“Entraban en los pueblos, ni dejaban niños y viejos,
ni mujeres preñadas ni paridas que no desbarrigaban y hacían pedazos, como si
dieran en unos corderos metidos en sus apriscos.”[1] La provincia de Quimbaya
limitada entre Ibagué y Santa Ana de Anserma, donde estaba un volcán en las
laderas llamadas de “Toche”, de donde por un camino los españoles hicieron
tránsito de Ibagué a la Provincia Quimbaya, emplazada en los confines del río
Cauca y la sierra nevada de los Andes. A esta fecunda Tierra regada por diversos
ríos, como el Tacurumbi, Otún, Cegue y Consota, arribó Robledo con sus soldados
de conquista, en donde comisionó a Suer de Nava para que organizara la ocupación
del territorio, invasión plagada de avaricia, engaño, violaciones, mutilaciones,
exterminio y despojo de enormes cantidades de oro. En el año de 1547, sacaron en
tres meses más de quince mil pesos en oro. El Cacique Tacurumbi conocedor de la
entrada de los ibéricos, temeroso del daño que podrían recibir y pensado que los
forasteros no se establecerían en sus dominios y deseando ganar la confianza de
los invasores salió a su encuentro, y en señal de amistad le obsequio un vaso de
oro que pesaba ochocientos castellanos, ofrenda que excitó la avaricia de los
españoles al ver a los indígenas portar en sus cabezas grandes coronas, y en sus
muñecas gruesos brazaletes de finísimo y refulgente oro. Los Quimbaya al
percibir el ardid de Robledo se replegaron a la selva, en donde fueron
perseguidos por los ibéricos. En batalla fue herido el conquistador Robledo con
una flecha envenenada que le atravesó la mano derecha y otra que le penetró el
hombro, heridas que por poco le causan su muerte. En venganza Robledo invitó a
los ingenuos indígenas en son de paz, quienes engañados y llevados por la
curiosidad, confiando de que podrían volver sin daño alguno, acudieron al
llamado. Robledo ordenó el encierro de los naturales en bohíos y mando amputar
manos y pies a unos, orejas y narices á otros, para que como correos de su
desgracia fueran a exhibirse ante sus caciques y les comunicaran lo que les
podría pasar si no se sometían. Los que no se sometieron fueron asesinados por
las balas de los arcabuces, flechas de ballestas, y/o desbarrigados por los
perros lebreles. Estas fueron las prácticas utilizadas en la conquista de la
Provincia Quimbaya para someter a los naturales. Violencia y excesos soslayados
en los textos históricos que siempre han negado esa otra cara de la moneda. La
ignorancia histórica ha mostrado a los conquistadores como héroes portadores de
progreso y que los aborígenes ganaron mucho con la presencia española en sus
territorios. Álvaro Hernando Camargo Bonilla. [1]
http://www.cervantesvirtual.com/.Brevísima relación de la destrucción de las
Indias. Bartolomé de las Casas. Edición de José Miguel Martínez Torrejón.
[2]Capítulo XXIV LA CRÓNICA DEL PERÚ PEDRO CIEZA DE LEÓN. Pág. 110 Álvaro
Hernando Camargo Bonilla Vigía del Patrimonio, Miembro de la Academia de
Historia del Quindío.
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