martes, 24 de julio de 2018

ARRIERIA POR EL CAMINO DEL QUINDIO


ARRIERIA POR EL CAMINO DEL QUINDIO


Arriería: medio de transporte de personas, mercancías o simplemente de corotos cuando los arrieros emigraban a las tierras de colonización.

Arriero es una persona que trabaja arriando mulas, caballos, burros y bueyes, siempre caminando a pie en medio de las cabalgaduras.
El término arriero proviene de la palabra española arrear, que significa estimular a las bestias para que marcharan por trochas y caminos.
La Arriería hace parte del patrimonio e identidad de Filandia, como el tesoro Quimbaya, el camino del Quindío, la palma de cera, la arquitectura, el canasto, el café, el escudo y la bandera.
Por el CAMINO DEL QUINDÍO, empieza la formación de nuestro ancestro Quindiano, el territorio delimitado por él, fue objeto de colonización por diferentes empresas propuestas para la reconstrucción y sostenimiento de la vía.
El comercio, a través de la arriería, fue hasta los primeros lustros del siglo XX, la principal actividad, oficio que se convirtió en una de las profesiones más lucrativas y notables a lo largo y ancho del país en esa época.

Aparejados de sombrero de "jipijapa" (paja), o de fieltro, según el clima, raboegallo, camisa y  pantalón de dril, mulera, poncho, ruana, tapapinche o paruma (confeccionada con tela de lona rectangular, generalmente de color blanco y con ribetes negros lineales en cuero, y flecos), carriel, cinturón arriero, machete o peinilla, zurriago y alpargatas de cabuya, a pie,  animando sus mulas y bueyes, cargados de herramientas y avíos, cobijas, esteras y acompañados de sus mujeres, niños, provisiones, animales domésticos; marcharon a tierras desconocidas, establecieron rancherías,  tambos, fondas y fundaron pueblos en la “Hoya del Quindío”.
Trajinaron por trochas y caminos, llenos de “tragadales”, delimitados por enmarañadas selvas, atestadas de animales feroces, mansos o traviesos, donde no faltaban las leyendas y relatos fantasmales. Rudos arrieros, que al posar e los tambos, en noches de luna llena, rasgaban sus tiples para convocar a sus enamoradas a un rato de alegría, libado “tapetusa” de contrabando, producido en alambiques ocultos en los matorrales.
Las vías carreteables de hoy, se calcaron  de los caminos de antaño, que otrora fueran transitados por recuas de bueyes, mulas y caballos, que cruzaron valles, vadearon ríos, rodearon nevados e interminables recodos polvorientos en verano e intransitables por el lodo y la lluvia, durante el invierno.
Estos  son los héroes colonizadores que  sostuvieron la economía del territorio Quindiano, en las épocas comprendidas entre el siglo XX, y aún en la actualidad (siglo XXI).  Hoy con orgullo, forman parte del Paisaje Cultural Cafetero.


Alvaro Hernando Camarog Bonilla.
Vigia del Parimonio.