miércoles, 31 de mayo de 2023

LA BATALLA DEL PIENTA. APUNTES DE LOS HECHOS OCURRIDOS EL 4 DE AGOSTO DE 1819 EN CHARALA.

LA BATALLA DEL PIENTA.

APUNTES DE LOS HECHOS OCURRIDOS EL 4 DE AGOSTO DE 1819 EN CHARALA.


Ilustración 1-Puente sobre el río Pienta, 1885

Tres días previos a la Batalla de Boyacá, el 4 de agosto de 1819, ocurrió en Charalá Santander un enfrentamiento entre campesinos y tropas españolas, que se conoce como la batalla de Pienta. Más que una confrontación militar, fue una masacre perpetrada por los españoles contra la población civil.

Los habitantes de la provincia del Socorro, al enterarse de que Bolívar había pasado el Páramo de Pisba, organizaron una guerrilla de aproximadamente mil hombres, provistos de caballos y armas rudimentarias, mino con el propósito de unirse y apoyar la lucha libertaria. El general español José María Barreiro al darse cuenta de esta sublevación, desplazo la guarnición que tenía en Socorro a Charalá, donde ocasionaron una masacre contra la población civil.

El texto denominado: Peregrinación de Alpha por las provincias del norte de la nueva granada (1850-1851), de Manuel Ancizar, registra el relato de Ramón Santos, que por la época ejercía como de Alcalde de la villa de Charalá, además, las versiones de Idelfonso Hurtado, Agustín Erillo, Nicolás Chacón y otros que coinciden con el primero, en el sentido que fue imposible que las fuerza que tomaron a Charalá el 4 de agosto de 1819, fueran los residuos del ejército de Barreiro vencidos en Boyacá el siete de agosto del mismo año por las fuerzas patriotas que combatieron en aquel campo a la orden de Bolívar.  Indica el texto que los asesinatos y saqueos de Charalá, habían sido anteriores a la derrota de Barreiro en Boyacá, lo que hacía imposible que la masacre referida fuera perpetrada por los vencidos en el Puente de Boyacá, ya que la batalla sucedió tres días después.

Relata la historia que el General español Lucas González, Gobernador de la provincia del Socorro, enterado de que las fuerzas del libertador habían vencido a los españoles en los llanos de Casanare, emprende marcha con rumbo a Bogotá, en búsqueda de las fuerzas patriotas que quedaban por combatir en la provincia. Gonzales, reunió un ejército de poco más o menos trescientos hombres y recorrió la provincia, hasta que recibió orden del Virrey, para que marchara para Boyacá en auxilio de Barreiro.

 

Entre tanto el Coronel Antonio Morales (luego General) había llegado a este pueblo, comisionado por el Libertador para formar y disciplinar cuerpos militares, que ayudaran a las expediciones patriotas. Estando situado en Oiba, el General español González, en su marcha a Boyacá, supo de la llegada y parada que había hecho Morales en este pueblo, Gonzales y la fuerza que comandaba, asediadas y hostigadas por los pobladores, que se mostraban en contra de la dominación española, sin duda alguna, le motivaron y obligaron a abandonar el camino que llevaba para Boyacá, eligiendo ir a combatir a Morales y pacificar a los habitantes de Charalá, la que sitió, ocupó y saqueó por tres días. Los soldados, como decía el dicho, no dejaran estaca en pared, destruyeron por completo el pueblo. Al mismo tiempo, decapitaron de 200 a 300 personas; violaron y asesinaron dentro de la iglesia a Helena Santos, hermana de Antonia Santos.

La fama de tan terrible y espantosa catástrofe, originó desplazamiento, pobreza y atraso en Charalá, que, con sus riquezas y emprendedores habitantes, había sido uno de los pueblos más distinguidos de la Nueva Granada, y de los primeros de la provincia del Socorro.

Con curiosidad aluden los narradores, por qué Morales no intentó la defensa de Charalá y evitar la entrada de las fuerzas de González, y el resultado de las tristes consecuencias que le siguieron, y de los mismos informes se pone en conocimiento que no faltó patriotismo ni valor a los habitantes de aquella época, puesto que, más de dos mil hombres estaban dispuestos para hacer la defensa de su pueblo, aunque a la verdad sin la pericia militar y mal armados, pero resuelto a

morir defendiéndose, aunque fuera a piedra, palo o pescozones. Este sentimiento entusiasmaba a los vecinos, por cuanto estaban comandados por un Jefe de confianza, como lo era el Coronel Morales; pero a este, según se aseveraba, le faltaron el valor y patriotismo; le faltó valor, porque se intimidó a la vista de las fuerzas de González, que a la verdad se componían de hombres disciplinados y armados. En cambio, los Charaleños, una guerrilla numerosa, algo disciplinada en la milicia, aunque numerosos y resueltos, estaban mal armados; tenían cerca de cien fusiles, varias lanzas, palos y otros instrumentos que su entusiasmo les había hecho inventar, aparte de la fuerte e impugnable defensa de sus ríos y trincheras que se habían  construido en los puntos de entrada y sus puentes, puntos que se habían podido defender con un pequeño número de hombres, como sucedió en 1841, en que la guardia que custodiaba el puente del rio Pienta, rechazó y derrotó más de 100 hombres, por orden del Gobierno y encabezados por José María Tavera, marchaban a combatir la guerrilla que dirigía el antiguo guerrillero Miguel Dulcei. Les faltó patriotismo, porque, decían, que prefirió huir, salvando a su pretendida y dejando en desamparo y sin salvación al pueblo y de haber sacrificado a los valientes combatientes, que sin orden ni auxilio de su Jefe atacaban denodadamente, impidiendo el paso de las fuerzas de González, quienes fueron derrotados oprobiosamente. Tal fue la ferocidad de sus voraces enemigos, que se asegura que, en el mismo templo, fueron degolladas varias personas, entre otras, la bella y virtuosa joven Elena Santos, a quien después de su muerte estupro un soldado.

En fin, Charalá ha sido teatro no solamente de los desastres de la guerra de la Independencia, sino que también escenas de las posteriores guerras civiles. En la confrontación del año de 1840, , Charalá se vio comprometida y muchos de sus hijos sostuvieron guerrillas contra. la fuerza de lo dominantes del país, a costa de los pudientes y de los sacrificios de los pobres, que expusieron sus vidas valerosamente, antes que consentir que una nueva tiranía los dominara; pero al fin, perdida toda esperanza y recurso, le pareció prudente al cabecilla Miguel Dulcei hacer una honrosa retirada y disolver su gente, habiendo recibido del general Mosquera algún auxilio y garantía de preservar su vida. Así terminó una lucha de partidos, que acabó de arruinar a este pueblo.

 

 

Álvaro Hernando Camargo Bonilla.

 

Fuente: Peregrinación de ALPHA, (M. Ancizar). Por las provincias del norte de la Nueva Granada, en 1850 y 51. CATALOGACIÓN. BOGOTÁ. INPRENTA DE ECHEVERRIA HERMANOS. 1853

 

 

  

miércoles, 24 de mayo de 2023

LA CHICHA, LICOR CON RAÍCES PREHISTÓRICAS.

 

LA CHICHA, LICOR CON RAÍCES PREHISTÓRICAS.
La chicha esta entrañablemente ligada a la historia del territorio.



 
“Ven pronto chichera no tardes más
Que tu buena chicha quiero tomar
Para emborracharme y poder gritar
Y a una linda chica poder besar. “
 
La chichera de los Golden boys.

 

Puesto de Chicha, siglo XIX - Dominio Público.

Licor consumido por los indígenas desde la pre hispanidad, resultante de la fermentación de frutos como el maíz, chontaduro, piña y yuca, entre otros, que sirvan de sustrato en la confección de la bebida que denominaron chicha. Su uso se referencia en toda América Latina, no obstante, su método de preparación variaba según la zona, pero casi siempre su esencia se fundamentaba en la fermentación del maíz. Todavía en algunas zonas de Colombia se preserva la tradición de disfrutar la espirituosa bebida que hace parte de las tradiciones ancestrales.

FABRICACION

Cuentan los cronistas, que en los pueblos indígenas del Nuevo Reyno de Granada fabricaban la chica, utilizando el maíz, planta nativa que cosechaban dos veces al año. Su producción estaba a cargo de las mujeres, quienes “ensalivaban” y masticaban el maíz, lo que permitía la adicción de una sustancia presente en la salíba denominada ptialina, sustancia que transformaba el almidón en azúcar, operación fundamental para causar la fermentación de la bebida.

Inicialmente, los aborígenes producían la chicha con maíz molido, al que se le adicionaba agua, produciendo un fermento que derivaba en un licor embriagante. Este procedimiento se huso hasta finales de la Colonia, luego se le incorporaron otros elementos, como melaza, cal, cereales; para hacerla gustosa al paladar de los europeos.

Desde los inicios de la vida colonial la chicha fue blanco de censuras y de múltiples medidas por parte de las autoridades españolas que pretendían impedir o controlar su elaboración y consumo ante las funestas consecuencias que generaba su uso excesivo, desde el punto de vista de la salud, la moral y el “orden público”. Las autoridades trataron de atajar esta especie de epidemia etílica con disposiciones que al fin de cuenta no obtuvieron ninguna eficacia dada las profundas raíces del vicio.

USOS

Los aborígenes bebían la chicha en sus fiestas, juegos y rituales relacionados en su percepción del universo y prácticas funerarias. En sus ceremonias se emborrachaban por muchos días con chicha de maíz y yuca, casi siempre, con funestos resultados, porque enajenados y apoderados de la furia, echaban mano a sus armas, matándose unos a otros.

No eran estos indios grandes comedores, pero en el beber se enmendaban, por ser ordinario el que bebe mucho comer poco; era esto tan ordinario y enviciado en ellos, que en teniendo la totuma con la chicha en las manos, bebían, cantaban, danzaban y orinaban, todo junto, que era su mayor fiesta.”[1]

Sus deudos los enterraban depositando en sus sepulcros suministro de comidas (bollos y brebajes) y chicha, según sus creencias las necesitarían para el camino del más allá, además de armas y joyas, enterraban vivas a sus mujeres y servidumbres, porque creían que las necesitarían para proseguir el camino. También, como bebida cotidiana alimenticia, pues era considerada nutritiva y medicinal. Su uso se extendió a negros, mulatos y mestizos y a españoles, que la conocieron al momento desembarcar en estas tierras, lo cual se convirtió en un icono desde la época colonial, hasta finales del siglo XX.

Su consumo desmedido, ocasionaba resultados funestos a la salud, reconocidos por fiebres, dolor en el cuerpo y otros síntomas que podían llevar a la misma muerte. Razón por la cual, las autoridades prohibieron definitivamente la venta y consumo de chicha y otras bebidas como el guarapo, a los propietarios de chicherías y pulperías y el empleo de mujeres para el expendio los días de fiesta a causa de los gravísimos daños que obraba, en la moral y en el organismo de las personas (Fernando VI, el 19 de julio de 1725, expidió una Cedula Real, con el propósito). La iglesia fue la abanderada en la campaña de erradicación de este desafortunado vicio. Amenazaba, bajo la pena de excomunión la ingesta de chicha guarapo y aguardiente

Las legislaciones respetivas fueron tomadas con indiferencia, pues la medida estaba encausada más a los aspectos de recaudación de impuestos, que a su control social, pues el mismo Rey deroga esas leyes, autorizando la producción de aguardiente de caña como fuente rentística para el fisco real, lo único que le interesaba se fundamentaba en el control de producción y consumo para generar pingues ganancias.

LA CHICHA EN EL QUINDÍO.

Nuestro territorio no fue ajeno a la producción de esta bebida, los archivos de Filandia registran la existencia de un establecimiento dedicado al expendido de chicha. En el presupuesto de rentas y gastos municipal de Filandia, en la Provincia del Quindío, departamento del Cauca, existía como sustento fiscal el cobro de impuesto al expendido de chicha.

Un texto en particular, relacionado con una petición a la tesorería lo corroboraba:

“Recaudación municipal, Filandia mayo 14 de 1914 (recaudador: Julio A Guinand) Comunicación al Concejo Municipal del señor Benjamín Quintero O., manifiesta que desde el 1° de enero hasta el 30 del presente mes estuvo consignando en la tesorería municipal de rentas de este distrito la cantidad de un peso oro ($ oro 1), como impuesto mensual o gravamen de una Chichería en esta cabecera y como me persuadiera que en tal negocio perdía parte del capital invertido en dicha preparación por lo excesivo del gravamen, resolví suspender la preparación de tal líquido, y hoy he resulto dirigirme a ustedes como lo hago por medio del presente, suplicándoles se sirvan rebajar tales derechos a treinta ctvs. ($ oro 0, ctvs.) mensuales, considero que este gravamen  si puedo pagarlo lo servido a la poca venta o consumo de dicho licor en esta población…”

El calarqueño Jaime Buitrago Cardona (1904–1963), en su novela narrativa del coloniaje en el Quindío (Hombres Trasplantados), hace referencia a la famosa chichería y piqueteadero de “Maximila”, donde expendía efervescente chicha que preparaba en “pipas” de madera, además de suculentos piquetes a la usanza Cundiboyacense, de donde era oriunda.

“Guaqueros y colonos la perseguían ofreciéndole los tesoros extraídos de las guacas. A sus pies caían torzales, báculos, brazales, coronas de hermosa factura como si ella representara una beldad perversa, una Huitaca aborigen.”[2]

La ingesta de su chicha, aumenta las fuerzas a los guaqueros y colonos más inofensivos, tornándose pendencieros, y en las oscuras noches disparaban el revólver por el solo placer de observar el fogonazo. Gritaban ¡Arriba Maximila! No hay como tus piquetes, vociferaban otros y a los acordes de viejos tiples y guitarras de los zurrungeros convertían la chichería en foco de jolgorio.

OTRAS BEBIDAS

EL GUARAPO: Con la llegada de la caña de azúcar, surge la preparación de otra bebida embriagante que se obtenida de la fermentación de la miel de la caña de azúcar, adicionada con agua. Esta gramínea, originaria de Nueva Guinea, fue traída por Colon a América en su segundo viaje a finales de 1493, entre una gran variedad de animales y vegetales que introdujo.  La caña se ha considerado como el más importante aporte del Viejo al Nuevo Mundo.

CHIRRINCHI Y/O TAPETUSA: La miel de caña da origen a otro tipo de bebidas alcohólicas artesanales y de contrabando, derivadas de la destilación del guarapo de caña, conocidas como Chirrinchi, tapetusa, viche y ñeque entre otros. En el año de 1699, la iglesia lideró una campaña para erradicar el vicio de beber chicha, guarapo y aguardiente, bajo la amenazaba de ser excomulgados.

La evolución en la destilación etílica, nos llevó a la elaboración de bebidas más “delicadas”. De las bebidas ancestrales solo quedo lo que el dicho popular refiere: “Se perdió chicha, calabazo y miel”.

 

Álvaro Hernando Camargo Bonilla.



[1] FRAY PEDRO SIMÓN. NOTICIAS HISTORIALES DE LAS CONQUISTAS DE TIERRA FIRME EN LAS INDIAS OCCIDENTALES 3ª. NOTICIA.TOMO IV TERCERA PARTE Pág.184

[2] Jaime Buitrago Cardona, (1904–1963). Hombres Trasplantados. BIBLIOTECA DE AUTORES QUINDIANOS. Novela narrativa del coloniaje en el Quindío.  Pág.125

lunes, 22 de mayo de 2023

MANUEL POMBO A LOMO DE MULA DE MEDELLIN A BOGOTA. ATRAVEZANDO EL PÁRAMO DE RUIZ A 1852


PASOS DE LA CCORDILERA DEL QUINDIO.


A mediados del siglo XVI caminos comunicaban los valles de los ríos Magdalena y Cauca, atravesando la cordillera central y comunicaban a Santafé con la Gobernación de Popayán.

El primer y único camino, recorrido por los indígenas y luego por los españoles, partía del puerto de Hernando Montero en el Magdalena, en frente de la desembocadura del río de las Piedras, (hoy Opia) al Magdalena, pasaba por Venadillo, Real de Minas de don Bartolomé Frías Carvajal, y ascendía hasta el páramo, atravesaba por en medio de los nevados (a la izquierda los de Tolima y Quindío y a la derecha los de Ruiz y Santa Isabel), descendiendo a Cartago Viejo. Con fecha 16 de mayo de 1567 se expidió la real Cédula confirmándose la sentencia por al cual se prohibía el tránsito por el camino llamado del páramo, obligando a los transeúntes a pasar por Ibagué; y hubo necesidad de poner en su cumplimiento Alguaciles con vara de justica en el camino prohibido.

El segundo, el Camino del Quindío que comunicó el occidente con el centro del país, fundamentalmente el valle del Cauca con el río Magdalena y Santa Fé de Bogotá. A inicios de la Colonia, contrató su apertura el Cabildo, Justicia y Regimiento de la ciudad de Ibagué con los señores Joanes de Leuro, Francisco Bernáldez, Pedro Navarro, el Capitán Antonio de Meneses y los Capitanes Miguel de Oviedo, Melchor de Valdés, Diego de Ortega, Miguel Morales, Alonso Ruiz de Sahajose y Juan Irusta.  Su ruta era también una prolongación del camino hacia Quito pasando por ciudades como Popayán, Cali, Buga, Cartago, entre otras.

En la cordillera del Quindío (Cordillera Central) de cimas de grandes alturas como las del volcán nevado del Tolima, del Ruiz y Santa Isabel, se reconocen tres pasos: Guanacas, que cruzaba el páramo del mismo nombre y llegaba a Popayán; Quindío, de Ibagué a Cartago; y el de Herveo. Vados históricos por donde hicieron transito silleros, cargueros y viajeros desde valle del rio Cauca al del rio Magdalena y viceversa, trasportando mercancías y provisiones con destino a los centros mineros de Marmato, Supía, Novita y Antioquia.

Mercancías y provisiones se embarcaban en Santa Marta y remontaban el Magdalena hasta Honda, donde se almacenaban y continuaban sus destinados. De Honda, iniciaba el transporte a lomo de cargueros, lichigueros, bauleros y petaqueros (solo acarreaban 4 arrobas), seguidos por bueyes y mulas que conducían las cargas que superaban la de los cargueros y silleros, guiados por baquianos conocedores de caminos, atajos y selvas que debían transitar por varios días. Peones, bestias (caballos, mulas, bueyes y hasta perros), con sus enseres y abastos necesarios como tasajo (carne ahumada de res), arepas de maíz, arroz, chocolate y aguardiente, emprendían su aventura caminera.

CAMINOS DEL SIGLO XIX

En el siglo XIX se referencia la existencia de tres grandes caminos: el del Ruiz, el de Herveo y el que comunicaba a Mariquita con Sonsón.

De Lérida, pasando por el caserío de Coloya, atravesaba el río Bledo y las quebradas de La Honda y de San Juan, para llegar al Líbano, ubicado en los declives del nevado del Ruiz. Seguía su ascenso al lugar donde se fundó la población de Murillo, sobre los repechos del Ruiz. Continuaba su rumbo por Santa Bárbara, Rosarito, Quebradanegra, Boqueroncito, Boquerón y la quebrada de La Hedionda; seguía en subida hasta la Cueva del Toro, de ahí, llegaba a la zona de los arenales del nevado; seguía en descenso a la Cueva del Nieto, prosiguiendo por zona de páramo por entre pajonales y frailejones, luego cruzaba los ríos Lagunilla y Gualí cerca de sus nacimientos, y llegaba el sitio de Rancholargo, ubicado en el espinazo de la cordillera. De ahí se descendía hasta La Virginia, y a la Aldea de María, donde se encontraba el cruce del camino que van de Herveo a Manizales, sitio de donde se toma rumbo para Salamina, Aguadas y Sonsón.

El oidor y visitador español Juan Antonio Mon y Velarde, pone en marcha la magna empresa colonizadora hacia las montañas del río Buey y Arma y alcanzar nuevas tierras aptas para la agricultura, colonizar y fundar nuevos pueblos con gentes sin ocupación alguna y alejarla del ocio, la improductividad y los vicios, así mismo, obtención de riqueza y de prosperidad. Su idea, empieza con la fundación de Sonsón, de donde empezó la migración de familias necesitadísimas de Antioquia.

 


MANUEL POMBO A LOMO DE MULA DE MEDELLIN A BOGOTA.  ATRAVEZANDO EL PÁRAMO DE RUIZ A 1852

 


 

El escritor Payanés Manuel Pombo, transitó la ruta colonizadora de Medellín a Bogotá. En una primera etapa llegó a Manizales último bastión Antioqueño: luego de un pequeño descanso continuó su itinerario rumbo a la capital de la república por la ruta que de Manizales conducía a Lérida, provincia de Mariquita, trasmontando la cordillera por los Nevados de Herveo y Ruiz.

Describe su viaje por el largo y escabroso camino, detallando paisajes, estado de los caminos, medios de transporte, costumbres de la vida cotidiana, hábitos alimenticios, viviendas y aldeas recién fundadas, como la Ceja, Abejorral, Sonsón, Salamina, Aguadas, Pácora, Neira y Manizales, donde en sus recién trazadas calles, todavía se notaban los troncos y raíces de los árboles derribados.  Después de su descanso en Manizales, contrata nuevo caporal, arrieros y bestias de carga y adquiere los abastos necesarios para continuar su viaje el 23 de febrero de 1852.

Empieza su ascenso a las tierras del Tolima por la cordillera Central a la Mesa de Herveo, situada a cinco mil quinientos noventa metros sobre el nivel del mar, ruta de pioneros colonizadores de Herveo, Murillo y Líbano, pertenecientes a familias de apellidos como: Echeverri, Arangos, Parras, Boteros, Ceballos, Santas, Cifuentes, Dávilas, Agudelos, Morales, Alarcones, Jaramillos, Alzates, Pinedas, Mirandas, Ospinas, Gavirias, Flórez, Díaz, Villegas, Ramírez, Aguirres, Riveras, Ramos, Cárdenas, Cardonas, Vegas y otros más.

Don Manuel Pombo en el año 1852, viajó de Medellín a Bogotá, pasando la cordillera por los nevados de Herveo y Ruiz. Con lujo de detalles, relata su correría por uno de los tantos caminos establecidos durante la colonización de los territorios del gran Caldas. Su crónica detalla lo acontecido en el tránsito de esa malísima trocha, tan mala, que se requería de mucha suerte para poder salir ileso en su travesía. Rocas, pantanos, barrancos y abismos, no sólo eran peligrosos, sino que llenaban de vértigo y miedo a los viajeros. Resaltando que el trayecto de camino comprendido de Salamina a Manizales, se hacía casi imposible de transitar, como lo vivido en el recorrido por los sitios de la Chillona, compuesto por monstruosas bajadas, subidas, fangales, laderas y precipicios.

 

 

SU TRAVESÍA. AVENTURAS Y ANECDOTAS.

DE MEDELLIN A MANIZALES.

 

Previo a los preparativos de viaje (fletado de arrieros y bestias de silla y de carga), Inicia el viaje en Medellín, por largo y fragoso camino, el 3 de febrero del año 1852. Cruzó los puentes de junín, La Toma y Bocaná, donde terminaba la ciudad. Continuó por el alto de La Villa, desde donde se divisaba la ciudad, los llanos de Chachafruto y del Tablazo, Santa Elena, Ríonegro (antigua Arma, fundada en 1542 por Miguel López Muñoz), San Antonio de Pereira, cruzó las quebradas de Aguaclara, Guamito, La Espinosa y El Hato, para arribar a La Ceja.

Rápidamente y después de una corta estadía, siguió su viaje por La subida de Las Colmenas, continuando hasta las riberas del caudaloso río Buey, de donde prosigue por el alto El Roble, Las Dantas, Chagualo y se aproxima a Abejorral (Mesenia).

Parte de Abejorral, pasando la quebrada Chorro-Hondo, sube la cuesta y la quebrada de San Antonio, para descender al sitio del Erizo, la Quebradona, alto de Carrizales, río Aures, alto de Capiro, arribando a Sonsón.

Continuó para Salamina, por el alto de Buenavista, el alto de Canelo, alto de Los Medios, río Arma, alto y cuesta de La Chorrera, quebrada de La Arenosa y la subida de Aguasclaras, ruta que lo condujo al pueblo de Aguadas.

De aquí, su itinerario continuó por el alto de La Montañita, quebrada de Castrillón, alto del Oso y la Víbora, alcanzando el alto de Ranchoalegre, próximo al de Las Coles, lugar cercano a Pipintá, desde donde divisó la Loma de Pozo, punto donde fue ejecutado el Mariscal Jorge Robledo por orden de Belalcázar, el 1° de octubre de 1546.

Reanuda su marcha en dirección al río Arquía, que se une al río Cauca en el paso que denominado Bufú, lugar donde se encuentran los restos de un fuerte militar, construido a mediados de 1813 por el sabio Caldas y destinado a la defensa militar de los españoles comandados por Sámano, en tiempos de la Reconquista Española.

Se sigue del alto de Las Coles, por las pequeñas sabanas de las Trojes, y se descendía al rio Pozo. A poca distancia se cruzaba la quebrada la Frisolera y se llegaba a Salamina

En febrero 18, partió de Salamina con dirección a Manizales, por un pésimo camino hasta llegar al río Chamberí,

Del punto denominado La Chillona continuó por intrincadas laderas, hasta trepar al alto del Cardal, descendió a la quebrada la Tarea, continuó subida y al alto de Pan de Azúcar, de donde descendió al río de Tapias y la quebrada de Santa Isabel, subió el alto de Cantadelicias, para arribar al pueblo de Neira, de donde continuo a Manizales. En su tránsito de Salamina a Manizales, camino tres días, en una distancia de diez leguas, a consecuencia de lo escabroso y mal estado del camino y de la crudeza del invierno. En este trecho, pasó por Pueblorrico, descendió al río Guacaica, continuó por la subida de La Linda, y luego en travesía por el Morrogacho, entró a Manizales, después de recorrer treinta y seis leguas de camino desde Medellín a Manizales, última población fronteriza de Antioquia con el Cauca en el sur, que ese momento contaba apenas con tres años de fundación.

 

DE MANIZALES A BOGOTA

Después de dos días (21 y 22 de febrero) de permanencia en Manizales, se proveyó de los avíos o bastimentos (carne, arroz, bizcocho, chocolate y panela y aguardiente), necesarios para la travesía de cuatro o cinco días de por la helada y desierta cordillera, y de contratar nuevos arrieros y bestias de carga y de montar (bueyes y mulas), tomo camino el 23 de febrero, a las siete de la mañana, en caravana compuesta de trece bueyes, tres perros. un guía, cuatro arrieros y un caporal por el mismo camino tomado por los primeros colonizadores antioqueños, dos años antes que Pombo.

A la vanguardia, el buey madrino y seis bueyes más de remuda. En la mitad, cinco bueyes cargados con el equipaje y víveres (paila, ollas y olletas para cocinar, el tarro de guadua con las velas, dos grandes, enjalmas y toldos), todo destinado para acampar en los buenos contaderos en que hubiera agua y se pudiesen cerrar los portillos para que no desertasen los bueyes, y las de los que iban sin ellas y que habían de volver cargados con sal, tabaco y otros artículos de Ambalema. Cerraba la caravana Pombo y un arriero descansados tranquilamente sobre nuestros bueyes, aderezados con enjalma el del arriero y con galápago el de Pombo.

Empezó la expedición por el camino del Ruiz y Herveo, hacia Mariquita, por un pésimo y estrecho sendero, escabroso por el invierno, fangoso, lleno de hoyos, raíces, troncos destruidos y palos caídos, y sus taludes tupidos de enmarañados chuscales de ramas flexibles y espinosas con peligrosas púas laterales de todas formas y dimensiones, obstruían el paso y herían, desgarraban los vestidos y los cuerpos de animales y viajeros.

Por recodos pequeñas planicies y colinas entapizadas de grama, y un sendero de piso arenoso, engalanado con musgo y abundantes helechos, en donde se hace pare para descansar, según la evidencia de fríos tizones y restos de leños, que atestiguaban que otros pasajeros habían hecho lumbre y pernoctado allí. También, escondidas entre el bosque algunas chozas desiertas, y aun humeante su fogón.

En una constante lluvia, pasaron la quebrada del Perro y la de Manizales, en donde se hizo alto toda la expedición. Era hora de comer y de permitir a los bueyes que mordiscasen el nudillo que abundaba en la cañada. Consumieron ración de carne, arepa y panela con agua, revisaron las cinchas, sobrecargas y continuaron el viaje. Después de otra corta espera en las márgenes del Chinchina, llegaron a la explanada de Los Frailes, designada para acampar. Puestas en tierra las cargas y

pasada revista de inspección a los bueyes, los arrieros se dividieron, unos para proporcionar acomodo a aquellos animales y otros para buscar las varas, la leña y el agua que se requerían para levantar los toldos y cocinar la merienda.

Febrero 24- Antes de que la rubia aurora pensase en alegrar la tierra asomando su faz risueña por el rosado oriente, andaban suavemente hacia la región de la nieve, hacia los cráteres en la mesa de Herveo, y los nevados del Ruiz, Santa Isabel, Tolima y Quindío

Febrero 25-Cuanfo fue necesario salir de la inacción a que nos reducía el frío glacial de la mañana y determinamos seguir camino. todo lo hallamos cubierto de un manto Je escarcha, .la lona de las tiendas, los árboles del bosque, la fangosa superficie de la tierra. El agua congelada en los charcos semejaba espejos,

Por algún· tiempo seguimos batallando entre los atolladeros de la trocha. hasta que llegamos al término en que la vegetación se reduce a esparto. Iraca y frailejón. A cuatro mil metros de altura, y se abrió ante nosotros una inmensa explanada cubierta de pajonal.

A la derecha, se dilata la mesa de blancura refulgente del Herveo, Al occidente y al norte dominábamos la serie escalonada de montañas de Antioquia, al oriente el descenso hacia los valles del Magdalena, y al sur erguían sus cabezas resplandecientes El Ruiz, Santa Isabel y Tolima.

Elías González quien en1847 abrió el camino entre Manizales y Mariquita, por los nevados que integran la Mesa de Herveo, por donde los primeros colonizadores antioqueños penetraron a tierras del Norte del Tolima y comenzaron a cultivar trigo, papa y arveja, en las zonas más altas; y el fríjol, caña de azúcar, maíz y el café, se empezó a cultivar a partir del año de 1870 y que según historiadores de Líbano Tolima, fue introducido por el general Isidro Parra, quien lo consiguió en los cafetales de Sasaima y Viotá en Cundinamarca y lo sembró en sus haciendas llamadas La Moka y Mesopotamia, en el Tolima.  Cultivos propios de las tierras de media montaña, sitio predilecto de los colonizadores provenientes de Antioquia.

Pasando como maromeros por una trocha impracticable, repleta de desfiladeros, hondonadas, y tenebrosos callejones atestados de barro, en que se hundían hasta las rodillas.

Febrero 26- continuó la marcha, ascendiendo hasta el alto del Derrumbe, en la base del nevado del Ruiz y sobre la enorme sima de Lagunilla, dejando atrás la mesa de Herveo, donde al fondo en donde corre el río Lagunilla. Se continúa bajando por cuestas rápidas y deleznables por tan largo trecho, hasta el alto opuesto, que llaman del Boquerón.

Frecuentes hilos de agua minerales y astringentes, que por el hedor por la hediondez que despide se denomina Aguahedionda.

A la orilla del camino un torrente de mediano caudal en que el viento, que sus aguas se disuelven en golas que vuelven a subir en forma de lluvia y empapan el camino, por cuya razón dan a este punto el nombre de Chispeadero.

Una de las masas de tierra precipitadas desde el Ruiz ocasionó, en 1846, la

formidable inundación de Lagunilla, donde después se fundo Armero fue construido sobre los depósitos volcánicos de la erupción de 1845.

Del alto del Boquerón sigue la cuesta hasta el río Lagunilla, que se pasa tres veces por pésimos vados. El camino, a medida que desciende, va presentando más vigorosa vegetación.

Sabanalarga, un hermoso tambo nuevo, desquite de las penalidades pasadas preparando sabrosa comida y tendiendo buena cama. Segué el camino por pasaremos los canjilones de Bermúdez (hombre rico, dueño de tierras, hatos salados y minas por estos lados). y la María Pardo (esposa, que tenía que sufrirle todo su despotismo).

Incurrió en una leve falla un esclavo, y el amo lo condenó a la desproporción nada pena de un novenario de ayuno y látigo. El inculpado pidió el perdón, pero el hombre he implacable.

Al tercer día del castigo el esclavo pudo fugarse, y previendo que por eséll dirección no se le buscaría, tomó para el Magdalena y en unos balsos se echó río abajo, resuelto a dejarse devorar por los caimanes si por acaso se veía alcanzado.

Furioso el dueño cuando supo que su víctima se le escapaba, ensilló su macho alazán y ante los cielos y la tierra pronunció este voto: - i Que el diablo me lleve en cuerpo y alma si me desmonto antes de atrapar a ese bellaco!

Y creyendo encontrarle entre las breñas de la cordillera, montó para perseguirle.

Apenas ocupó la silla cuando el macho se desbocó, y desbocado anda todavía desde hace más de cien años, sin dejar apear al jinete y pasando con él como relámpago por su casa y por toda la extensión de la cordillera. Andará así hasta el juicio final, y entonces el diablo le cogerá la palabra.

La María Pardo, persuadida de lo irrevocable de la suerte de su marido, se fue a Bogotá e invirtió todo su caudal en obras piadosas para obtener de Dios lo único que es ya posible: que el día del juicio su marido aprehenda al prófugo, para que no se cumpla la condición que le ha de entregar al diablo.

Febrero 27- del tambo de Sabanalarga, Sigue el camino en trocha, llegaron a la casa llamada de Los Buriticaes, Salvo aguardiente, en la casa solo había un gallo de raza fina, destinado a la pelea… continuamos avanzando

En Vallecito, explanada alegre en donde quedan los escombros de una casa incendiada, nos detuvimos para engañar el hambre. Después de otras horas de marcha, divisamos el caserío de El Líbano, después de transitar cinco días a la intemperie y desierto.  Algunas familias antioqueñas, vigorosas y diligentes, forman este núcleo de lo que con el tiempo será gran poblado

Febrero 28- nos despedimos del Líbano, descendíamos hacia el valle, subían la temperatura

 

LOS MONOS

Allá van los monos

Jugando baraja,

Que ninguno sabe

Para quien trabaja.

Allá van los monos

Tocando guitarra,

Porque ya no afloja

Nadie lo que agarra.

Allá van los monos

Tocando bandola,

Como ellos hay otros

Que no tienen cola.

Allá van los monos

hechos una pena,

Después de comerse

Una roza ajena.

 

Pasamos por los sitios y casas de Manzanillo, San Juan y Aguador hasta que llegamos a las lomas y casas de Santa Bárbara, en donde nos detuvimos. Desde aquí se domina el valle de Mariquita, tierra caliente, palmeras, las ceibas, los cauchos y los tamarindos, de los guaduales, de las plataneras y los cacaotales, de los trapiches entre las suertes de

caña, de los caneyes en que se aliña el tabaco, y los arrozales que ondulan con los vientos y de los pastales de guinea que reposadamente mordiscan los toros robustos.

Febrero 29-Pueblo de Peladeros,

Marzo 1° -Salida de Peladeros. Chorrillos,

Marzo 2 y 3-De Chorrillos a Ambalema.

Marzo 4-EI amanecer en tierra caliente. Vega de Colombaima.

Marzo 5- Casasviejas.

Marzo 6-Bello punto de vista sobre el alto que domina a Apulo

Marzo 7-Hasta Tena, Bogotá, a las siete de la noche.

Finaliza en Bogotá el 7 de marzo del mismo año; empleando 36 jornadas de arriería.



Fuente: Manuel Pombo Obras Inéditas. Editadas por Camacho Roldan & Tamayo. Liberia Colombia. IMPRENTA DE LA TRIBUNA. calle 12, Nos. 168 a 174. Bogotá.  1914

Por Álvaro Hernando Camargo Bonilla