LA
ENFERMEDAD Y MEDICINA POR EL CAMINO DEL QUINDÍO.LA VIRUELA,
MAL LEGADO, DESDE LA CONQUISTA, COLONIA, A LA COLONIZACIÓN QUINDIANA.
Con la llegada de los
ibéricos, comenzó para los aborígenes emplazados en la “Hoya del Quindío”, el
triste viacrucis del padecimiento de enfermedades como: viruela (la más
trágica), sífilis, lepra, tifus, gripa, entre otras, totalmente desconocidas, y
que desequilibraron la inmunidad biología de los nativos.
Los nativos, una vez
sometidos, asustados y recelosos recibieron a los invasores, los alojaron, brindaron
amistad, y asistieron con cúmulos de sustentos y joyas
de oro. Canonjía que se extendió, durante
toda la conquista y migración española, y el consiguiente proceso de mestizaje.
Desde Cartago viejo (hoy
Pereira), en agosto de 1541, a través de la ruta Quimbaya (camino del Quindío),
se diseminó el contagio virulento en el territorio. Por consiguiente, el
padecimiento de enfermedades que coadyuvaron a la disminución de la población
indígena, que sucumbió al contagio de las enfermedades traídas.
Sumado a lo anterior, los
abusos sexuales, crueldad y esclavitud, determinaron el suicidio colectivo, y
un rígido control natal, ejercido por las indígenas. Hechos que diezmaron la
población Quimbaya, casi hasta el exterminio. Los indígenas sobrevivientes, atemorizados
por la amenaza invasora, emigraron a las selvas de la cordillera occidental,
hoy asiento de las comunidades emberá, progenie de los antepasados Quimbaya.
El padecimiento más infeccioso,
grave, contagiosa y de más impacto, fue la viruela. Enfermedad nativa de la Etiopía,
que pasó a España con las incursiones de los moros, y que, según dicen, la
condujo a América un soldado de la expedición de Pánfilo de Narváez, por los
años de 1782. Contagio que hizo aterradores estragos en la población del Nuevo
Reino.
A partir de este momento, se
presentaron periódicas epidemias (1782, 1783,1785, 1801). Las crónicas
referencian que, en 1801, ocasionó mucho daño, al punto que, falto muy poco
para que se despoblaran totalmente las localidades insignias del camino del
Quindío: Cartago e Ibagué.
Sería extenso indicar todas
las referencias relacionadas. Para el caso, dos pasajes relacionados.
En la época de la Conquista,
Cieza de León, describe:
“Cuentan que vino una gran pestilencia de
viruelas tan contagiosa que murieron más de doscientas mil ánimas en todas las
comarcas…Y pues trato de esta materia, diré aquí lo que en el año pasado de
cuarenta y seis en esta provincia de Quimbaya… La enfermedad era, que daba un
dolor de cabeza y accidente de calentura muy recio y luego se pasaba el dolor
de la cabeza al oído izquierdo, y agravaba tanto el mal, que no duraban los
enfermos sino dos o tres días. Venida, pues, la pestilencia a esta provincia
está un río casi media legua de la ciudad de Cartago, que se llama de Consota,
y junto a él está un pequeño lago, donde hacen sal de agua de un manantial que
está allí. Y estando juntas muchas indias haciendo sal para las casas de sus
señores vieron un hombre alto de cuerpo, el vientre rasgado y sacadas las
tripas y inmundicias, y con dos niños de brazo; el cual, llegado a las indias,
les dijo: "Yo os prometo que tengo que matar a todas las mujeres de los
cristianos y a todas las más de vosotras", y fuése luego”. [1].
Al finalizar la Colonia, del científico
alemán, Alexander Von Humboldt, en sus extractos de diario de viaje, en su paso
por el camino del Quindío, en Ibagué (1801), alusiva al padecimiento de la
viruela y fiebre amarilla:
“Tuvimos que permanecer 8 a 9 días allá
porque hacían falta cargueros, entre los cuales la viruela ha causado grandes
estragos. La viruela se presenta en el reino de Nueva Granada, generalmente
cada 19 a 20 años y, aunque la vacuna produce excelentes resultados, es poco
usada”. Esta vez la viruela provenía de Popayán y en Santa Fe había mucho temor
por la cercanía de Ibagué. Por la
misma época había otra preocupación más seria. En Cartagena habían muerto
varias personas con síntomas de fiebre amarilla (epidemia que reinaba en la
Guayana y Puerto Cabello, desde hacía 5 años). Si la fiebre empieza allá, se extenderá
probablemente al interior, hasta Honda, debido al tráfico por el río, a la
similitud del clima y a la tremenda insalubridad del aire en el cauce del
Magdalena. [2]
Es así como el 18 de diciembre
de 1803 llega la vacuna contra la viruela.
La aplicación de la vacuna empieza en Honda, de donde se transporta por
la vía del Quindío, hacia los territorios de la Hoya del Quindío.
Otro hecho alusivo, es el
contenido de la Circular No 5 (enero 16 de 1881), remitida por la Prefectura
Provincial del Quindío, del Departamento del Cauca, al alcalde municipal de
Salento, donde se hace referencia a lo estipulado en el decreto No. 216, de
1890:
“sobre conservación y propagación del
fluido vacuno”. Usted se servirá cumplir y hacer cumplir por sus agentes las disposiciones
que el contiene para evitar la propagación de la viruela y prevenir los
contagios que pudieran ocasionar en las poblaciones de esas provincias. Lo que
le comunico a usted para que se sirva dar estricto cumplimiento a las
disposiciones citadas”.[3]
Son apenas tenues reseñas, de
un amplísimo e inédito tema, que no ha sido abordado por el constructo histórico
Quindiano: la enfermedad y medicina como legado del camino del Quindío.
Álvaro Hernando Camargo
Bonilla
[1] Pedro
de Cieza de León. Crónica del Perú. Biblioteca Ayacucho. Pág. 449. Caracas Venezuela. 2005
[2]
Vida de Humboldt Extractos de sus diarios. Biblioteca Luis Ángel Arango del
Banco de la República. DIARIO II Y VI
[3]
Archivo de Salento Quindío.
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