miércoles, 1 de febrero de 2017

El pueblo Quimbaya fue mancillado hasta en sus sepulturas.

El pueblo Quimbaya fue mancillado hasta en sus sepulturas.



Ambiciosos e Insaciables guaqueros traficantes de tesoros indígenas, horadaron y profanaron sus cementerios, denominados “patios de indios”; reputados por la riqueza de su orfebrería: como lo fueron: Pueblorrico y Montenegro, y La Soledad cerca de Filandia.


En 1890, en el sitio de La Soledad, trece años más tarde, de la fundación de Filandia, los guaqueros Norberto Ospina (a. casfú) y Victoriano Arias, extrajeron dos guacas que contenían un preciado ajuar funerario en oro y cerámica, sepultado entre los siglos II A.C. y X D.C. correspondiente al estilo "quimbaya clásico".

Del prolífico hallazgo, denominado: “La guaca de La soledad”, se desprendieron de una pequeña parte, en beneficio de la iglesia de Filandia. Tres libras de oro se entregaron con destino a la compra de las campanas del templo, la cuales fueron fabricadas en Buga. Las demás piezas de oro fueron llevadas a Bogotá, donde, el coleccionista italiano Cario Vedobelli, quien poseía el denominado: "Museo Comercial Italiano en Bogotá", procedió a a clasificar, e inventariar las piezas del tesoro, según su uso, peso y medida, denominándolo: Colección Filandia".


El Presidente Carlos Holguín Mallarino, ordena a la Comisión de Exposiciones, Subcomité de Protohistoria, en agosto de 1891, comprarla por $ 10.000 pesos oro. La "Colección Filandia" pasa ahora a conocerse como la "colección del gobierno". Así, el 20 de julio de 1892, día de la Independencia Nacional de Colombia, Holguín, en su informe al Congreso, se anticipó a justificar la donación del Tesoro de los Quimbayas, diciendo:

“Es la más completa y rica de objetos de oro que habrá en América, muestra el grado de adelanto que alcanzaron los primitivos pobladores de nuestra patria. La hice comprar con ánimo de exhibirla en las exposiciones de Madrid y Chicago, y obsequiársela al Gobierno español para un museo de su capital, como testimonio de nuestro agradecimiento por el gran trabajo que se tomó en el estudio de nuestra cuestión de límites con Venezuela y la liberalidad con que hizo todos los gastos que tal estudio requería.

Como obra de arte y reliquia de una civilización muerta, esta colección es de un valor inapreciable. Antes de mandarla a Madrid propuse al gobierno de Venezuela que tomase la mitad de la colección para que el obsequio fuese de ambos gobiernos. No habiendo sido aceptado el ofrecimiento, determiné hacerlo por nuestra cuenta”.[1]




[1] Carlos Holguín, "Informe al Congreso", 20 de julio, 1892. Diario Oficial, República de Colombia.

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