martes, 11 de octubre de 2022

ZAPADORES DEL QUINDÍO.

 

ZAPADORES DEL QUINDÍO.

INFORME PRESENTADO AL SR, MINISTRO DE GUERRA POR JORGE BRISSON, INGENIERO CIVIL, SOBRE LOS TRABAJOS E.N EL CAMINO DEL QUINDÏO.


ZAPADORES DEL QUINDÍO




Zapadores con hachas de la milicia de Lubeca (1831).

Soldados encargados de apertura de caminos de puentes y otros arreglos en tiempos de guerra. Su nombre se origina de una herramienta denominada “zapa” (pala de metal de corte duro), y otras herramientas con que cavar, talar árboles y arreglar caminos.

Tomas Cipriano de Mosquera, en el año 1832, crea el cuerpo de zapadores militares, con el propósito de fomentar las obras públicas, especialmente en la apertura o composición de caminos, cambiando varios batallones de infantería a “Zapadores”, apoyados de ingenieros y agrimensores extranjeros, que llegaron al país bajo su administración. Así, algunas unidades de infantería se transformaron a “zapadores”, como el batallón de infantería "Mutis" número 2, que trabajó en el camino de Quindío en la Balsa, en el cantón de Cartago.

 

En junio de 1845, Mosquera como presidente de la Nueva Granada, emitió un decreto confiriendo el título de camino nacional, al que partiendo de la capital de la Republica hasta el puerto de la Buenaventura, pasando por la Mesa, Tocaima e Ibagué, cruzando la cordillera del Quindío, Cartago, Tuluá, Buga, Cali, San Antonio, Cordillera Occidental, río Dagua hasta el puerto de la Buenaventura.

En ese mandato se dispone y reglamenta los cuerpos de “Zapadores” militares, destinados a la composición de caminos y vigilancia de los presidiarios confinados a trabajos forzosos, además, verificar el cumplimiento del trabajo de las personas obligadas con contribución del servicio personal subsidiario.

Horarios y tiempo de alimentación de los zapadores

Desayuno, almuerzo, comida y cena y refresco de los zapadores, de conformidad con las disposiciones de la autoridad militar y reglamentos.

La jornada de trabajo estaba comprendida de las seis de la mañana a las cuatro de la tarde, solo dos horas de descanso que correspondía al tiempo destinado al almuerzo y comida.

A las cinco de la mañana, levantada al toque de diana; a las cinco y media en formación se pasaba a desayunar y se empezaba a trabajar a las seis en punto. De nueve a las diez de la mañana se almorzaba. De la una y media a las dos y media de la tarde se cenaba; y a las seis un refresco, se llamaba a lista y a las siete de la noche pasaban a los dormitorios.

Cuando el mal tiempo impedía el trabajo, los zapadores, se dedicaban a limpiar el armamento; no se permitía que los zapadores anduvieran armados, solamente cuando fuera necesario en el ejercicio militar o desempeño de alguna misión.

Los presidiarios trabajaban el tiempo señalado en el decreto de 1° de marzo de 1845, reglamentario de los establecimientos de castigo, y practicaban los ejercicios allí expresados.

 

El servicio personal subsidiario

Si no fueran suficiente las rentas destinadas por la ley para reparación y conservación de los caminos nacionales, las gobernaciones de las provincias disponían la aplicación del trabajo personal subsidiario en jornales físicos, en los sitios por donde se estuvieran adelantando las obras de construcción y realización, conforme a los establecido en la Ley 23, parte 2, tratado 1° de la compilación granadina, sobre contribución vecinal.

Todos los años, en el mes de octubre, los alcaldes de cada distrito parroquial formaban la lista de los individuos obligados a prestar el servicio personal subsidiario para el año siguiente, lista que debía ser presentada al cabildo para su aprobación.

Hospitales en el camino

En cada uno de los caminos y en lugar conveniente se establecía un hospital base y un hospital ambulante, en el que se recetaba a todos los individuos empleados en el trabajo, con exclusión de los que prestaban el trabajo personal subsidiario. El funcionamiento del hospital se hacía por contrato; descontándose las hospitalizaciones a los zapadores, conforme al reglamento militar y a los obreros de su sueldo o jornales.

ZAPADDORES EN EL CCAMINO DEL QUINDIO.

Un informe contenido en un Boletín Militar, presentado a finales del año de 1898, por el ingeniero civil Jorge Brisson, relata que, a principios del año de 1898, el Batallón Anzoátegui (Zapadores del Quindío), al mando del General Pedro Sicard Briceño, Inspector de la vía y el Coronel Estanislao Martínez, Jefe del Cuerpo de Zapadores del Quindío, quien, al mando de 100 soldados, adelantaron la reparación y composición del camino, en una distancia de 136 kilómetros (algo más de 27 leguas), desde Ibagué a Cartago, en los trayectos: Del Moral hasta el Machín, Alto de San Juan, río Toche, puente sobre el río Toche, Yerbabuenal, Agua bonita, Cruces, Gallegos, Tochecito, La Ceja, Volcancitos, La Bolsa, el Boquerón (Paso La raya o la línea divisoria de las aguas, límite entre el Tolima y el Cauca, a 3,485 metros de altitud sobre el nivel del mar).  

En la ladera occidental de la Sierra Nevada del Quindío, perteneciente al Cauca, parte más poblada, con casas más confortables y abundantes cultivos, mientras que el lado opuesto con presencia de riscos y fragosidades y de vez en cuando alguna vivienda desprovista de todo, con raras excepciones, los siguientes tramos:  Laguneta, Macanal, y más abajo, Salento, poblado de provisión de recursos, donde empieza el hermoso y suave declive, hasta el Cauca en que se criaban ganados que llevaban para el Tolima.

Provistos de unos pocos toldos o tiendas de campaña, víveres, medicinas y herramientas (barras, hachas, calabozos y serruchos, una pequeña fragua portátil, parihuelas, garlanchas, picas, azadones y taladros) y lo demás necesario para el sostenimiento de la tropa que se encargaría del trabajo, concernientes a rocería de las orillas, ensanche de la vía, desagües, y taludes.

DISTANCIAS, POR LEGUAS, DESDE IBAGUÉ HASTA SALENTO.

De Ibagué a Tapias, 4 leguas.

De Tapias a Toche, 3 leguas.

De Toche a Yerbabuena, 1 legua.

De Yerbabuena a Gallegos, 1 legua

De Gallegos á Tochecito, 1 legua.

De Tochecito á La Bolsa, 1 legua.

De La Bolsa a Magaña, 1 legua.

De Magaña a Rancho Parado, 1 legua.

De Rancho Parado a Macanal, 1 legua.

De Macanal á Salento, 1 legua.

Total, 15 leguas de Ibagué á Salento.

De Salento á Cartago, 12 leguas y 1 kilómetro, lo que da un total de 136 kilómetros de Ibagué a Cartago, o sea 27 leguas con 1 kilómetro.

Distancia de Ibagué a Tapias (cuatro leguas de Ibagué), de Tapias hasta Macanal, una vez franqueada la Línea del “Boquerón” (dos leguas y media), distancias restauradas, desde el 5 de abril del mencionado año por el Batallón de Zapadores del Quindío.

Los “zapadores”, cuerpo militar fundado el año de 1832, actualmente forman el ramo de ingenieros militares del Ejército Nacional, su misión es facilitar el movimiento de tropas, además, de la disciplina y doctrina militar, se capacitan en el mantenimiento de infraestructura, manejo de maquinaria amarilla y equipos relacionados con la ingeniería, tanto en lo militar como en caso de desastres naturales, atender y cooperar con las comunidades necesitadas.

El mismo camino fue medido en el año de 1778, por don Ignacio de Buenaventura, teniente gobernador de Ibagué, prócer de la Independencia, impulsor del camino del Quindío, el cual midió desde la plaza de Ibagué hasta la de Cartago, hallando una medida de 20 leguas y 1.531 varas.

El escrito referido permite ampliar la percepción histórica de la antigua ruta, fundamental e imprescindible para los intereses Republicanos de la época, por ser el encuentro vial de Antioquia, Cauca y Tolima. Camino que representa la integración entre el centro y el sur del territorio patrio, posibilitó el desarrollo histórico cultural del Quindío, pero desafortunadamente en el abandono, proscripción y olvido total, causados por la negligencia política, administrativa y cultural.

 

Álvaro Hernando Camargo Bonilla.

 

Fuente: Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Boletín Militar de Colombia. 1905

 

Álvaro Hernando Camargo Bonilla.