domingo, 10 de septiembre de 2023

EL CAMINO, SU VOLCÁN Y LOS VIANDATES.

 

EL CAMINO, SU VOLCÁN Y LOS VIANDATES.


Hay en ella un volcán de humo que respira en la gran sierra bien conocida por sus laderas nombradas de Toche, en que, por una barandilla de piedra, que los españoles han labrado en ellas, se hace tránsito de Ibagué a Quimbaya; de esta sierra bajan muchos arroyos que riegan y fertilizan la provincia, y por los más de ellos hay fabricados puentes de guaduas que facilitan el poso, aunque asustan con los columpios.

(Cieza de León. Crónicas del Perú. Pág. 137.)

 

SU VISIÓN COSMOGONICA.

La armónica relación de los indígenas con su entorno natural, especialmente el de las montañas y volcanes, les llevaba a justificar y explicar su enigmático origen, a través de representaciones y elucidaciones de origen divino, considerándolos como sitios donde moraban sus dioses protectores, por consiguiente, les correspondía celar e idolatrar a través de cultos ceremoniales.

“En cercanías del Volcán Cerro Machín vivía un mohán[1] que se aprovechaba de todas las doncellas de la región, pero un día una de ellas, la princesa Dulima se organizó con sus amigas y engañaron al mohán emborrachándolo y metiéndolo en una cueva; luego de encerrarlo, taparon la entrada con grandes piedras para que no pudiera escapar. Cuando el mohán despertó de su borrachera, al no poder salir, hizo temblar el suelo produciendo grandes ruidos y haciendo salir fuego y azufre por la boca de la cueva”.[2]

Según los arrieros, el duende es una aparición de apariencia humana, de un metro de altura, lleva sombrero alón con que cubre el pelo largo como crin de caballo, nariz puntiaguda y los ojos bien adentro para esconder la mirada y que hace infinidades de maldades y dificultades a las personas. 

A los viandantes les extraviaba de rumbo, cuando se disponían a reanudar su marcha (les ocultaba las mulas, que aparecían alejadas, anudadas sus crines y cola en forma de trenzas, difíciles de desatar), aparejos, herramientas, sombreros y hasta las cotizas.

Lucas Fernández de Piedrahita, describe su ubicación en la provincia de Quimbaya, situada entre las ciudades de Ibagué y Santa Ana de Anserma, sitio que relata así: “Su temperamento ni es frio ni cálido, pero tan favorable a los españoles, que en él se conservan muchos años libres de enfermedades. Hay en ella un volcán de humo, que respira en la gran sierra bien conocida por sus laderas nombradas de Toche en que por una barandilla de piedra que los españoles han labrado se hace tránsito de Ibagué a Quimbaya”.

VISIÓN GEOLOGICA.



El volcán cerro Machín, se ubica en el corregimiento de Toche, jurisdicción de Ibagué Tolima, en la ladera oriental de la cordillera central, a una altura de 2.750 (Latitud Norte de 4°, 29´, y 75°, 22´de Longitud Oeste), su cráter contiene tres domos, y mide 2.4 km de diámetro aproximadamente.

Es un volcán tipificado como somma o pliniano, que lo personifica como uno de los volcanes más peligroso del planeta. 

Actualmente activo en estado de reposo, su última erupción se calcula que sucedió en el año 1200.  Actualmente se evidencia su presencia en sus fumarolas, aguas termales y micro-sismicidad permanente que ocurren en sus dos domos ubicados en los alrededores de su cráter.

El Machín presenta en su interior una explanada en forma de media luna, ocupada parcialmente, hasta hace unos 10 años, por una laguna (actualmente es un pantano en desecación). El ciclo en eventos eruptivos es aproximadamente cada 800 años y se caracterizan por ser de gran explosividad y abundancia de flujos piroclástico, siendo la parte más afectada la cuenca del rio Coello.

En caso de erupción, el material arrojado por el volcán alcanzaría entre 20 y 40 kilómetros de altura, llegando a ser visto incluso en Bogotá. Los materiales También bajarían por sus laderas materiales calientes que represaría afluentes y ocasionaría una gran avalancha en el río Coello, afluente del río Magdalena.  Podría llegar a afectar a cerca de un millón de personas en los departamentos de Tolima, Valle del Cauca, Quindío, Risaralda y Cundinamarca.

TRADICIÓN HISTORICA.


El cronista Piedrahita describe la existencia de una barandilla labrada en estrato rocoso que halla al inicio de la subida al Alto de San Juan, inmediata a la confluencia de la quebrada Machín y el rio San Juan, sobre la huella del antiguo camino.

Antiguamente el volcán se conoció con el nombre: “Cerro del Humo”. Después, el señor Pastor Ospina, Gobernador de la Provincia de Mariquita, en una visita de inspección a las obras del camino del Quindío, en el año 1843, le dio el nombre de: “El Pijao”.

En su acercamiento a la cima, narra que subió a su cúpula en compañía de otras personas, con el objeto de observar los fenómenos que allí se daban y divisar desde allí a los terrenos colindantes y calcular la más conveniente dirección del camino.

Calculó la altura del domo volcánico en 500 varas; narró la forma del cráter y la cobertura de la cima de bosques antiguos; las zonas de las fumarolas, desprovistas de follajes, revelando la capa rocosa circundante, cubierta de pajonales.

Se mostraba la existencia de varias fumarolas de elevadas temperaturas. La principal, y la que arrojaba la mayor columna de humo se podía mirar desde la base del cono volcánico; presentaba una boca estrecha de donde salía con violencia y ruido una corriente de vapor de agua que empapaba los objetos que se ponían en contacto los vapores de las fumarolas. Ni por un instante era posible mantener la mano en la boca de la grieta sin quemarse. El terreno colindante presentaba una consistencia arcillosa de rocas reblandecidas que quemaba al contacto, de manera que solo se podía andar rápidamente sobre los sedimentos rocosos.

Esas rocas, así como las que constituían la base del camino desde la quebrada Machín, que entra al rio San Juan por el occidente del volcán y hasta la quebrada de agua caliente, que limita por el oriente, pertenecen a las emisiones volcánicas, según los fundamentos de las teorías geológicas. Este tipo de rocas se encuentran por las orillas el río San Juan arriba, en cuyas inmediaciones, hay además altas montículos de cenizas volcánicas.

Escribe sobre la presencia de rocas calcáreas, que cubrían casi toda la vega del rio por donde pasa el camino. Rocas formadas por las fuentes gaseosas contenidas en las vegas del San Juan, algunas de las cuales son termales; las más notables de estas por su alta temperatura se hallan al oriente del volcán a la orilla de la quebrada de agua caliente.

Las formaciones geológicas fueron muy ventajosas para consolidar el camino, principalmente en algunos puntos en que la roca se presentaba fragmentada y pequeña, formando una especie de grava que hacia fácil su tránsito.  El camino se construyó sobre estas formaciones, lo que hacía que la senda no fuera muy resbaladiza, ni de profundos desfiladeros.                                                                         

Deduce de las crónicas que los Quimbaya se extendían hasta el rio San Juan, suposición relacionada de los vestigios hallados como los numerosos sepulcros levantados cada uno con seis lozas de esquito micáceo, exactamente ajustados y de forma rectangular. Esto no se observa al oriente y al sur de aquel rio donde habitaban los Pijaos, belicosa nación que tanto dificultó a los conquistadores; indígenas errantes y más guerreros que los Quimbaya.

Hasta el tiempo de la conquista no había comunicación por dicho rio de valle del Magdalena al del Cauca. Según la crónica de Piedrahita con el camino del Quindío se esquivó el que antes se hacía por las sendas escabrosas de peñascos y paramos, como lo fue el antiguo camino que partía de





Coloya en el distrito de Peladeros y atravesaba los páramos pantanosos del Tolima para caer a Cartago viejo (Camino de Santa Isabel).

Valdesina, hoy Toche, se ubicó en los regadíos del río Tochecito y las del San Juan, terrenos muy fértiles, al igual que sus laderas y altiplanicies adyacentes.

Esta fertilidad se probó en el año de 1843, haciendo abrir grandes rosas para la siembra de maíz, arracacha, yuca y otras plantas cuya producción se utilizó en la alimentación de los presidiarios y de los nuevos pobladores de Toche y sus alrededores, que por su situación, fertilidad y clima templado fue el indicado para ser el sitio de la nueva población.

MAGICO ATRACTIVO.

Además de su condición volcánica, fuentes termales y el recorrido fascinante al interior de su cráter, impresiona la variada actividad agropecuaria que presenta en sus laderas a la vista del visítate, cual colcha de retazos de las abuelas, aspecto derivado por la variedad de sus sembradíos, atractivo paisaje limitado por los esplendentes y grandiosos rodales de palmas de cera (árbol nacional).

Como no observar los vestigios precolombinos de origen lítico, como bateas de pilar maíz, que prueba que los indígenas Pijaos habitaron las vecindades del cráter del volcán. Asimismo, los cercados de piedra de origen volcánico, construidos por los colonizadores en los terrenos de la estructura volcánica.


Fuente: Gaceta de la República de la Nueva Granada. BOGOTA, DOMINGO 7 DE MAYO de 1843. Número. 618.


Ibagué 15 de abril de 1843, informe del Gobernador de la Provincia de Mariquita, señor Pastor Ospina, al señor Secretario de gobierno del Interior y Relaciones Exteriores, relacionado con el adelanto de la composición del camino del Quindío.

Ibagué 25 de abril de 1843.

 

Álvaro Hernando Camargo.

 

 

 



[1] Mohán, es sinónimo de Chaman.

[2]  María Eugenia Sepúlveda. Naturaleza y desastres en Hispanoamérica: la visión de los indígenas. Silex Ediciones. LibreriaNorma.com. Pag.44

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