Atase, Potsote, Rucu, Urcu,
Uxta, Mashe (Shipibo), usado por los indios que al
mezclarlo con ciertas adherentes obtenían tintas de un tono púrpura para
ataviar sus caras y cuerpos. Para el efecto utilizaban rodillos y/o cilindros de arcilla
grabados con figuras simétricas que
imprimían en su humanidad y ropaje. El algodón se empleó en la elaboración de vestimentas de magníficas
tonalidades. Igualmente manejaron para sus ropajes cortezas de vegetales que
extraían de la selva.
La
quina utilizada en infusiones para combatir las fiebres causadas por el
paludismo. La coca y el tabaco los utilizaban los naturales para ritos
ceremoniales y la curación de algunas enfermedades. Para los indígenas la
coca constituía un elemento de vital importancia en la realización de sus
labores cotidianas. El paico (Chenopodium
ambrosioides), planta medicinal y aromática
usada desde tiempos prehispánicos por los indígenas americanos, posee
cualidades antiparasitarias para el tratamiento de áscaris (lombrices) y la
tenia.
La
guadua, a granel en los bosques, la utilizaron de muchas formas y maneras para
fabricar casas, puentes, atalayas, fortalezas defensivas y hasta para exhibir
como trofeos los cráneos de sus enemigos muertos en combate.
El
bihao, bijao, vijao; (Voz caribe:
vihao). De hojas anchas y de verde intenso utilizadas en la techumbre de
las rancherías y/o bohíos, al igual que en la envoltura de algunos alimentos
como en la preparación de los bollos de maíz. Cañabraba, utilizada para hacer los emparrillados de las techumbres de
las viviendas; además, utensilios para la cocina como las chinas o sopladoras.
“Una
vez llegados á Ibaga, entre los preparativos del proyectado viaje, se cuentan
muchos cientos de hojas de vijao,
cortadas en las montañas próximas, planta de la familia del Bananero que
forma un género nuevo semejante al Thalia y que no debe confundirse con
la Heliconia bihai. Estas
hojas membranosas y lustrosas como las del Musa, son ovales y tienen 54
centímetros de longitud por 37 de ancho. Su superficie inferior es blanca plata
y cubierta de una sustancia harinosa que se desprende por escamas. Este
particular barniz las
pone en condiciones de resistir mucho tiempo a la lluvia. Al recogerlas, ábrese
una incisión en la nerviación principal que es la prolongación del peciolo,
incisión de que se sujetan cuando se trata de convertirlas en techumbre móvil;
pasado el momento se arrollan y guardan. Se necesitan 50 kilogramos de estas
hojas para el techo de una cabaña que cobije seis ó siete personas.
Los cargueros proporcionan algunas estacas y preparan la tienda
en un paraje del bosque seco y útil para pernoctar en él. En pocos minutos, con
ligaduras de lianas y las hojas de vijao se forman estas cabañas frescas y
cómodas. Si durante la noche siente el viajero que la lluvia penetra hasta él,
indica la gotera y una hoja basta para remediar el inconveniente. Nosotros
pasamos muchas noches en el valle de Boquía, bajo una de estas tiendas sin que
el agua que abundante y casi continua caía, nos molestara un momento”.[8]
La
selva contenía árboles gigantescos de maderas muy finas como el cedro negro y
colorado, caobos, caracolíes, ceibas, samanes, laureles, balsos (se empleaba en fabricar canoas y balsas, así
como también armazones de las barbacoas para llevar enfermos), dindes,
dulumocos, aguacatillos, nogales, cominos, carboneros, matarratón,
guayacanes, barcinos, robles, chaquiros, caímos, manzanillos, higuerones (su
leche fue utilizada como purgante para los parásitos intestinales).
El
guarumo o yurumo. En su tronco se alberga el
mojojoy, utilizado en la dieta alimentaria de los indígenas; igualmente, de uso
terapéutico en algunas enfermedades de la piel como el herpes y los sabañones.
Se usaban restregándolos vivos sobre la parte afectada. También albergue de hormigas que sirven de alimento a
las aves.
“…grandes palmares diferentes de los que de
suso he dicho, pero más provechosos, porque sacan de lo interior de los árboles
muy sabrosos palmitos, y la fruta que echan también lo es, la cual quebrada en
unas piedras sacan leche, y aun hacen nata y manteca singular, que encienden
lámparas, y arde como aceite. Yo he visto lo que digo, y he hecho en todo la
experiencia”.[9]
“Hay muy grandes y espesos cañaverales… sus ríos todos muy ricos de oro…
por donde vienen estos ríos se hacen algunos valles, y en ellos hay muchos
árboles de frutas… y grandes palmares de los Pixivaes. Entre estos ríos hay
fuentes de agua salobre… muchas y muy altas ceibas, y otros árboles…En lo
interior de ellos hay grandes cuevas y concavidades donde crían dentro abejas,
y formando el panal se saca tan singular miel como la de España…algunas de
éstas saqué yo, aunque más vi sacar a un Pedro de Velasco vecino de Cartago.
Hay en esta provincia sin las frutas dichas otra que se llama caymito...
Otra fruta hay que se llama ciruelas, muy sabrosas. Hay también aguacates,
guabas, y guayabas…. Como los cañaverales son tan espesos, hay muchas alimañas
por entre ellos, y grandes leones, y también hay un animal que es como una
pequeña raposa, llaman a este animal chucha. Hay unas culebras pequeñas de
mucha y venados, y algunos conejos, y muchos guasaquinajes, que son pocos
mayores que liebres y tienen buena carne y sabrosa para comer.
Por todas partes de las Indias que yo he
andado he notado que los indios naturales muestran gran deleitación en traer en las bocas
raíces, ramos o hierbas. Y así, en la comarca de la ciudad de Antiocha algunos
usan traer de una coca menuda, y en las provincias de Arma, de otras hierbas; en los Quimbaya y
Anserma, de unos árboles medianos, tiernos y que siempre están muy verdes,
cortan unos palotes, con los cuales de dan por los dientes sin se cansar. En los más pueblos de los que están sujetos a
la ciudad de Cali y Popayán traen por las bocas de la coca menuda ya dicha, y
de unos pequeños calabazos sacan cierta mixtura o confección que ellos hacen, y puesto en la
boca, lo traen por ella, haciendo lo mismo de cierta tierra que es a manera de
cal”.[10]
10. Estructura Poblacional y la Vivienda
Vivian en pequeños
poblados en casas construidas en varas, vigas, guadua y bejucos. Unas de forma
redonda (kiosco) llamadas caney; y otras a dos aguas llamadas bohío, de buenas maderas y las paredes de guaduas atadas
con bejucos, situadas en las
culminaciones de las colinas, cercanas a las fuentes de agua, techadas con paja (hojas de iraca),
cimentadas en grandes guaduas y vigas de
madera, cercadas por quinchos (cercos y/o empalizadas) de guadua y
aprovisionadas de atalayas para su vigilancia. Sus pisos en tierra, cubiertos
con esteras elaboradas de junco y habitaciones dotadas de hamacas en las que
dormían. Contaban con espacios que servían de oratorios consagrados a sus
divinidades a quienes ofrecían la ignición de hierbas y resinas aromáticas.
“Sus casas son grandes y redondas hechas de
grandes varas y vigas, que empiezan desde abajo, y suben arriba, hasta que
hecho en lo alto de la casa un pequeño arco redondo, fenece el enmaderamiento,
la cobertura es de paja… Las casas tienen en lo llano y plazas que hacen las
lomas, que son los fenecimientos de las sierras, las cuales son muy ásperas y
fragosas…. Las casas son pequeñas y muy bajas hechas de cañas, y la cobertura
de unos cogollos de otras cañas menudas y delgadas, de las cuales hay muchas en
aquellas partes.
…sus propias casas los aposentaron en ellas,
que eran unos bohíos que comúnmente los españoles llaman caneyes… son de vara en tierra y no muy anchos; tienen de largo a setenta, ochenta
y a cien pasos; son cubiertos de palmicha, o de hojas de bihaos, o de paja o
heno, que en tierra rasa se cría… duermen en hamacas. No tienen ni usan otras
camas.”.[11]
11.
Visión Cosmogónica
Sus divinidades se
fundamentaban en la dualidad del bien y
del mal, asignado el nombre de Xixarama al dios del bien y Xixaraca al dios de mal. Simbolizaban
al jaguar en esculturas de madera y arcilla, colocadas con su rostro en sentido
oriente, les ofrecían sacrificios para lograr los conocimientos divinos, al
invocar los espíritus que se
posesionaban en los chamanes. Rendían culto a sus muertos conservando sus cuerpos, sepultándolos en lo
más alto de los cerros, abrigados en delicadas mantas, ubicaban sus armas,
comida, cántaros con chicha, alimentos, collares de plumas, joyas; también
enterraban a sus mujeres vivas, teniendo como creencia que se marchaba a
existir en otro mundo y precisarían todo
lo que con él sepultaban. Las sepulturas de sus muertos era uno de los
acontecimientos más importantes, en especial las de sus caciques.
“Entre estas cañas tienen puestas algunas
tablas, donde esculpen la figura del demonio muy fiera de manera humana, y
otros ídolos y figuras de gatos en quien adoran. Cuando tienen
necesidad de agua o de sol para cultivar sus tierras, piden (según dicen los
mismos indios naturales) ayuda a estos sus dioses. Hablan con el demonio los
que para aquella religión están señalados, y son grandes agoreros y hechiceros,
y miran en prodigios y señales, y guardan supersticiones, las que el demonio
les manda, tanto es el poder que ha tenido sobre aquellos indios permitiéndolo
Dios nuestro señor por sus pecados o por otra causa que él sabe.
…y en estas plazas tienen su mortuorios y sepulturas
al uso de su patria, hechas de una bóveda, muy hondas, la boca al Oriente. En
las cuales muerto algún principal o señor lo meten dentro con muchos llantos,
echando con él todas sus armas y ropa, y el oro que tiene, y comida. Por donde conjeturamos, que estos indios
ciertamente dan algún crédito a pensar que el ánima sale del cuerpo, pues lo
principal que metían en sus sepulturas es mantenimiento y las cosas que más ya
he dicho, sin lo cual las mujeres que en vida ellos más quisieron las enterraban
vivas con ellos en las sepulturas, y también enterraban otros muchachos e
indias de servicio”.[12]
LA CONQUISTA
En el período precolombino, los aborígenes usaban
sostenible y colectivamente la tierra y sus recursos. Con la aparición de los españoles, en el siglo XVI se perturbó este
sistema de producción. La introducción de modelos socioculturales y económicos
diferentes a los primigenios cambió paulatinamente el panorama existente,
modificando su sistema socioeconómico y forma de vida. Proceso
que implicó la expoliación y
deforestación de las tierras y sus recursos al amparo de leyes ajenas a los
códigos naturales de los indios, tales como derechos de conquista, mercedes de
tierra, la encomienda y la mita, situación que permitió la usurpación de los territorios y
bienes a favor de los conquistadores.
1. Intervenciones a la Biodiversidad
Subyugación,
mestizaje, enfermedades, introducción de flora y fauna desconocidas de
diferente género dieron un vuelco total al estatus primigenio, desplegando una
nueva dinámica en aspectos naturales, socioeconómicos y culturales en el
paisaje, territorio y habitantes.
a.
Flora
La introducción de flora fue
impresionante, ya que los peninsulares aportaron plantas de diversa clase:
cereales, oleaginosas, verduras y hortalizas, especias, féculas, frutas,
maderables y medicinales, trigo, arroz, garbanzo, café, avena, cebada,
lenteja, guandul,
soya, ramio, grama, sábila, marihuana, parietaria, ruibarbo, cañafístula,
barbasco, ruda, borraja, yerbabuena, toronjil, albahaca, llantén, saúco,
manzanilla, ajenjo, ajos, cilantro, cebolla de rama y cabezona, berenjena,
espárragos, pepino cohombro, alcachofa, nabos, rábanos, arroz, repollo, col,
acelga, alcaparras, coliflor, lechuga, espinaca, apio, berros, zanahoria,
remolacha, arveja, habas, lentejas, caña de azúcar, plátano, naranja, pera,
durazno, limoncillo, citronella, azafrán, cúrcuma, jengibre, cardamomo,
pimienta, lúpulo, canela, clavo de olor,
cominos, hinojo, romero, orégano, poleo, tomillo, higos, brevas, durazno,
melocotones, cerezas, ciruelas, manzanas, peras, níspero, fresas, café, pino
ciprés, carrizo y/o caña de castilla, sauce llorón, álamo, eucalipto.
“En acuerdo de 28 de mayo de 1557, la Real
Audiencia de Santa Fe de Bogotá nombró a Asensio de Salinas Loyola para
pacificar los indios rebelados, que habían asaltado a la recién fundada Ibagué
(1550), haciendo guerra a sus moradores, "quebrándoles los molinos e
talándoles los panes" (Ortega Ricaurte, 1952, 3537). O sea que en el
primitivo asiento de la ciudad, más o menos donde ahora está Cajamarca, se
cultivó trigo. En 1602, los Pijaos volvieron a asaltar esa localidad, llamada
La Mesa de Ibagué, destruyendo las casas de trigo (graneros?) y quemando más de 500
fanegas de grano.”
Los indios de
Anserma debían tributar anualmente media hanega de garbanzos y habas, en 1559
(Friede, 1961, JV, 239).
b.
Fauna
Con la introducción de
animales proveedores de carne o leche: gallinas, cerdos, bovinos, caprinos, de
carga como los bovinos, equinos (caballares, mulares y pollinos).
c. Salud
Este aspecto trascendió en la debacle de los pueblos
indígenas. La introducción de enfermedades inéditas afectó considerablemente el
estado equilibrado y saludable de su población. Llegaron con los invasores la gripa,
viruela, sarampión, fiebre amarilla, paludismo, lepra, gonorrea y el tifo,
junto con la tortura, masacres y el avasallamiento religioso y cultural,
emprendiendo así la marca sistemática de la extinción de los Quimbayas. Su humanidad no tenía las suficientes
defensas para resistir las enfermedades traídas por los conquistadores y mucho
menos la esclavitud a la que fue sometida. La transmisión de enfermedades
infecciosas inexistentes en el entorno aportadas por los invasores como la
viruela (primera
epidemia en el año de 1566),
“tabardillo” o fiebre tifoidea, la gripa, la peste bubónica, sarampión, lepra,
gonorrea, sífilis, entre otras, fueron causa de un alto índice de mortalidad en
la población indígena.
“Y pues trato desta materia, diré aquí lo que acontesció en el año pasado
de 46 en esta provincia de Quimbaya. Al tiempo que el visorey Blasco Núñez Vela
andaba envuelto en las alteraciones causadas por Gonzalo Pizarro y sus
consortes, vino una general pestilencia por todo el reino del Perú, la cual
comenzó de más adelante del Cuzco y cundió toda la tierra, donde murieron
gentes sin cuento”. [13]
Otro factor determinante en la desaparición fue el
desplazamiento forzado originado por la mita, institución que arrancó
masivamente a los indígenas de su territorio para ser llevados a lugares
totalmente descontextualizados de su cultura.
A la par, los invasores
obtuvieron como parte de su trofeo el padecimiento de enfermedades propias de
la región como: pían, carate, fiebre amarilla, paludismo (“chucchu” palabra que
significaba temblor entre los indígenas), las
parasitosis múltiples, la leishmaniasis, la amibiasis y la enfermedad de chagas.
También padecieron fiebres, envenamientos, intoxicaciones, disenterías,
picadura de las rayas, ataques de pirañas, caimanes, tigres, víboras venenosas,
arañas y alacranes, de las flechas de los nativos impregnadas con venenos
paralizantes y de las plantas urticantes o ponzoñosas.
“Así como los indios no conocían los caballos, los cerdos y las gallinas,
tampoco hasta el siglo XV habían sufrido los azotes de la lepra, la sífilis, la
viruela, etc .[14]
Mosquitos, moscas, tábanos que causaban el nuche, las niguas, avispas que concluían en dolorosas
picaduras. las lesiones producidas por
los gusanos urticantes, buscan el gusano y lo matan, y luego le sacan “las
tripas” y con el horcaje que dentro de ellas hallan, se untan la picadura, con
que ataja todo el dolor. Para los
catarros utilizan la corteza de un árbol amargo semejante a la canela y que se
llama carapa. Para las fiebres utilizan
la corteza del árbol de quina. Utilizan la leche del higuerón como
purgante. [15]
La población indígena se vio en multitud de oportunidades diezmada por
enfermedades que llegaron en los puentes y bodegas de las primeras carabelas y
más tarde en los galeones y fragatas,
Buen ejemplo de ello es la extensión de la lepra. Parece ser que el primer caso se presentó en
Santa Fé en 1646”. [16]
Nota en la
cual se anuncia la visita del Vacunador para esta sección a fin de evitar el
brote de viruela que se viene dando en
diversas partes del País. Sírvase Ud. Como
primera autoridad dar todo el
auxilio y protección que requiere el mencionado colaborador. [17]
2. Penetración
Española en la Hoya del Quindío
a. Por
el Suroccidente
En el año de 1536 Sebastián de Belalcázar, subalterno de Francisco Pizarro,
emprendió viaje del poblado de Latacunga
en El Ecuador hacia el norte, entusiasmado por la noticia que le suministró un
indígena que le habló sobre la cantidad de oro y esmeraldas que se encontraban
en una comarca más allá de la cordillera. El 17 de julio
de 1539, funda la Villa de Santiago de Cali.
Lorenzo de Aldana,
subalterno de Belalcázar, ordenó a Jorge Robledo que saliese a poblar la
provincia de Anserma. Partió de Vijes el 14 de julio de 1539 con cien hombres de a pie y de
a caballo, llevando consigo muchos
ganados, negros e indios. En el
sitio de Tumbía fundó una villa que, olvidando el primer nombre que le dio
Lorenzo de Aldana, conservó el de Anserma, derivado por los españoles de la
palabra Anser, que en el idioma de la tierra significa la sal. En el año de 1540 prosiguió por la provincia de Quimbaya, deseoso de
poblar en ella alguna ciudad, y
que estaba poblada por los grupos indígenas: Guáticas, Quinchías, Supías. Todos estos pueblos ricos en oro
proveniente de las minas denominadas: Tarria, Mapura, Supía y Moronga ubicadas
sobre el río Cauca. En su camino rumbo al noroccidente pasó por la
provincia de los Gorrones, donde esperó la llegada de los bagajes que había
despachado en balsas y canoas por el rio Cauca. Después de saquear y ocupar los
campos de los indígenas se aprovisionaron de maíz y pescado ahumado y con la
información obtenida con el cacique Cananao
emprendió el rumbo hacia la provincia de Quimbaya, en búsqueda del oro que era
abundante entre los señores de aquella tierra.
“Primeramente,
en 14 de Julio de mil é quinientos é treinta é nueve años, por virtud de los
poderes que su señoría tenia, con cien hombres de pie é de á caballo, isleños é hombres esforzados en la
guerra, de mucho tiempo, en estas
partes, é llevó muchos ganados é negros é indios para los pobladores é
conquistadores.”
[18]
La candidez y espontaneidad de los nativos no les
permitía vaticinar sobre las verdaderas intenciones que llevaba Robledo,
quien había llegado para conquistar y
apoderase de su oro y de sus tierras. Comienza
Robledo el sometimiento, despojo y apropiación de los territorios y pueblos de
los Quimbayas bajo el pretexto de las llamadas capitulaciones, al igual que procedió
al repartimiento, esclavización y cristianización de los indígenas. El
territorio Quimbaya fue desolado y saqueado y profanado sus sepulcros como
colofón de su empresa. La violencia y crueldad no
conoció límite alguno. Ante la evidencia del engaño, los nativos se replegaron
a las montañas, lejos de los caminos por donde circundaban los españoles, pero
las argucias y artificios fueron suficiente carnada para embaucar la ingenuidad
de la personalidad indígena, quienes engañados acudieron a saber lo que
pretendía. Traicionados en su buena fe fueron encarcelados, torturados,
desmembrados en sus extremidades (las manos a unos y las orejas y narices a
otros) y de esta forma escarmentar a través de su desgracia y que sirviera de
manifestación evidente de lo que les esperaba si no accedían al sentimiento y
despojo.
Con estas prácticas,
prosiguió Robledo y su séquito su marcha por las regiones de los Pozos, Pacaras
y Carrapas. El poderoso cacique Tacurumbi, esperanzado de ganarse
la amistad Robledo, salió a su encuentro y como señal de amistad le obsequio
una copa de oro cuyo peso se estimó en poco más o menos de ochocientos
castellanos.
Ordenó Robledo a Suer de Nava para que penetrase hasta
el centro de la provincia de Quimbaya, recorrido en el cual caminó por ciertas tribus de
la provincia, fecundas en alimentos y abundante oro, la cual recorrió hasta
alcanzar sus lindes con el gran valle de Cali. Con la
noticia aportada por Suer de Nava resolvieron fundar una villa en el vallecillo
determinado por los dos ríos Otún y Consota y la llamaron Cartago, el 9 de agosto de 1541.
“Enterada, pues, la gente de Robledo con la
relación que dio Suer de Nava de las buenas calidades que había reconocido en
la provincia para los intereses á que miraban, resolvieron fundar una Villa en
la parte llana que media entre los dos ríos Otún y Quindio que, separados á poca
distancia, corren á fertilizar la provincia, y llamáronla Cartago, en memoria
de haberse intitulado cartaginenses sus pobladores, por haber subido los más
que iban en el campo, desde la ciudad de Cartagena, con el licenciado Juan de
Badillo y Capitan Luis Bernal”.[19]
“Venida pues la pestilencia a esta provincia está un
río casi media legua de la ciudad de Cartago, que se llama de Consota, y junto
a él está un pequeño lago, donde hacen sal de agua de un manantial que está
allí”. [20]
“La ciudad de Cartago está asentada en una loma llana entre dos
arroyos pequeños siete leguas del río grande de Santa Marta, y cerca de otro
pequeño, del agua del cual beben los españoles. Este río tiene siempre puente
de las cañas gordas que habemos contado. La ciudad a una parte y a otra tiene
muy dificultosas salidas, y malos caminos, porque en tiempo de invierno son los
lobos grandes. Llueve todo lo más del año, y caen algunos rayos y hace
grandes relámpagos”.[21]
“En un pueblo que se llama Cori, que está en los términos de la villa
de Ancerma, está un río que corre con alguna furia, y junto al agua de este río
están algunos ojos del agua salobre que tengo dicha, y sacan los indios
naturales de él la cantidad que quieren, y haciendo grandes fuegos, ponen en
ellos ollas bien crecidas en que cuecen el agua, hasta que mengua tanto, que de
una arroba no queda medio azumbre. Y luego con la experiencia que tienen la
cuajan y la convierten en sal purísima y excelente, y tan singular como la que
sacan de las salinas de España.
En la ciudad de Cartago, todos los vecinos de ella tienen sus aparejos
para hacer sal, la cual hacen una legua de allí en un pueblo de indios, que se
nombra de Consota, por donde corre un río no muy grande. Y cerca de él se hace
un pequeño cerro, del cual nace una fuente grande de agua muy renegrida y
espesa, y sacando de la de abajo y cociéndola en calderas y pailones, después
de haber menguado la mayor parte de ella, la cuajan, y queda echa sal de grano
blanca, y tan perfecta como la de España; y todos los vecinos de aquella ciudad
no gastan otra sal más que la que allí se hace.
A Jerónimo Luis Texelo oí decir, que cuando fue con el capitán Miguel
Muñoz a la jornada que dicen de la vieja, mercó una almarada para hacer
alpargatas en ocho pesos de oro.
Cuando se descubría esta provincia, mercaban los caballos a tres mil y
a cuatro mil pesos, y aún en este tiempo algunos hay no que no acaban de pagar
las deudas viejas, y que estando llenos de heridas y hartos de servir, los
meten en las cárceles sobre la paga que les piden los acreedores.
Es muy fértil y abundante la tierra de estos indios, y muy proveída de
puercos y de dantas y otras salvajinas y cazas, pavas, y papagayos, guacamayas,
faisanes, y mucho pescado. Los ríos no son pobres de oro, antes podremos
afirmar que son riquísimos, y que hay abundancia de este metal.
Llaman a estos indios gorrones, porque cuando poblaron en el valle de
la ciudad de Cali nombraban al pescado gorrón y venían cargados de él diciendo,
gorrón, por lo cual no sabiéndoles nombre propio, llamárosles por sus pescados
gorrones, como hicieron en Ancerma en llamarla de aquel nombre por la sal, que
llaman los indios (como ya dije) ancer. Hay en ella muchos venados, y
guadaquinajes, y otras salvajinas, y muchas aves.” [22]
Sin resolver sobre la propuesta
se acordó que Álvaro de Mendoza fuese á descubrir camino, que no pudo sino
tierra muy áspera y despoblada, menos algunas casas solitarias en que se halló
maíz y algunas campiñas de albahaca con la hoja más pequeña que la de Castilla.
[23]
“…salieron sus principales que se llamaban Ilobone y Otaque con sus
mujeres e hijos y con muchos indios cargados de comidas de maíz, turmas, ñames
y raíces de apios, guayabas, curas y otras frutas de la tierra, a recibir a los
españoles”…[24]
“Hablaban pocas palabras y dormían
ménos, porque lo más de la noche lo
gastaban en mascar hayo, que es la yerba que en el Perú llaman coca”…[25]
Prósperos comerciantes, especialmente del oro y la sal proveniente de la
evaporación de agua salada que brotaba en abundancia del interior de la Tierra.”.[26]
“Daban
en pago de un pedazo de sal de dos o tres libras, una chaguala de oro fino que
pesaba seis pesos y dende arriba, y por una gallina lo mismo, y al respecto
pagaban los demás rescates y contratos”.[27]
“En todo lo cual se detuvo veinte días,
pasando al fin de ellos á la provincia de Pozo, donde los Caciques tenían á los
umbrales de sus palacios grandes fortalezas fabricadas con paredones de guaduas
más gruesas que el muslo, sobre quienes cargaban barbacoas de las mismas cañas
á manera de azoteas, en que se hacían los sacrificios de carne humana y desde
donde las vigías atalayaban la campaña”.[28]
Para el año de1540, este
territorio estaba contenido en la Gobernación de Popayán que comprendía una
extensa región que iba desde el océano Pacífico al río Magdalena y del Amazonas
y Otavalo, en el Ecuador, hasta Santa Fe de Antioquia.
b.
Por
el Suroeste
Por el suroeste de los
actuales territorios Antioqueños penetró el conquistador Juan Badillo, quien
había partido de Cartagena en 1537 con trescientos
cincuenta soldados, indios maleteros, esclavos negros y quinientos caballos.
Entre los españoles, portugueses y franceses que hacían parte de esta
expedición venían Francisco César, Antonio Pimentel, Álvaro de Mendoza, el
cronista Pedro Cieza de León, Juan Rodríguez de Sousa, Pedro de Velasco,
Melchor Suer de Nava, Baltazar de Ledesma y Lorenzo Estupiñán.
“Badillo partió del golfo del Darién el 21 de enero de 1538; venían en él 350 soldados españoles, algunos de
la calidad del comendador Hernán Rodríguez de Souza y del cronista Pedro Cieza
de León, 4 sacerdotes, 100 esclavos negros y 200 caballos de silla” [29].
En 1538, por terrenos del
actual municipio de Roldanillo, la expedición de Badillo se encontró con el gobernador Lorenzo de Aldana y Jorge
Robledo. Recepcionado cordialmente,
marcharon a Cali, donde fueron notificados de los derechos de conquista de
Francisco Pizarro por Sebastián de Belalcázar y establecidos a favor de Robledo. Acto seguido de este acontecimiento una vez repartido del oro conquistado, Badillo partió
para el Perú donde fue puesto preso y remitido a España. Con Jorge Robledo se
quedaron los soldados que acompañaban a Badillo el día de la fundación de
Anserma.
c.
Por
el Oriente
Por la vertiente occidental de
la cordillera Central escudriñaron las tropas del español Andrés López de
Galarza. El 14 de octubre de 1550 fundó a San Bonifacio de Ibagué en las
inmediaciones del actual municipio de Cajamarca Tolima, pero los continuos
ataques de los Pijaos hizo necesario su traslado.
Galarza salió
con parte de sus soldados en demanda del descubrimiento de la provincia de
Toche; y llegado a ella reposó algunos días con su gente, porque halló
abundancia de comida, de la que los naturales tenían…envió dos soldados
llamados Ricardo y Hoyos a una sierra que por delante tenían, para que de allí
viesen y mirasen lo que había adelante… se metieron entre unas poblazones de
indios que estaban en este valle de Toche… [30]
El 7 de febrero de 1551, en el
valle formado por la quebrada Chipalo y el río Combeima, se vuelve a fundar a
Ibagué. Sus primeros alcaldes: los señores Francisco Trejo y Juan Bretón
fueron encargados de la apertura de un camino que siguiera la ribera del río
Combeima hasta su origen, bordeando los nevados del Tolima y el Quindío hasta cruzar
la cima de la cordillera y buscando el nacimiento y curso del río Quindío hasta
encontrar a Cartago Viejo, en la margen
izquierda del río Otún. Las crónicas de
los conquistadores permiten deducir que el Camino del Quindío, que atraviesa la
Cordillera Central, pertenecía a la red de caminos prehispánicos erigidos por
los Quimbayas y Pijaos, que consecutivamente fueron utilizados durante la
Colonia.
LA COLONIA
El despojo del oro
Quimbaya, derivado de la profanación de tumbas y la explotación minera, fue en
la Conquista y durante la Colonia el principal propósito de los invasores
españoles, interesándoles las
tierras que producían oro. Desde mediados del siglo XVI, y en el curso del
XVIII, se explotaban minas de filón y aluvión en toda la extensión del Cauca. Esta
actividad decayó a fines de 1810, cuando empezó la guerra de Independencia.
La agricultura y ganadería se ubicaron como
actividades secundarias y subsidiarias de la actividad minera. Los campos
mineros establecidos en Cartago, Anserma, Supía y Marmato requerían de la provisión de avituallamientos. En
este periodo, se realiza la transformación de la biodiversidad con la
introducción de especies vegetales y animales requeridos por el laboreo minero.
Pedro Cieza de León, que fue uno de los descubridores,
se expresa así: "Hay tantas provincias y pueblos de indios desde el
nacimiento de este río (el Cauca), y tanta riqueza así de minas de oro, como lo
que los indios tienen…De la sierra que está próxima a Cartago nacen muchos
ríos. Son todos muy ricos de oro. Estando yo en esta ciudad el año de 1547 se
sacaron en tres meses más de quince mil pesos, y el que más cuadrilla tenía,
era de tres o cuatro negros y algunos indios… La Provincia de los Quimbayas, en
medio de la cual está la ciudad de Cartago, es riquísima de oro. Al comendador
Ruy Váez de Sosa le mostró una india de su servicio la sepultura de su padre el
Cacique Yambo, y abriéndola helaron una tabla de oro con que estaba cubierto el
ataúd del difunto, que pasó 13.000 e buen oro y sacó otros tantos en otras
joyas" [31]
“Como siempre,
el oro fue la trampa. Unas muestras recogidas por el capitán Hernán Venegas en
las montañas del Quindío le auguraban a la Corona insospechadas posibilidades
de explotación minera para acrecentar sus rentas. Y al frente las enormes
dificultades de la travesía del antiguo camino de Guanacas para comunicar el
centro de la Real Audiencia de Santa Fe con la gobernación de Popayán. Para
ello era necesario trasmontar la cordillera de los Andes por un camino menos
abrupto y con menos peligros” .[32]
Los Quimbayas no resistieron la violencia y la esclavitud a que fueron
subordinados y sucumbieron ante el brutal sometimiento. La tortura, malos
tratos, penosas jornadas laborales,
mortales enfermedades; que unidos al despojo de sus tierras y bienes y la
pérdida de su organización social, idioma y cultura marcaron el final de la
heredad de los Quimbayas.
La
colonia determinó la extinción y dispersión de los indígenas que sobrevivieron
a la hecatombe conquistadora. La mayoría falleció y/o se suicidó. El exiguo
reducto que resistió, huyó y los que se sometieron fueron esclavizados en
oficios como: tamanes, cargueros, mineros. Terminó su exterminio las
enfermedades desconocidas que los aniquilaron, el afán de civilizarlos e
incorporarlos a la cultura del opresor y la intimidación de su dignidad y sus
posibilidades de expresión del pensamiento.
Ante la barbarie, los
indígenas practicaron el suicidio colectivo. Los que no acudieron a esta
práctica se dispersaron en la búsqueda de nuevos territorios alejados de la
presencia española, escapando a las zonas altas sobre las vertientes de la
cordillera Occidental, en sitios aislados y de difícil acceso donde encontraron
refugio.
La
desaparición de los indígenas en el territorio se puede fundamentar en tres
aspectos: el primero se relaciona con el exterminio físico; en segundo lugar,
el exterminio intencional indígena ante la opresión y esclavitud españolas; y
un tercer caso, el tenue proceso de
mestizaje convertido en una masa difusa y dispersa de pobladores
empleados en trabajos domésticos y agrícolas.
1.
Cartago: cruce de caminos
Cuatro
caminos convergían en Cartago:
- El de Ibagué, o paso del
Quindío, el cual tenía una longitud de veinte leguas hasta Cartago.
- El de Antioquia, que de
Medellín pasaba por Ríonegro, el cañón de Arma, Abejorral, Sansón, Pácora,
Supía, Anserma, Manizales, Aldea de María , río La Vieja y se llegaba a Cartago.
- El de Nóvita, que de Cartago pasaba por Ansermanuevo,
Juntas de Tamaná. Nóvita, San Juan, San Pablo y Tadó.
- Y, el de Cartago a Popayán,
que bordeaba el cauce del río Cauca,
pasando por Cali, Jamundí y Popayán.
2.
Las variantes del Camino del Quindío
En diciembre de 1547, el oidor Miguel Díez de Armendáriz
da la primera noticia del camino del Quindío atravesando el páramo del Ruiz.
Sus variantes fueron:
- El Camino del Ruiz: Partía desde Cartago Viejo
(donde hoy es Pereira), pasaba por el páramo de Herveo y llegaba al valle
del Tolima hasta Mariquita.
- El Paso de Barragán: De Tuluá, en la provincia de Popayán, se pasaba
a Chaparral, que quedaba al sur de Ibagué.
- El Camino del Quindío:
En 1553
los peninsulares determinan la apertura del Camino del Quindío por una
ruta diferente a la del páramo del Ruiz. Melchor Valdés, Justicia Mayor de
la recién fundada Ibagué, con sus recursos y ayuda de los vecinos abre un
camino aprovechando una depresión al sur del Quindío para comunicarse con
Cartago. La ruta que partía desde Cartago Viejo, seguía río Otún arriba,
cruzando por el Roble a Boquía, de allí al río Quindío, este arriba hasta
Alegrías, pasando por Magaña, Tochecito, Mina de Bolívar a Ibagué (en el
lugar donde ahora es Cajamarca) y por el Moral al valle del Tolima.
- La Variante de la Trocha: El
traslado de Cartago a las márgenes del río de La Vieja en 1691, lugar en
el que concurría toda la actividad económica de las grandes explotaciones
mineras en el Chocó y de Anserma, determinó la apertura de una nueva ruta
conocida con el nombre de la Trocha. Salía de Cartago, cuchilla de Santa Bárbara, quebrada el Guadual,
río De la Vieja, paso de Piedras de Moler, Tambores, La Balsa, Pavas,
Buenavista, Socorro, quebrada Cruces, Alto del Roble, Boquía,
Salento, Macanal, Tablazo,
Laguneta, Magaña, Boquerón, Volcancitos, la Ceja, la Cejita, Gallego,
Cruces, Yerbabuena, Machín, Buenavista, Azufral, Moral, Campamento,
Tapias, Mediación, Palmitas, Palmilla, Guayabal, Ánimas e Ibagué. La apertura de la
variante de la Trocha y sus posteriores reparaciones originaron los primeros procesos de colonización en
la ladera occidental del camino.
En
1765 el virrey Mesías de la Cerda ofreció estímulos y privilegios a libertos, pardos y
montañeses de las gobernaciones de Popayán y Mariquita para que emprendieran la
apertura, reparación y mantenimiento. Don Sebastián de Marisancena, dando
aplicación al primer plan para la
apertura y colonización del Camino del Quindío, aprobado en 1807 y propuesto
por don Ignacio Durán, funda a la Balsa, inicialmente con el nombre de Furatena, hoy
Alcalá.
Cartago fue el punto del camino
que más se benefició del tránsito de viajeros atraídos principalmente por el
esplendor aurífero de las minas del Choco y Antioquia. Riquezas de las cuales
esta ciudad fue su centro de acopio, tanto que hubo en ella casa de acuñación
de moneda hasta 1636. Además, tenía como destino específico servir de centro
estratégico para el abastecimiento de las regiones mineras y el control
administrativo y militar de la provincia.
«Principiará
la medida del camino desde el confín del pueblo Los Cerritos; allí se pondrá un
término de piedra fijo a la milla otro con su marca primera milla 2a. 3a. hasta
la legua, y con el mismo orden hasta las tres leguas donde se pondrá otro
término. En el centro de las tres leguas se fabricará la iglesia, casa para el
cura, vecino, hospedería, y tambo. Al cura se le dará una cuadra de solar con
iglesia y casa, al vecino otro con casa, alberge para los pasajeros, y tambo
para depositar cargas y bagajes. A más de la cuadra de solar se les consideraba
una legua de tierra cuadrada de labor, pero fuera del camino, tanto al cura,
que al vecino. A la mitad de la primera, y tercero millas de la primera legua
se colocarán dos vecinos, a quienes se les hará el mismo reparto, y con este
método se harán las distribuciones de parroquias y vecinos hasta los términos
de Ibagué.
“Dentro el espacio de cada tres
leguas ejercerá el cura su jurisdicción espiritual. Todos los vecinos en su
respectivo hogar harán un potrero, para encerrar las caballerías, que estén
seguras, y tengan donde pacer. Para la mantención del potrero cada par de
caballería pagará un quartillo al vecino, y este mantendrá también en buen
estado de la hospedería y tambo en beneficio de los pasajeros».[33]
Atraídos
por el ofrecimiento de asignación de tierras y exenciones de impuestos
empezaron a ubicarse en sitios estratégicos del camino y se intensificó la
circulación, suministros y avituallamientos necesarios para el laboreo en las
minas; actividades que desplegaron una vertiginosa transformación del entorno
del camino, situación que procedió a intensificar el aspecto biodiverso a los
territorios aledaños a la ruta. En este paso se establecieron tambos, cultivos
y potreros que originaron las primeras intervenciones y carga ambiental
derivada de la búsqueda y utilización de recursos animales, vegetales y minerales indispensables en el proceso
colonizador. Mulas, caballos, bueyes, esclavos, tamanes, silleros y cargueros
saturados con sal, ganados (bovinos y porcinos), quincallería, botijas con
miel, vino, aguardiente, vinagre y aceite principiaron la mutación de la biodiversidad
y paisaje del camino.
3.
La
Expedición Botánica
Entre
1776 y 1786, con la intención de asegurar la estructura política y
administrativa en sus dominios de ultramar, España desarrolló las reformas
Borbónicas. Consistieron en una serie de cambios económicos, políticos y
administrativos encaminados a conseguir el máximo provecho posible en los
dominios coloniales españoles en América. Estas reformas
permitieron un desarrollo científico y técnico en los campos de la medicina, la
botánica y demás ciencias naturales, la metalurgia, las ciencias
físico-matemáticas, la astronomía y la química.
Un
evento derivado de las Reformas Borbónicas fue la Expedición Botánica, que
nació oficialmente el 30 de abril de 1783, organizada por José Celestino Mutis,
quien había permanecido en Ibagué desde
el año de 1777 hasta 1782 a cargo de la explotación de las minas denominadas
del Sapo. La Expedición fue
uno de los sucesos científicos que evidenció la sucesión de viajeros que se
transportaron por el Camino del Quindío durante el periodo referenciado, como
la presencia del mismo José Celestino Mutis y Alexander Von Humboldt, entre
otros. La Expedición
Botánica en el siglo XVIII desarrolló un verdadero movimiento naturalista en
el país y su organización estimuló la aparición de grupos científicos,
naturalistas y aventureros que interesados en el desarrollo de una ciencia
colombiana trasegaron el Camino. La Expedición tenía por objeto no solo la
colección, descripción, clasificación y nomenclatura de las plantas, sino también de los productos de los
reinos animal y mineral, además de hacer observaciones astronómicas y
geográficas.
La
Expedición cruzó el Camino del Quindío y fue uno de los sucesos científicos que
llamó la atención sobre esta parte de la geografía del Nuevo Reino a estudiosos
y viajeros que comenzaron a mirar el Camino con otro interés distinto del de
sólo ser una vía de comunicación. A él llegaron viajeros en expediciones
de naturalistas, geólogos, geógrafos,
humanistas que contaron al mundo sus descubrimientos e impresiones como se lee
en los escritos de Alexander Von Humboldt, Bonplant, Jean Baptiste
Boussingault, Charles Cochrane, Francisco José de Caldas y muchos más. Posteriormente, y como resultado de la Expedición
Botánica, muchos otros científicos y personajes ilustres provenientes de Europa
y de Santafé de Bogotá, emprendieron una serie de expediciones de tipo
naturalista, geológico y de otro tipo, quienes remontaron la geografía que
comprende el Camino del Quindío.
Humboldt
y Bonplant fueron los primeros naturalistas en pasar por esta ruta y descubrir
la real dimensión del paso del Quindío. Humboldt narra esta parte de su viaje,
de Bogotá a Popayán, en una carta a Clavijo, con su elegancia habitual. Refiere
en sus crónicas que de los habitantes cultos de Santafé, ninguno ha querido acompañarle en sus
excursiones, ni le ha preguntado el nombre de una planta, ni una piedra.
“Ninguno ha examinado las maravillas que tiene
alrededor de sí... Habernos
atravesado la Cordillera de los Andes por el Páramo de Quindío, monte que
ningún Botánico había visto antes que nosotros y que ofrecía lugares deliciosos
entre los nevados Tolima y San Juan. Hemos faldeado los Andes en el valle de
Cauca, a la vista de las nieves de Barragán, Paez, Guanaca y Puracé, la mayoría
más elevados que Pichincha y Corazón. Por todas partes donde la pizarra micácea
sale a luz habernos admirado de nuevo el gran fenómeno del paralelismo de las
capas” [34]
“El
tránsito por el Quindío es tan intenso que uno se encuentra, en la cordillera, a
cada momento con mulas, bueyes y silleros —gentes—. Los comerciantes de
Popayán, Buga e incluso Pasto, viajan a Honda, Mompós y Santa Fe para comprar
ropa (así llaman a toda clase de telas para vestidos). Regresan con la ropa y
un comerciante muchas veces necesita sesenta cargueros, puesto que éstos
últimos con frecuencia dejan abandonado el tercio y se escapan por desgana; se
necesita de cierta habilidad propia para atraerse sus cargueros. Por el Quindio
también se envía tabaco y sal a la provincia de Popayán”. [35]
Las
plantas referenciadas en el cruce de la ruta de Quindío, en su viaje hacia
Popayán, figuran: Symplocos tomentosa; Vernonia rubricaulis; la guadua Bambusa
latifolia; Deisfontania splendens; la Mutisia grandiflora; Symplocos; Quercus tolimensis; pasionaria
Passiflora emarginata; Symplocos (S. Serrulata) y Rhaptostylum; Laurus, género de árboles de la
Familia de las Lauraceae (laurel o canela); Marathrum; Pasiflora qlauca
(frecuentísima en Quindío); Symplocos mucronata; Drimys granatensis; Wintera
granatensis Murr; Brunellia acutangula; Myristica otoba; Mikania guaco o bejuco
del guaco; Psychotria emética; Matisia chupa-chupa; Ruellia gigantea basedero;
Ruellia gigantea; Bambusa guadua (esta última en Quindío).
En
octubre de 1801 a su paso por el Quindío, Humboldt describe la palma de cera.
También coleccionó especímenes de orquídeas y mariposas recolectadas en
Boquía y que remitió a la Sociedad
Linneana de Londres. La orquídea de la variedad cattleya labiatae trianae fue
adoptada como la flor emblemática por Ley 3 del 9 de mayo de 1834, en honor del
naturalista bogotano José Jerónimo Triana.
Colecciones
que fueron enriquecidas en su estadía en Popayán por el sabio Francisco José de
Caldas, instruido en física, astronomía, botánica y matemáticas, ciencias que
fundamentaron sus medidas y observaciones en diferentes latitudes del territorio del camino. Variedad
aves, plantas ornamentales y medicinales nunca vistas (orquídeas, palmas,
bromelias, helechos, musgos, frailejones y pajonales), situadas de conformidad
a la disposición de los pisos térmicos, dejaron
atónitos a los naturalistas que cruzaron el camino.
Contrario a narraciones negativas relacionadas con
los factores naturales, de algunos viajeros, Humboldt describe a Ibagué así:
“El clima es
excelente, más suave que el de Fusagasuga; la avanzada edad de sus habitantes
da testimonio de la salubridad del aire; el suelo es magnífico y produce cuanto
se cultive (productos de clima frío y cálido); el valle es eternamente
agradable y hermoso (...) La montaña del Quindío es uno de los sitios más ricos en plantas
útiles e interesantes. Allí encontramos
la palma Ceroxylon andicola, cuyo tronco
está cubierto por una especie de cera vegetal; las pasifloras arbóreas y la
magnífica Mutisla Grandiflora, cuya flor escarlata tiene una longitud de 16
centímetros”.
Y más adelante las características del suelo así:
“Como casi
toda la cordillera, esta parte de los Andes es de superficie arcillosa,
habiendo formado barrancos de 6 á 7 metros de profundidad los hilos de agua que
bajan de la montaña. Por estas grietas llenas de lodo se anda, no obstante las
oscuridades que produce la espesa vegetación que cubre las aberturas. Los
bueyes, bestias de carga que se usan en estas comarcas, difícilmente pasan por
dichas galerías que tienen hasta 2,000 metros de largo, y si se tropieza con
ellos por desgracia en el centro de los barrancos, hay que desandar el camino
recorrido ó subirse á los bordes de la grieta sujetándose á las raíces que del
suelo penetran hasta allí”.
“Flores de
color escarlata y de belleza incomparable.
A la sombra de una gran morela, bajo la cual nos sentamos para comer,
vimos gallardear sobre nuestras cabezas los graciosos tubos sonrosados del
Passiflora Longipes”.
Un elemento importante que marcó el ambiente del
camino fue el agua. Este paso en la montaña podía carecer de muchas cosas, pero
no de agua, agua en los torrenciales aguaceros, agua en ríos y quebradas, agua
en nacimientos, aguas puras, delgadas, salitrosas, sulfurosas, gaseosas,
azufradas, picantes como ají, contaminadas, lodosas, calientes, heladas,
frescas, agua útil, necesaria o agua que molesta, pero agua, mucha agua en el
camino. Aunque todos los viajeros hacen referencia al agua, es Boussingault
quien continuamente está describiendo este elemento, lo exalta, lo ve y lo
siente continuamente, como se puede apreciar en las siguientes citas:
“En Ibagué se
dispone de víveres en abundancia y cantidades considerables de agua limpia (…)
Con mucho placer volví a ver la bonita cascada y tomé un baño frío de ácido
carbónico para calentarme. Tomé el desayuno a la orilla del río, donde se
sentía el olor de ácido sulfídrico (…) A las 8 y media estábamos en
Aguacaliente (altitud 2.276 metros); la temperatura del agua de la fuente caliente
era de 53,3°…”.
“Al llegar al
alto sentí una sed ardiente y mis guías me dijeron que conocían una fuente
cerca de allí, pero que no era posible beber de esa agua por su sabor picante
(ácido), es decir, “que sabía a ají”.
Y así, ese viajero del siglo XIX sigue probando y
examinando las aguas que encuentra a su paso.
“A pesar de lo
triste de mi estado, visité una fuente gaseosa caliente, cerca de San Juan, en
la orilla derecha. La abertura tenía un metro de largo por medio metro de
ancho; el agua parecía hervir, pero al meter allí la mano la temperatura era
poco elevada, pues la agitación del líquido provenía de un fuerte
desprendimiento de gas carbónico. El termómetro se mantenía a 35.6° y encontré
que el agua era agradable para beber, con un sabor ligeramente agrio parecido
al de la fuente del alto del Machín; no se veía la salida del agua pero los
cargueros decían que el pozo era profundo (…) A las 5 de la tarde llegué al
torrente de Tochecito, cuya agua me pareció glacial…”
Y esta otra cita donde aparentemente el agua escasea
porque todo lo que los rodea es lodo, pero encuentran otro recurso para
obtenerla:
“… uno camina
entre guaduales expuesto a las espinas de esas gigantescas gramíneas y en un
barro que llega a las rodillas; en el Camino me refrescaba con el agua que se
obtiene de las guaduas, practicando una abertura por encima de uno de los nudos
de la vara; con una sola punción obtuve ¼ de litro de líquido; agua clara y
fresca y como lo demostró después un análisis, casi pura.”
Así pues la privilegiada situación geofísica y la
densidad de la selva, hicieron del agua un elemento presente y abundante en
todo el recorrido del Camino del Quindío.
La riqueza de la flora siguió siendo portentosa; en
1865, M. E. André vuelve y admira la naturaleza de esta región y exclama:
“A través de
esta vegetación rica en prodigios, llegamos a la hacienda de las Cruces, donde
el inteligente y emprendedor don Ramón Cárdenas, tenía plantada, à tres mil
metros de altura, su tienda en la cual debía concedernos cariñosa
hospitalidad. Llegamos à las cruces el
día 8 de marzo à las cinco de la tarde, sucios, rendidos de cansancio y llenos
de harapos (…) La flora del Quindío, que se ostenta en toda su variedad, me
dejó atónito por su riqueza (…) ¡Qué admirable colección de plantas de hojas
ornamentales propias para agregar a las que han conquistado ya el público a
favor en los paseos y jardines parisienses! Las que más me llamaron la atención
por su extraordinario desarrollo pertenecen a los géneros artanthe, solanum, cecropia,
xanthosoma, ficus, pionandra, boccona, laportea, a las melastomáceas, helechos,
escitanmíneas, etc”.
“Esta es la cadena de la Cordillera que debe
atravesarse para ir de Bogotá a la provincia de Popayán y a las riberas del
Cauca, bien sea tomando el camino de Tocaima, bien el que conduce a los puentes
naturales de Pandi; dos pasos se ofrecen al viajero para pasar las montañas: el
del páramo de Guanacas o el de la montaña del Quindío. Cuando en 1801 fue a
Quito Humboldt, tomó este último camino e hizo en su obra Vistas de las
Cordilleras, una descripción interesante del mismo, que el lector encontrará al
final de este capítulo”.[36]
“La montaña del Quindío es uno de los
sitios más ricos en plantáis útiles e interesantes. Allí encontramos la palmera
(Ceroxylon andícola), cuyo tronco está recubierto de cera vegetal, las
pasifloras arbórea y el soberbio Mutisia grandiflora cuyas flores, de color
escarlata, tienen 16 centímetros (6 pulgadas) de largo”.
“Aprovechando
el viaje de Humboldt, el 12 de septiembre, el sabio Mutis le despacha un
“chasqui” a Ibagué, recomendándole el estudio
de una muestra de minerales de cinabrio que su herbolario Roque
Gutiérrez había recogido en el Quindío. Sigue camino adelante y el 3 de octubre
llegó a Boquía y realizó exploraciones en Boquía y Portachuelo, describiendo la
contextura del suelo y buscando las fuentes de cinabrio. Recogió mariposas entre Boquía y Portachuelo,
que cedió después a la Sociedad Linneana de Londres. Pernoctó allí por cuatro
días”.[37]
“La visión de una tal Palma de
los Alpes en las montañas nevadas del Quindío sobre la latitud de 4º32' norte
nos sorprendió vivamente. Su tronco, frecuentemente de más de 50 metros de
altura y adornado de anillos negros, brilla de pura cera que la cubre, la cual
el señor Vauquelin analizó químicamente entre otros productos de nuestra
expedición. Esta palma de cera (Ceroxylon andícola) la hemos observado entre
robles y árboles de nuez, en los Andes del Quindío y Tolima, a una altura de
1800 hasta 3000 metros (entre 900 y 1500 toesas).
Las selvas de esta zona
cálida resuenan con el aullido de los alouatos que anuncian la lluvia, del
gorjeo semejante al de los pájaros del pequeño mico Sapajón y del gemir quejoso
del perezoso, que sube por el tronco de la Cecropia de hojas platinadas.
Más arriba, en altura
mayor, en la región de los helechos arbóreos, entre los 1000 y los 2000
metros. Son más abundantes las manadas
de tapires y marranos (cafuches) y el pequeño jaguar (Felis pardalk). Entre
los dos mil y tres mil metros (1026 y 1539 toesas), en la región superior de la
Cinchona, ya no hay micos, ningún Cervus mexicanus, pero sí el bonito tigrillo
(Felis tigrina), osos y el ciervo grande de los Andes.
Entre los tres y cuatro mil metros (1539 y 2052
toesas), en las estepas frías de los Andes vive una especie pequeña de león, al
cual llaman los peruanos Puma. Además
existen allá mismo pequeños osos de frente blanca y algunos vivérridos (gato
montañés). Con sorpresa he encontrado de vez en cuando pequeñas especies de
colibríes. En los pajonales y la región
de la Espeletia (frailejón). Debajo del hielo perpetuo, vegetan todavía algunos
líquenes, pero entre las aves, el cóndor es el único que habita estas infinitas
soledades.
Desde el nivel del mar hasta los 1000 metros (513
toesas) cultivan los nativos el plátano, maíz, jatrofa, dioscorea bulbífera,
cacao y Theobroma bacao, emparentada con cacao. Esta es la región de la piña de
las naranjas, del mamey, del níspero (Achras) y de muchas otras frutas de buen
sabor. Los europeos introdujeron aquí la caña de azúcar, índigo y café y nuevas
ramas del cultivo de las plantas económicas, pero las cuales, en vez de
volverse benéficas, extendieron sobre el género humano inmoralidad y miseria
sin limites; ya que la introducción de los esclavos africanos con la cual
despoblaron una parte del viejo continente produjo escenas sangrientas,
discordia, venganza y rencor.
En la tierra templada entre los 1000 y 2000 metros
(513 y 1026 toesas) la caña de azúcar, índigo, plátano y jatrofa manihot (yuca)
se vuelven cada vez más escasas. El café en especial prefiere un aire más
fresco y vertientes pedregosas. El algodón todavía se cultiva aquí con grandes
ventajas, pero no así el cacao y el índigo, que sólo prosperan en el calor
solar más ardiente. Ciertamente se cultiva la caña de azúcar en el reino de
Quito todavía en 2533 metros (1300 toesas) de altura; pero en estos altiplanos
la caña necesita protección contra los vientos fríos y el reflejo del calor
radiante. Entre los 1000 y los 1500 metros (513 y 769 toesas) reina un clima
que prefiere el colono europeo ante los demás, ya que en él sopla perpetuamente
un aire primaveral ideal y la atmósfera es libre de los insectos que
mortifican. Aquí llegan a tener algunas frutas un desarrollo perfecto,
especialmente Anona chirimoya. Esta es la región amable en la que están
ubicadas Caracas, Loja, Guaduas, Popayán, Ibagué, Huancabamba, Chilpanzingo,
Valladolid y Xalapa, ciudades cuyos campos están adornados de huertas en
permanente floración.
En un género en que todas las especies son volubles,
en un género tan numeroso, tan extendido como la passiflora (vulgo
granadillas),Quercus gramatensis. Este árbol majestuoso, colosal, conocido
entre nosotros con el nombre de roble, parece una especie nueva en el género
quercus.Mirica cerifera. Esta preciosa planta del Nuevo Continente, que nace en
Carolina, Virginia, Pensilvania y en todos los países templados y aun fríos del
N. R. de Granada, produce una cera verdosa y quebradiza. Con el beneficio
pierde mucho de esta última cualidad y adquiere la blancura de la del Norte. En
este estado sustituye muy bien a la que nos viene de fuera y hacemos gran
consumo de ella. En Antioquía, dice D. Manuel José de Restrepo, extraen de esta
planta como 4.000 arrobas por año; en Buga, en Popayán, etc., se saca un número
considerable de quintales.
Aparece una palma. Ya hemos dicho que en los países
altos de la cordillera nacen muchas palmas, y no una sola como cree Humboldt.
Esta de que habla el A. es la que usan los pueblos elevados de los Andes en la
sagrada ceremonia Dominica palmarum, muy abundante desde 1.500 hasta 3.500
varas sobre el nivel del mar.
Wintera granatensis. Humboldt toma el sinónimo de
Murray por el nombre que lleva esta planta en el sistema y en Jussieu. En estos
A. A. se conoce con el nombre de Drimys granatensis. La descubrió el célebre
Mutis, y el hijo de Lineo la publicó en el suplemento. En el N. R. de Granada
se conoce con el nombre vulgar de ají; y en Popayán y otras partes de la
provincia de Quito, con el de canela de páramo. La corteza es sumamente picante
y acerba.
Ibagué, al pie de los Andes del Quindío, región que
abunda en palmas disfruta de un cielo sereno y del más delicioso clima (Nihil
quietius, nihil muscosius, nihil amoenius). Altura 1.368 metros. Temperatura
media 22° 3, que sería mucho más fría sin la proximidad del valle ardiente del
Magdalena. En el día la temperatura varía de 23 a 26°, y en la noche de 17 a
20°.”.[38]
“Cuántos
pájaros notables por su forma o plumaje se encuentran también en la ornitología
americana, además de todas las especies conocidas en Europa. Entre ellos están
las varias familias de loros, desde los grandes aras y cacatúas, hasta los más
pequeños y delicados. Las familias de las zancudas, desde los corpulentos
avestruces nandús, los pesados pelícanos, los flamencos y las garzas, hasta las
más finas y airosas; las familias de las aves de rapiña, a cuya cabeza se
coloca el sombrío y poderoso cóndor, el gigante de los buitres; las familias de
los tangara, de los cardenales, de los tucanes, de los gallos de roca y de los
encantadores colibríes o pájaros moscas, cuyas variedades se cuentan por
centenares; y finalmente, las familias de los faisanes y otras gallináceas
silvestres, de sabrosa carne, entre las cuales se encuentra el pavo, que tan
maravillosamente se ha aclimatado en Europa y vulgarizádnosle en nuestros
corrales”.[39]
El
desarrollo de la expedición logra consolidar un interés por la observación y
estudio de la biodiversidad existente en el camino. Lo antes expuesto se deduce
de la amplia descripción y colección de plantas hechas en la travesía de
Humboldt y demás naturalistas, que por la época cruzaron la ruta en búsqueda de
nuevos descubrimientos naturalistas. Se
describe las zonas limítrofes del camino con un alto grado de biodiversidad,
definida por su variedad de pisos climáticos y formación geológica. En este periodo, se describió una flora
y fauna profusa y exuberante, cuya
especie más significativa fue la palma de cera del Quindío, tan magnífica que
fue declarada árbol nacional. La variada revelación de pisos térmicos en poco
tiempo y distancia, por las características geográficas y atmosféricas del
relieve del recorrido, permitió la prolífica contemplación de biodiversidad:
flora y fauna propias de climas de páramo, frío, templado a menos de dos jornadas de
camino.
PERIODO DE LA INDEPENDENCIA
Otra
consecuencia derivada de la Expedición Botánica se relaciona con que muchos de
los discípulos de Mutis se unieran a la causa independentista. Mutis
se considera igualmente como precursor de la independencia; su obra irradió
las ideas revolucionarias de los próceres de la gesta libertaria. A la par que estos
intereses científicos llamaron la atención en Europa y América, los intereses
políticos y económicos entraron en período de agitación, que repercutieron
concretamente en estos territorios americanos y los llevaron a declarar la
independencia.
La guerra independentista
ocasionó un abandono total en el mantenimiento del Camino, circunstancias que
hicieron difícil el tránsito y ocasionó un éxodo de los moradores ubicados en
sus márgenes, huyendo de la guerra. Esta situación generó pérdida de bienes,
descenso de la producción y aumento de la inseguridad de los viajeros. El
camino fue vía por la cual transitaron las tropas que enfrentaron a Barreiro, a
Morillo, a Sámano, además de los ejércitos criollos, cuando los patriotas se
enfrentaron entre sí en las muchas guerras civiles a lo largo del siglo XIX y
en las cuales se dirimieron los intereses de las élites nacionales.
En la época del proceso independentista, Cartago fue
una de las líderes del grupo de las ciudades
confederadas del Valle del Cauca, junto con Anserma, Buga, Cali, Caloto y Toro,
que el 3 de Julio de 1810 firmaron el acta de independencia de la Gobernación
de Popayán.
En
el desarrollo de las movilizaciones de independencia el Camino fue necesario para el tránsito de ejércitos
procedentes de Santafé hacia el occidente con el propósito de apoyar a las
regiones de la Gobernación de Popayán leales a la causa libertaria. En julio de 1813 Juan Sámano ocupó la provincia de
Popayán y derrotó una partida patriota bajo el mando de Serviez en un sitio
cercano al río Risaralda o Sopinga. En 1813 el Coronel Manuel Serviez, que se
retiraba de Cartago donde enfrentó a Sámano,
cruzó las montañas del Quindío en dirección de Ibagué. En el año de 1815 los condenados por el Pacificador
Pablo Morillo a trabajos forzados fueron enviados a trabajar la tierra y abrir
camino, pasando por lo que hoy es Salento a Cartago. Aniquilado
moral y físicamente, el Libertador Simón Bolívar partió de Quito en octubre 29
de 1929 y llegó a Bogota el 15 de enero
de 1830.
A la par que pasaron los ejércitos, pasaron también
gentes del común, alguien que iba por una herencia, otros que llevaban presos,
los que viajaban solos o eran abandonados por silleteros que enfermaban, los
que se quedaban con sus mercancías en el Camino porque sus cargueros huían, o
los que recorrían el mundo con propósitos científicos, o aquellos que no
alcanzaban a cruzar todo el Camino y allí tenían una tumba, muchos, muchos
viajeros tuvo el Camino.
La causa independentista generó un temporada de
descenso en el poblamiento de la región del Camino, además un desabastecimiento
de productos agrícolas, ganaderos y el aprovisionamiento de mercancías entre
los centros urbanos ubicados en los dos extremos del paso: Ibagué y Cartago.
EN
EL SIGLO XIX
Al finalizar la contienda se estimula de nuevo el
poblamiento del camino. Santander y Bolívar propician una legislación sobre “Concesión de Privilegios y Apertura de
Caminos” en 1823, encauzada al fomento de la colonización a través
de la adjudicación de tierras, beneficios pecuniarios y dotación de insumos
para que se diese el establecimiento de tambos y/o posadas en la ruta. Este proceso colonizador patrocinado por la
nueva República fue acompañado con la presencia del gobierno a través del
nombramiento de comisionados, que tenían como propósito fundamental señalar,
medir y destinar los lotes de terreno que se adjudicaban a los nuevos
pobladores.
“En la selva se encuentra cada 2-3 horas lugares
desprovistos de árboles, abiertos a hachazos, los que se llaman rancherías o
contaderos, en los cuales se pernocta, y esos son los albergues”. [40]
Los
tambos se ubicaron en sitios estratégicos del camino y en sus alrededores se
implementaron cultivos y establecimiento de potreros, esenciales para la
manutención de los semovientes, agua en abundancia, buen clima y materiales
para la construcción. En
estos lugares se establecieron cultivos de conformidad con las condiciones
geográficas y climáticas del lugar, tales como: plátano, yuca, árboles
frutales, caña, pastos, cabuya, algodón y otras plantas esenciales para el
sustento de la familia que en ellos moraba. Los propietarios de los tambos
cobraban por la manutención de semovientes que se albergaban en sus praderas,
donde los viandantes encontraban forraje para sus animales, además de un lugar seguro.
Viajeros, soldados, prisioneros, negros, mulatos,
posaderos con sus familias; auspiciados por el gobierno y dotados de semillas,
ganados, aves de corral y herramientas dan paso paulatino a una intervención de
la comarca caminera. Se establecen con cultivos de pan coger como yuca, plátano
maíz, arracacha, legumbres, elementos necesarios para su manutención y atención
de viajeros y presidiarios.
Con el proceso de
desarrollo de la infraestructura para el tránsito por el camino se confirió la
autorización oficial de fundación de poblaciones en cada una de las laderas del
mismo, situadas a distancia de seis a ocho leguas de los dos puntos
principales: Ibagué y Cartago. Los lugares para las nuevas fundaciones fueron
escogidos con proporción a circunstancias topográficas, climáticas, de calidad
de suelos, agua abundante y de buena calidad.
Los principales tambos o
contaderos que estaban establecidos a través del recorrido fueron:
-
Ibagué la Palmilla,
atravesando el Combeima por puentes de guadua
-
El paraje las Amarillas
-
Guayabal a La Palmilla
-
La Palmilla a Cara de
Perro
-
Cara de Perro a Las
Tapias, una casa con cocina en 1857
-
Las Tapias a El Moral
-
El Moral a Buenavista
-
Buenavista a Chachafruto
-
Chachafruto a Agua
Caliente
-
Agua Caliente a el Machín
-
El Machín a río San Juan
-
Río San Juan a Toche. El
presidio dos casas y una docena de ranchos, donde vivían los hombres bajo libertad
condicional.
-
Toche a Yerbabuena
-
Yerbabuena a quebrada
Cruces
-
Quebrada Cruces a
quebrada Tochecito
-
Quebrada Tochecito a
Boquerón del Páramo
-
Boquerón del Páramo a
Mataficua
-
Mataficua a Cruz Gorda o
Barsinal
-
Cruz Gorda a río Quindío
-
Río Quindío a Boquía,
Alto de Laraganado
-
Alto de Laganado a Alto
del Roble
-
Alto del Roble a El
Socorro o Portachuelo, contadero de Novilla
-
El Socorro a Buenavista
-
Buenavista a La Balsa
-
La Balsa a Piedra de
Moler
-
Piedra de Molera Cartago.
El trasegar permanente de
viajeros admitió la fundación de tambos en las orillas del Camino, que
permitieron el establecimiento de pequeños cultivos de pancoger, según el piso
térmico y condiciones edáficas. Se
cultivaba maíz, cacao, algodón, plantas
medicinales, arroz, frijoles, victoria, yuca, plátano, caña de azúcar,
frutales, con simientes procedentes de la provincia de Cartago e Ibagué.
Los
viajeros soportaban lluvias torrenciales y
temperaturas muy bajas en la noche, pasar por pantanos generalmente a pie descalzo,
aguas heladas, soportar picaduras de insectos, de culebras, que producían
fiebres, caídas que podrían ocasionar fracturas, golpes o heridas, pasar por
bosques de guadua llenos de púas, hambre, la altura, el cansancio, el calor
cerca al río de la Vieja y Cartago y muchos otros inconvenientes que afectaban
la salud, fuera de las enfermedades endémicas como el paludismo o de epidemias
como la viruela. Para muchos de estos males tenían los remedios que los
aplicaban en el sitio, generalmente plantas, en infusión, mascadas, en emplastos,
en fin de alguna manera buscaban aliviar el dolor, incluso tenían silletas
especiales para cuando tenían que transportar un enfermo.
“Cómo son
pocos los viajeros que tienen la salud y vigor físico necesarios para soportar
por espacio de varios días el esfuerzo que requiere trepar por escaleras de
roca, andar por terrenos arcillosos y enfangados, y vadear torrentes de aguas
frías e impetuosas, los 'Viajeros se hacen llevar a cuestas por los indios en
una silla sujeta a la espalda como los fardos que llevan nuestros mozos de
cuerda. Sólo desde hace muy pocos años los primitivos senderos se han
ensanchado de modo que permitan con más o menos facilidad el paso de mulas. Por
lo demás, en las otras regiones montañosas donde los caminos no se han mejorado
no existe otro medio de transporte que el de hacerse llevar a cuestas; así se
viaja de Bogotá a Popayán por el Quindío, del que hablaré luego”[41].
“Cuántas
novedades magníficas ofrece la mayor parte de esos árboles, tanto por la
abundancia de sus frutos, como por el brillo de sus flores, a las cuales se
unen las maravillosas orquídeas que se abren en sus troncos y ramas, las
gigantescas plantas trepadoras, como las begoniáceas, las paulinias, las
pasionarias, las vainillas y las aristoloquias, que tienen cálices de más de un
metro de circunferencia”.[42]
“Entre las
numerosas plantas tropicales afamadas por suministrar los contravenenos más
activos, nos citaba el cedrón y el guaco; el primero es un arbusto que tiene la
forma de una palmera pequeña que los botánicos clasifican en la familia de las
simarubáceas; su fruto es una especie de nuez mayor que un huevo de gallina de
los grandes, que contiene unas almendras o semillas famosas, no sin razón, por
sus virtudes terapéuticas. A este respecto, me permito citar lo que dice un
hombre eminente, el doctor Saffray, en su narración de un viaje que hizo
después del mío a la Nueva Granada”.[43]
“Unas veces,
al pasar bajo verdaderos túneles de verdura y de flores formadas por los
árboles copudos y los inmensos bejucos, y otras, al ver en el centro de algunos
claros de la selva, los cacaos y los algodoneros, cuyos productos hasta ahora
no conocía más que en forma de chocolate y de muselina o de calicó”.[44]
“El tapir, que
en el país se llama danta, se suele encontrar con menos frecuencia que el
hormiguero porque a veces pasa todo el día dormido en su cubil, del que sale
únicamente de noche para comer; parece que vive en los lugares pantanosos.
Antiguamente los indios comían su carne, lo mismo que la de los corzos y la de
los pécaris y de la piel hacían escudos y una especie de dalmática, a prueba de
las flechas y de las azagayas”.[45]
La caña de azúcar y sus
derivados: miel y panela, fueron fundamentales en la alimentación y fabricación
de bebidas espirituosas como el aguardiente, chicha y otras que se consumían en
el paso del camino, especialmente para mitigar la sed y alegrar la soledad que
representaba el paso por estas tierras. La producción de alimentos fue limitada
y se obtenía lo indispensable para el sustento de los viajeros.
El maíz representó la mayor cantidad de alimento
utilizado por los viajeros. Se consumía
en variadísimas presentaciones de productos comestibles, tales como mazorca
asada, granos de mazorca fritos con huevo,
bizcocho cerero, arepas, mazamorra, envueltos, tamales, etc. Animales como la gallina, la paloma, el pato, el cerdo, la
oveja, la cabra, la vaca también hicieron parte de la dieta alimenticia de los
viajeros.
La sal utilizada en el
adobo de los alimentos, en su mayoría
llegaba por la ruta del Quindío; el resto se obtenía de las llamadas
fuentes saladas manipulando los procedimientos aborígenes, que consistía en
someter a la evaporación el agua, al final quedaba en el fondo de las múcuras
de barro la sal en estado sólido en forma de terrones de sal.
En las espesas selvas
perseguían animales de monte como guaguas, guatines, venados y tatabras; una
vez cazados se preparaban para adicionar la provisión de alimentos necesaria
para el cruce del Camino. La carne obtenida se partía en tiras que se salaban y
ahumaba.
La preparación de las
comidas se limitaba a los momentos de pernoctar, al término de la jornada
diaria de viaje, una vez establecido el campamento se prendía lumbre y alistaba
fogón para la preparación de platillos sencillos, empleando los alimentos que
transportaban y los obtenidos en el sitio donde acampaban; estos podían ser
sopas, especialmente, la sopa de arroz, consistente en una aguasal a la que se
le adicionaba patatas, arracachas y tasajo (carne seca ahumada) y se le daba espesor
mediante la adicción de arroz; al momento de su consumo, se acompañaba con
arepas de maíz. Otros alimentos que hacían parte del bastimento eran los bollos
de maíz, huevos duros, panela chocolate, ron, sal, plátanos verdes secados al
horno, llamados fifí.
“El bastimento que debíamos llevar consistía en
tiras de carne seca de res, bizcochos de
maíz, huevos duros, azúcar en bruto (panela) chocolate, ron pedazos de sal que
se conocen con el nombre de “piedras” y resisten la humedad, y cigarros, yo
debía alimentar solamente a los cargueros que llevaban los víveres, la cama y
las hojas de bijao; los otros llevaban su propia alimentación o sea “tasajo”,
panela, chocolate, arepas y sobre todo fifi…”[46]
Al amanecer, antes de
emprender de nuevo la marcha, se desayunaba con alimento caliente: tortilla de
huevos, patatas asadas al rescoldo, y una buena taza de chocolate. Otros
alimentos ligeros a la hora del desayuno o la cena eran chocolate con pan, las
arepas de maíz, la mazamorra de maíz pilado y hervido al cual se le añadía leche, acompañada de un trozo de
panela.
Por las prácticas
higiénicas anacrónicas, como el no uso de calzado por los muchos viajeros, unos
parásitos denominados niguas se les incrustaba en las carnosidades de la uñas
de los pies. Estos eran un espanto y una angustia para los que soportaban este
episodio, el ardor y la congoja que provocaba volvía loco al más templado. No
se conocía el remedio para el mal, la única medida drástica era sacarla con la
espina terminal de la hoja de la cabuya o fique, con espinas de pescado o la de
la palma. Cuando el tormento llegaba a extremos insoportables, algunos
individuos se enterraban en la arena y hasta metían los pies en el fuego.
La fastuosidad, vigorosidad y diversidad biológica,
representada en flora y fauna exuberante
y admirable la abundancia de sus
frutos, como por el brillo de sus flores, grandes proporciones y copiosidad en frutos y flores; de las
cuales podemos mencionar: orquídeas, líquenes,
bejucos, parásitas; todo
entrelazado en un fantástico equilibrio
biológico; por donde
difícilmente se abrió el Camino del Quindío.
El camino incorpora paisajes sorprendentes
originados por sus contrastes, orográficos, meteorológicos, biodiversos, clima
diverso por la diferencia de altura sobre el nivel del mar en cada uno de los
parajes que cruza la calzada. Tempestades, tormentas eléctricas, cortejadas por
terroríficos relámpagos, truenos, borrascosas lluvias; alternaban con los períodos secos. Abrasador
calor en la parte llana a partir de Cartago, que disminuye a medida que se
asciende; pasando a zonas templadas como la Balsa (hoy Alcalá); frías como
Filandia y Salento; de aquí se empieza a sentir el frío del páramo, hasta
coronar las cumbre en el Garita del Páramo. Igual reflexión se aplica al
recorrido del camino, remontando la ladera oriental desde Ibagué. Fácilmente,
en un mismo día de viaje se pasa por los climas descritos.
Para
el mantenimiento, reparaciones y construcciones de infraestructura: puentes y
obras necesarias para su tránsito, se utilizaron presos políticos. Lo anterior,
se sustenta en la presencia de presidios donde se ubicaban penados por la causa
independentista, ubicados, uno en Toche, en
la ladera oriental del Camino y el de Boquía, perteneciente a la parte
occidental, en el actual territorio Quindiano. En este periodo se consolida más
la penetración colonizadora de la región en cabeza de los prisioneros de guerra
empleados para el arreglo de la ruta. Una vez cumplidas sus penas, resolvían
quedarse y dedicarse a la colonización de predios para la agricultura y la
ganadería, práctica heredada de la penetración española.
Las tierras baldías brindaban a los colonizadores
cantidades de maderas de construcción y tintorería, frutas y plantas que
proveían adhesivos resinas, especias, quina y otras sustancias medicinales;
además frutos bebidas, aceites, cera, almidones. De la diversidad de hojas y
bejucos se fabrican canastas, sogas, esteras y sombreros. Variadísimas aplicaciones se le dio a la guadua. Se la empleaba en la
construcción de casas, cercados y escalones. Se fabricaban con ella
instrumentos musicales como las flautas, vasijas para uso domestico y
transporte de agua, lo mismo que jaulas para pájaros.
Los cueros proveniente del beneficio del ganado, se
les empleaba para cubrir mesas, sillones, sillas de montar y camas lo mismo que
para fabricar, rejos y maletas. También se confeccionaba del cuero de res,
damajuanas para envasar vino, aguardiente y chicha. Hojas
de bijao, bejucos, palos, fique o agave fueron empleados para la construcción
de los techos de los contaderos y/o rancherías donde pernoctaban al final de
cada jornada de viaje; estos materiales proveídos por la naturaleza, fueron
funcionales para darse abrigo y protegerse de las inclemencias del clima en el
camino.
“la gente
llegaba escotera, con la mera semilla, clavaban cuatro palos de borrachero,
armaban un techo y le tiraban encima hojas de bijao.” [47]
“En la hoya
del Quindío las tierras no tienen dueño, son baldías y están en pura montaña.
Se dan dos cosechas de maíz al año y sobra tiempo, casi tres cosechas…las
mazorcas son grandes y el frijol también se da ligero… También hay oro, oro de guacas porque los
indios lo enterraban para que no se lo robaran los blancos… No le habían obrado
ni la leche de higuerón ni las aguas de paico”[48].
Es quizá uno de los temas más sorprendentes cuando
se piensa en el Camino, imaginar y reconstruir la cotidianidad de algo que es
transitorio, al fin y al cabo es un camino pero que podría mirarse de dos
maneras, una desde los cargueros, historia no narrada sino referida por los
viajeros, pero que muestran un manejo y destreza del medio incomparable. Y la
otra, la mirada de los transeúntes que tienen todos intereses distintos y uno
mismo, pasar lo más pronto posible “el Camino”.
BIBLIOGRAFIA
CONSULTADA
1. Aguado, Fray Pedro de, 1503 -1590. Recopilación
historial. Primera parte BLAA página web@banrep.gov.co. 1 de enero
de 1956. Libro Cuarto Capítulo X; Libro Séptimo 7 Capítulo
I,II y III; Libro Décimo; Libro Sexto décimo.
2. Baena
Hoyos, Benjamín. El río corre hacia atrás. Carlos Valencia editor.
Bogotá 1980. Pág.22 Benjamín Baena
Hoyos, (Pereira, 1907-1987).
3.
Cieza de León, Pedro. Crónicas del Perú, Capítulo XXIV.
4. Codazzi,
Agustín, 1793-1859. Memorias de Agustín Codazzi. Publicaciones del Banco
de la República, Archivo de la Economía Nacional. Bogotá 1973. Talleres Gráficos
del Banco de la República. Cap. IX. Pág. 349.
5.
Del Campo y Rivas, Manuel
Antonio. Compendio Histórico de la fundación, progresos y estado actual de
la ciudad de Cartago en la provincia de Popayán en el Nuevo Reino de Granada de
la América Meridiana, Pág. 38 y 39l, año
de 1803.
6.
Decreto
número 1412 de julio 15 de 1842 sobre
composición y mejora del camino del Quindío. PEDRO ALCANTARA HERRÁN, Presidente
de la Nueva Granada.
7.
Fernández de Oviedo,
Gonzalo. Sumario de la natural historia de las indias. (Nicolás del
Castillo Mathieu, editor. Bogotá, Instituto Caro y Cuervo 1995.
8. Fernández Piedrahita, Lucas. Historia
general de las conquistas del Nuevo Reino de Granada: a las S. C. R. M. de
d. Carlos II Rey de las Españas y de las Indias, 1624-1688.
9. García,
Julio César. Primeras Poblaciones,
Conquistadores. Revista Repertorio Histórico Academia Antioqueña de
Historia, Vol. 38 No. 251, 1988, extracto del libro “Historia de Colombia”
1936.
10. Gosselman,
Carl August, 1801-1843. Viaje por Colombia: 1825 y 1826.
11.
Hamilton, John Potter.
1777-1873. Viajes por el interior de las provincias de Colombia.
12. Humboldt,
Alejandro von (1800). (Alexander
von Humboldt en Colombia. Extractos de sus diarios 1982, p. 187-234). Bogotá: Academia
Colombiana de Ciencias Exactas Físicas y Naturales.
13. Instituto de Investigación de Recursos Biológicos
“Alexander Von Humboldt”.2003. Biocomercio Sostenible. www.humboldt.org.co\biocomercio.
14. Le
Moyne, Augusto. 1969. Viaje y Estancia en la Nueva Granada. Biblioteca Schering Corporation U.S.A Cap. V. Pág.
92. Ediciones Guadalupe Ltda.
15. López,
José Hilario. 1798-1869. Memorias de López, José Hilario.
16. Martínez Z., Antonio. Historia de la Medicina en
el siglo XVIII. Publicaciones de la
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Tunja Boyacá. 1972- 1972).
17. Moreno,
Cornelio. Reseña Histórica del Municipio de Filandia 1928.
A la memoria de los fundadores1878-1928. Tipografía y Papelería “Los
Andes”. Jaramillo Hermanos y Cía. Manizales.
18. Obregón,
Mauricio. De los argonautas a los astronautas. Bogotá, tercer mundo
editores, 1977, Pág. 152, 153.
19.
Patiño, Víctor Manuel 1990-1993. Historia de la cultura material en la América equinoccial, tomo 3: Vías, transportes y comunicaciones Edición
original: Bogotá, Instituto Caro y Cuervo.
20. Pérez de Barrados, 1965
21. Potter
Hamilton, John. (1827). Viajes por
el interior de las Provincias de Colombia (1993, pp. 34-51). Bogotá: Biblioteca V
Centenario Colcultura.
22. Relaciones
entre la alimentación y el patrimonio inmaterial - Categoría Reproducción.
Ibagué Tolima. Choachí / Cundinamarca 2010
23. Simón,
Pedro Fray (1986) Págs. 53 y 71.
24. Triana,
José Jerónimo. 1854. Nuevos géneros y especies de plantas de la flora
Neogranadina. Imprenta del Neogranadino Bogotá.
25. Valenzuela, Eloy. Primer
Diario de la Expedición botánica del Nueva Reino de Granada. Bucaramanga:
Instituto Colombiano de Cultura Hispánica, 1983, Págs. 14 y 15, Prólogo.
26. Zuluaga, Francisco. 1995. Por la montaña del Quindío: el camino real de Santafé hasta
Quito, por la montaña del Quindío, en USECHE LOSADA, Mariano (ed.), Caminos
Reales de Colombia-Fondo FEN Colombia). Bogotá: Gráficas Ltda.
27. Richard
Evans Schultes y la etnobotánica, año 1915
28. Fernández
de Oviedo, Gonzalo, Sumario de la natural historia de las indias.
(Nicolás del Castillo Mthieu, editor. Bogotá Instituto Caro y Cuervo 1995.
[1]
Académico de Número, Academia de Historia del Quindío. Ponencia de ingreso
presentada el 30 de abril de 2010.
[2] Cieza de León, Pedro. Crónicas del Perú: el señorío de los Incas. Biblioteca Ayacucho, 2005, Franklin
Pease G. Y., Página 137.
[3] Fernández Piedrahita, Lucas. Historia general de las conquistas del
Nuevo Reino de Granada: a las S. C. R. M. de d. Carlos II Rey de las Españas
y de las Indias, 1624-1688. Libro séptimo, Capítulo
VII, Página 251.
[4] Pérez de Barrados, 1965
[6] Elvás,
María Salud. Naturaleza, alimentación y medicina indígenas en Cartagena de Indias
en el siglo XVI. Memorias Revista Digital de Historia y Arqueología
desde el Caribe. Universidad del Norte. Pág. 150
[7] Cieza
de León, Capítulo VI.
[8] Revista
Credencial Historia, Tipos y costumbres de la Nueva Granada, edición 1
de 1990. Publicación digital en la página webb de la Biblioteca Luís Ángel
Arango del Banco de la República. Tomado de: Humboldt, Alexander. Sitios
de las cordilleras y monumentos de los pueblos indígenas de América. Edición original, Madrid,
Gaspar, 1878.
[9] Cieza
de León. Págs.73
[10]
Cieza de León Pág. 69
[11] Cieza de León, página 56.
[12] Cieza de León, página 56.
[14] Martínez Z
Antonio. Historia de la Medicina en el siglo XVIII. Publicaciones de la
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Tunja Boyacá. 1972- 1972).
Pág. 25
[15] Martínez
Z., Página
34.
[16]
Martínez Z., Página 41.
[17] Legajo N° 517 518. Tomo I. Ref. A.A. 08-308.
(Circular N° 32 de Octubre 7). Archivo Histórico de Salento,
[18]
Robledo, Jorge. Relación del viaje del Capitán
a las provincias de Ancerma y Quimbaya, Octubre de 1926 No. 3, Repertorio
Histórico de la Academia Antioqueña de Historia, fundada en 1903.
[19]
Fernández Piedrahíta. Libro noveno, Capítulo II.
[21] Cieza
de León, Capítulo XXV.
[22] Cieza
de León, Capitulo XXXVI.
[23]
Fernández Piedrahíta. Libro noveno, Capítulo II.
[25]
Fernández Piedrahíta. Libro noveno.
[26] Aguado.
Libro séptimo, Capítulo segundo.
[27] Aguado.
Libro séptimo, Capítulo tercero.
[28]
Fernández Piedrahíta. Libro séptimo Capitulo VII. Página 248.
[29]
García Julio César. Primeras Poblaciones,
Conquistadores. Revista Repertorio Histórico Academia Antioqueña de
Historia, Vol. 38 No. 251, 1988, extracto del libro “Historia de Colombia” 1936
[30]
Aguado. Libro sétimo, Capítulo primero.
[31] Restrepo, Vicente: 1837-1899. Estudio
sobre las minas de oro y plata de Colombia. cap. IV. Cauca 1888. Bogotá:
imprenta de silvestre; colección Jorge Ortega Torres. Biblioteca Virtual Banco
de la República.
[32] Restrepo, Vicente. Capítulo VII.
No hay comentarios:
Publicar un comentario