domingo, 10 de agosto de 2025

MONOGRAFIA DE SALENTO Por: José López Montes, Pbro. Manizales, enero de 1923

 
















MONOGRAFIA DE SALENTO

Por: José López Montes, Pbro. Manizales, enero de 1923

 

La presente monografía de Salento, escrita por José López Montes en 1923, es un valioso aporte a la comprensión de la historia y la cultura del territorio del Quindío.

Su importancia radica en los siguientes aspectos:

Valor histórico: La monografía ofrece una visión detallada de la historia de Salento, desde la época precolombina hasta la actualidad, permitiendo a los lectores descubrir la importancia de la fundación Salentina como legado de identidad Quindiana. Describe la riqueza cultural y natural del territorio, lo que permite apreciar la diversidad y complejidad de la región. Detalla el desarrollo histórico de Salento, incluyendo los conflictos territoriales y políticos que han influido en la consolidación del poblamiento del Quindío, permitiendo conocer el legado histórico y cultural, por las presen tes y futuras generaciones.

En resumen, es un documento valioso que ofrece una visión profunda de la historia y la cultura, y su publicación es importante para preservar el legado histórico y cultural de la región.

El texto ubica a Salento en el flanco occidental de las montañas del Quindío, donde su paraje se despliega sobre montañas, valles y ríos, en donde  se fundó Salento. Histórica población que se remonta a la época precolombina, y comienzo de la colonización en la “Hoya del Quindío”. Salento fue punto de encuentro, y crisol donde se fundió el fundamento cultural de la idiosincrasia Quindiana, y este recuento histórico es el fiel testimonio de esta rica herencia.

El texto contine los datos monográficos, descritos por José López Montes en 1923, ofrece una visión detallada de la historia, geografía y cultura de Salento. La lectura de su contenido, permitirá al lector descubrir la importancia de la fundación Salentina como legado de identidad, y su influencia en la colonización del territorio, desde la época precolombina hasta la actualidad, Tiempo en que Salento ha mantenido su esencia y ha sido un lugar de encuentro entre la tradición y la modernidad.

Este texto es un valioso aporte a la comprensión de la historia y la cultura de Quindiana.  Su contenido permite apreciar la riqueza cultural y natural del territorio, y es una remembranza de Salento, que ofrecer a los lectores una visión profunda de su desarrollo histórico.

También refiere el conflicto de intereses en las fundaciones de Salento, Filandia, Armenia, Circasia, y Calarcá. Conflicto relacionado con las disputas territoriales, afines a las contradicciones partidistas, y sus interés políticos y sociales, propios de los constantes enfrentamientos de sus pobladores, como consecuencia de las constantes guerras civiles presentadas e en el siglo XIX y principios del XX, época de fundación y consolidación de estas poblaciones.

los puntos más notables que se refieren a las causas, y desarrollo de los conflictos podrían ser:

Disputas Territoriales: La delimitación de los territorios municipales y las disputas por recursos naturales como agua, tierras fértiles y minerales podrían haber sido causas comunes de conflicto entre estas poblaciones.

Desarrollo Económico: La competencia por el desarrollo económico, incluyendo el comercio, la agricultura y la minería, podría haber generado tensiones entre las diferentes localidades.

Política y Sociedad: Las diferencias políticas y sociales, incluyendo la influencia de distintas ideologías y partidos políticos, podrían haber jugado un papel importante en los conflictos entre estas fundaciones.

 

HISTÓRICA UBICACIÓN TERRITORIAL Y PRINCIPALES ASPECTOS FÍSICOS DEL TERRITORIO DE SALENTO.

Por: José López Montes, Pbro. Manizales, enero de 1923

El origen del nombre proviene de la ciudad que fundó el rey Idomeneo, hijo de Deucalión, nieto de Minos, cuando desterrado de su reino de Creta, por haber querido cumplir una promesa hecha a los dioses de sacrificar al primero que encontrara en su patria, quiso sacrificar a su hijo, por lo cual los súbditos lo desterraron a Italia, y allí el Calabria fundó a Salentino.

Se halla situada la población en la ladera occidental de la Cordillera del Quindío, a un grado veintinueve minutos y cuarenta segundos (1° 26’ y 40”) longitud occidental del meridiano de Bogotá, y a cuatro grados treinta y nueve minutos y veinte segundos (40° 39’ y 20” de latitud norte.

Su temperatura es templada, y remontando el camino que con duce a Ibagué, se experimenta cada vez más frío hasta llegar al Boquerón del Páramo. (Notas a los planos de Salento levantados en 1870).

Aspectos físicos:

Su territorio es generalmente quebrado debido a su ubicación sobre la Cordillera.

Sus ríos principales son:

·       Río Quindío, que nace en el Nevado del Tolima y corre hacia el suroeste.

·       Río Boquía, que nace en la laguna Cubierta y desemboca en el río Quindío.

·       El clima varía según la altura, con temperaturas que van desde los 14°C en la cabecera municipal hasta temperaturas más bajas en las zonas altas.

·       La región cuenta con una gran variedad de flora y fauna, y es conocida por su belleza natural y su riqueza en recursos naturales.

Altura y clima

·       Su cabecera municipal se encuentra a una altura de 2,200 metros sobre el nivel del mar.

·       El Boquerón de la montaña del Quindío se encuentra a 3,500 metros de altura.

 El Nevado del Tolima se encuentra a 5,525 metros de altura.

• La temperatura media de la población es de 14°C.

·       La cabecera del distrito se sitúa a una altura de 2,200 metros; y su parte más alta en el Boquerón del Quindío, a 3500 metros, y el Nevado del Tolima a una altura de 5525 metros, y en la parte baja desciende hasta 1,600 metros.

·       La temperatura media de la población es de 14 grados centígrados, y en la misma proporción de las alturas baja y sube.

Según relatos de los pobladores de la Nueva Salento que por la guerra del 60 se redujeron los habitantes de Boquía al número de 80, y que cuando se fundó Salento, había unos 1000 habitantes. En el año de 1884 tenía 8000 habitantes; en el año de 1912 tenía 3728, y en el de 1918 tenía 4428. La causa de estos descensos, en el trascurso de veinte años salieron los colonos a poblar los distritos de Armenia y Calarcá, poblaciones que alcanzaban 36,090 habitantes.

Los límites reconocidos por el concejo, según una nota fechada el 30 de enero de 1920, son los siguientes: Salento es cruzado por una línea nacional desde la cordillera del Páramo, límite con el Tolima, hasta el punto de Arrayanal, en una extensión de 24 kilómetros; de Arrayanal al alto del Roble limitando con el municipio de Circasia en una extensión de 1 kilómetro. Al sur de este municipio también tiene una línea nacional entre Calarcá, y éste desde la cordillera en el Boquerón del Páramo hasta el punto de la palma en una extensión de 8 kilómetros. No hay más líneas nacionales correspondientes a este municipio.

La primera línea nacional de que habla el concejo es la del norte; la de Arrayanal continúa por el occidente, camino de Armenia, hasta una legua más abajo de Circasia, frente al alto del Castillo; del Castillo línea recta a la Cordillera Central forma el límite sur, y la línea de la cordillera, el límite oriental.

El panorama que se contempla desde Salento es uno de los más hermosos, ya se mire solamente la extensa región del Quindío al sur y oeste, repleta de una vegetación exuberante, surcada de poblaciones, algunas hoy populosas, o ya se expanda la vista hasta los inmensos valles del Cauca. El punto donde está enclavada la población no es ventajoso, y por ende, parece que nunca llegará a ser una población populosa. Los terrenos que constituyen el municipio son por lo general quebrados, por estar entre la Cordillera con sus múltiples estribaciones, y la colina de Circasia, que nace en el alto del Roble aúna altura de 2100 metros, y se dirige de norte a sur con un desnivel muy suave hasta un poco más debajo de Circasia, donde se deprime fuertemente, y va a morir a la ciudad de Armenia.

Sus ríos son: el Quindío, que nace en el Nevado del Tolima y corre primero de oriente a occidente y luego de norte a sur hasta tocar tierras del municipio de Calarcá; de aquí para abajo cambia de nuevo su curso en dirección sudoeste, hasta unir sus aguas con el Barragán, desde donde se empieza hoy a darle el nombre de La Vieja. No así en el año 92, época en que se llamaba La Vieja sólo un poco antes de presentarse a Cartago, como lo dice don Heliodoro Peña en su geografía del Quindío; Boquía, que nace en la laguna llamada Cubierta—donde nace Otún—y desemboca en el Quindío diez cuadras más abajo del camino nacional; el boquerón que nace en las faldas de la Cordillera Central, al sur de la población, en el punto llamado Boquerón, donde hay señales de que los indígenas elaboraban el oro, y desemboca en Navarco, y con éste al Quindío.

Los afluentes del Quindío son: por la banda oriental y de norte a sur: Santa Isabel, Aguasclaras, Cruzgorda, Navarco, Dosquebradas y el Castillo. Límite con Calarcá: por la banda occidental de la colina de Circasia: La Florida, San Juan, San Antonio, Tinajas, Boquía, El Rosario, Santa Rita, La Congoja, San Francisco y Cárdenas. Dista Salento de la capital de la República 26 miriámetros, y de la capital del departamento, 71 kilómetros.

Es seguro que el conquistador de toda la hoya del Quindío fue Álvaro de Mendoza, según dice el doctor Emilio Robledo en su Geografía médica, apoyado en autoridades fidedignas: «Robledo quiso explorar ahora (enero de 1541) las cimas nevadas. Los mismos naturales le habían hecho saber que en aquellos parajes había un valle que se dice Arvi, que es de la otra banda de la cordillera de las sierras nevadas, y asimismo de otro valle que se dice Quindío, que estaba cerca de aquella Quimbaya y que colindaba con Arvi. Álvaro de Mendoza, luchando con una naturaleza agresiva, trepó hasta donde le fue posible, descubrió el valle del Quindío cuyos naturales no le hostilizaron.»

De los naturales de este municipio no nos quedó ningún rastro de cultura. De las guaquerías se deduce que fue una gente pobre, que elaboraba las minas de Navarco, Boquerón y Campo alegre, y que cambiaban el oro que allí sacaban por artículos alimenticios, con los de la tierra baja. Esta conclusión es muy clara, porque siendo éstos los que sacaban el oro, no dejaron nada en sus sepulcros, y sí lo tenían muy abundante los naturales de las tierras bajas, como lo pueden ver los que lean las monografías de Montenegro, Filandia, etc., donde se habla de muchas alhajas preciosas y otras curiosidades que vieron los viejos guaqueaos que hoy existen aún.

Los que abrieron el camino del Quindío fueron los primeros exploradores. En el año 1842, don Alejo Molina se vino de Salamina con tres hijos: Francisco, casado con Juana Ríos, Miguel y Joaquín. El primero de los hijos se quedó en Boquía con su mujer, en un tambo abandonado por el presidio que por entonces se había retirado; mientras don Alejo, con los otros dos, emprendió la exploración del Quindío en busca de un río por donde se veía correr el oro, según era fama. Llegaron al Navarco, y no hallando el oro apetecido, continuaron hacia el sur buscando el codiciado río. Después de diez días de marcha, viendo que no aparecía lo que se buscaba, y habiéndoseles acabado las provisiones, creyeron más fácil buscar el camino nacional por el puente de La Vieja, que desandar el camino. Hicieron una balsa, y a poco se dio contra una roca y cayeron al río donde se les acabó de perder lo poco que llevaban. Sin un bocado de pan, emprendieron la marcha en busca del alto del Roble, comiéndose, según se dijo, el único perro que se les salvó. El hijo, que había quedado en Boquía, creyó que los indios se los habían comido, y así lo manifestaba a los pasajeros que en ese tambo posaban. Esa noticia llegó hasta Cartago, en donde se reunió gente con el fin de salir en busca de ellos, para saber si era cierto que aún por allí había indios para conquistar. Cuando ya había salido de Cartago la expedición, se supo que los perdidos habían aparecido en el alto del Roble, después de diez y nueve días de andar, comiendo frutas y ramas.

Supo allí don Alejo que el comercio de Medellín le había rematado sus bienes, porque no le había pagado a tiempo, y decidió quedarse y mandar por su familia. Con los que fueron a Salamina por la familia de don Alejo, se les hizo conocer a los antioqueños la hermosura y fertilidad de estas tierras, y poco a poco empezó la emigración, que a poco fue sorprendente, pues en los cincuenta años siguientes se fundaron las cinco poblaciones de Salento, Filandia, Circasia, Calarcá, Armenia y Montenegro.

Dice don Heliodoro Peña que la causa de la fundación de Boquía—que fue el principio de la nueva Salento—se debió al gobernador de la provincia del Quindío, señor doctor Jorge Juan Hoyos, el cual, viendo las grandísimas penalidades de los que tenían que viajar de Cartago a Ibagué (26 leguas) por inmensas soledades “sin tener una sola casa para hospedaje, dio orden para que se construyera una casa en Boquía como lugar de depósito y escala de los viajeros”

Dice además «que por este tiempo (año 1843) se fundó en la misma vía y en un lugar cercano al en que estuvo más tarde el pueblecito de Condina, un pequeño caserío denominado Buriticá, compuesto de un reducido número de familias,» y que luego, alagados por la concurrencia en el Quindío del presidio, y con el propósito de fundar una población en un punto más ventajoso, se trasladaron a Boquía.»

En el año 1846 se fundó la población «en virtud de la empresa acometida por el gobierno nacional desde 1842, bajo la administración del general Pedro Alcántara Herrán, de la apertura del camino del Quindío, en cuya época y por varios decretos legislativos y ejecutivos se hicieron concesiones de una porción de terreno, cabezas de ganado y herramientas, a las familias que vinieran a poblar la montaña y el camino de aquel nombre.» (Acta de la Fundación de Nueva Salento).

Si fue cierto que el gobierno prometió mucho a los exploradores y fundadores de Boquía, fue también cierto que la realidad en nada se asemejó a lo prometido, pues los que entraron con estas esperanzas, se vieron, a poco, abandonados, sin más recursos que la cacería para su alimento.

Los límites que tuvo Boquía fueron los siguientes: «La quebrada de Barbas desde su nacimiento, siguiendo su curso hasta frente de Buenavista; contadero del camino real; de ahí una línea recta imaginaria, hasta la confluencia del río Barragán en el de La Vieja; de este punto aguas arriba una legua de la corriente del predicho Barragán; de aquí otra recta imaginaria hasta la cumbre de la Cordillera Central, y toda la línea de esta hasta la vertiente de Barbas.» (Acta de la Fundación de Nueva Salento).

Fueron sus fundadores: don Vicente Henao, Pascasio Salazar, Vicente Velásquez, Ignacio Buitrago, Antonio Valencia, Bruno Arias, Cornelio Marín, Servando Castaño, Alejandro y Joaquín Echeverri, Alejo Molina, Antonio Gil, José Manuel Ramírez y otros. El primer regidor de la aldea fue Vicente Molina, y su secretario Vicente Henao. Fue don Vicente el prohombre de estas tierras, el que llevó a cabo, de acuerdo con el doctor Paláu, todas las reformas que requería la población hasta trasladarla al punto donde hoy se halla. Fue juez parroquial, regidor, alcalde, agrimensor, jefe de las fuerzas liberales, abogado y secretario perpetuo de las corporaciones municipales, etc.

En 1849 el señor Manuel Eraso hizo las primeras entregas de veinte fanegas de tierras baldías a los pobladores; terrenos cedidos por un decreto legislativo del año 1842. En diciembre de 1849 vino el presbítero Casimiro Gamba, costeado por el gobierno, el cual dijo la primera misa en el alto del Roble, según afirma don Pascasio Salazar, viejo de ochenta años, pero que tiene todavía memoria clara, en casa de don Alejo Molina. Como la autoridad de don Heliodoro Peña es para nosotros tan respetable, no lo hemos desmentido sino después de habernos cerciorado con mucho cuidado de lo que afirmamos; si bien es cierto que en este punto el equívoco no parece de tanta importancia, como el que en otra parte veremos.

Desde esta época, por autorización del señor obispo, abrió los libros parroquiales; bautizó y presenció el primer matrimonio que celebraron Crisanto Hernández con Ana Idárraga el 7 de enero de 1850. No sabemos por qué motivo se retiró el padre Gamba de la aldea el 1. ° de abril de 1851, y desde entonces empezó a decaer la población de una manera alarmante, llegando a reducirse al número de ochenta habitantes. Continuaron los vecinos pidiendo cura al señor obispo de Popayán, el cual les hizo, para acceder a la petición, la exigencia de que le aseguraran al cura la congrua sustentación, que se hicieran capilla y casa cural (9 de marzo de 1859).

Como desde el 8 de febrero de 1854 se había constituido una junta con tal fin, y la capilla estaba construida y bendecida por el presbítero Fulgencio del Castillo, y no faltaba sino la escritura de compromiso, se apresuraron a hacerla; ésta fue la primera escritura que se hizo en Boquía, en virtud de la cual los vecinos se comprometían a darle al cura ciento cincuenta pesos de ocho décimos anuales, para asegurarle la congrua. El notario que hizo esta escritura fue Gabino Cárdenas, secretario del consejo administrativo.

Dadas las seguridades, el prelado diocesano creó el beneficio, y nombró cura al presbítero Parménides Velasco, el cual duró, no obstante, las encarnizadas guerras del 60, hasta el 6 de agosto del 65. época en que se retiró y fue reemplazado por el presbítero Elías Lazo, nombrado por el ilustrísimo señor Pedro Antonio Torres el 21 de agosto del mismo año. En 1859, siendo presidente de la República don Mariano Ospina, se le concedieron a Boquía otras 12,000 fanegadas de terrenos baldíos, los cuales fueron repartidos de acuerdo con las ordenanzas de 11 de octubre de 1856, expedidas por la legislatura de la provincia del Cauca.

Terminada la guerra del 64 empezó a mejorar la condición de esos huérfanos solitarios, que por la constante desbandada de sus antiguos moradores quedaron reducidos, según ya dijimos, al número de ochenta, que estaban como otros hogares abandonados en la inmensidad de las selvas. Empezaron de nuevo a llegar familias halagadas por las promesas y por la feracidad de las tierras. Los legisladores empezaron a preocuparse más seriamente de esta región, dando leyes y ordenanzas que le daban realce a la población. La municipalidad de Cartago, por la ordenanza de 12 de enero de 1865 le dio juzgado parroquial, siendo nombrado para primer juez don Vicente Henao; por la ordenanza 20 de 24 de enero del mismo año se le dio Notaría, con circuito de registro en Cartago. El 13 de mayo de 1864 se pusieron en Boquía cinco ediles que se repartieron así: uno en Boquía, uno en Rioarriba uno en la Florida, uno en Navarco y otro en la Balsa, hoy Alcalá.

Aun cuando desde el 15 de julio de 1861, época en que se firmó el acta de traslación de Boquía al punto de Barcinales, debiéramos haber hablado de su traslación, no lo hicimos, porque como la traslación y permanencia en ese punto duró muy poco, y no sucedió nada importante, lo dejamos para unirlo inmediatamente con la fundación de la nueva Salento, y nos quede así la relación más clara.

Antes de seguir adelante pedimos excusa a todos los que con don Heliodoro Peña aseguran que la traslación de Boquía al lugar de Barcinales se verificó en el año 51. Pues el acta auténtica, que se conserva en los archivos del concejo de Salento, dice que la junta se reunió con este fin el 15 de julio de 1861. Pero según puede deducirse del libro de entregas, la traslación no se verificó en realidad, sino en agosto del 63.

La entrega quinta, que cualquiera comprende se debió hacer muy al principio del traslado, por ser muy natural que el momento en que el entusiasmo cunde con más ardor es en los momentos precisos de empezar toda obra, dice:

En 6 de agosto de 1863 el infrascrito corregidor procedió, en asocio de los señores agrimensores, y se cuadraren ochenta metros para el área de la plaza, y los cuarenta metros cuadrados para la iglesia, cuarenta para la escuela, cuarenta para la cárcel y cuarenta para la casa consistorial, de acuerdo con el artículo 6. ° de la ordenanza provincial del Cauca, de 11 de octubre de 1856. “Concluida esta diligencia, se firma por el infrascrito corregidor y agrimensores—Ignacio Buitrago. Vicente Henao. “

Esto demuestra que la traslación de Boquía debe ponerse en agosto del 63, o a lo sumo en julio del 61, pero nunca el 41. Y para llegarnos de una vez a la actual Salento decimos que la traslación al punto donde hoy se halla se hizo el 25 de enero de 1865, a unas pocas cuadras al sur de la última Boquía. Desde entonces, por la influencia del doctor Ramón E. Paláu, que fue el que tomó a pechos la traslación, fue pronto erigida en aldea, y el 12 de noviembre de 1866, por ordenanza número 25, se elevó a la categoría de distrito- En 1870 se le dio oficina telegráfica.

Año por año lograba para Salento el doctor Paláu alguna concesión de los congresos y de los encargados del ejecutivo, según se deduce de las múltiples comunicaciones que tuvo con don Vicente Henao, al cual le comunicaba todas sus empresas y sus propósitos con la población de Salento.

En 1867 logró que el congreso le cediera 24,000 fanegadas más, y que el ministerio de hacienda expidiera los títulos de propiedad en una zona de 36,000 fanegadas, con su correspondiente plano. Al padre Lazo, que sólo permaneció hasta el 2 de septiembre de 1866, le sucedió el presbítero José Agustín Aranda el 10 de febrero del 97, y permaneció hasta el 8 de julio del mismo año. Le siguió el presbítero don José María García el 15 del mismo mes por nombramiento que le hizo el presbítero don Federico Arboleda, gobernador del obispado, el 3 de junio. Este sacerdote fue un gran entusiasta luchador por el progreso de la potación, a quien Salento le debe muchos beneficios.

Administró este sacerdote la viceparroquia de Huertas, población cuya memoria casi nadie tiene, y que existió en el mismo punto que hoy se llama Fracción de Huertas, en el municipio de Pereira. Fue más importante que Condina, población ésta de la cual habla don Heliodoro Peña en su geografía de! Quindío; pues aquélla tuvo juzgado parroquial, como cabecera de la segunda, según una ordenanza expedida en Cartago el 12 de enero de 1865; tenía además muy buena capilla, campanas y todo lo necesario para la celebración de ios divinos oficios.

El 10 de julio de 1879 tuvo el padre García necesidad de abrir nuevos libros parroquiales, porque la autoridad civil se había apoderado de ellos, según consta en una nota que dice: “Libro en que se asientan las partidas de matrimonio después de la extracción de los libros parroquiales por la autoridad civil, José Mario Garda.”

En este tiempo hizo la primera visita pastoral el ilustrísimo y reverendísimo señor doctor don Carlos Bermúdez, obispo de Popayán (25 de noviembre de 1873), el cual traía por secretario al presbítero doctor don Pedro Antonio Holguín.

El padre García fue sacado de Salento por motivos desconocidos. Nada importante ocurrió desde el año 70 hasta el año de 1892, época en que Salento tuvo que luchar con las poblaciones de más reciente fundación, pero más prósperas. En este año se creó el distrito de Filandia, suprimiendo el de Salento. (Ordenanza 33 de 17 de agosto de 1892).

Con golpe tan rudo se conmovieron los vecinos, y empezaron una lucha sin tregua, pero lucha honrada y legal. Demandáronla ordenanza ante el tribunal de Popayán, y lograron su intento por esta vez. El archivo, que es el tesoro más grande que tiene ese pueblo, y que como tal lo estiman, había sido trasladado a Filandia desde el 7 de octubre por decreto del gobernador del Cauca, número 206, reglamentario de la ordenanza; y con gran regocijo volvió de nuevo a ornamentar sus anaqueles el 16 de diciembre del mismo año.

Entonces no sólo recuperaron el municipio, sino que lograron que se les dieran dos juzgados: uno para lo civil y otro para lo criminal. Pero Filandia no era el único enemigo que tenía esta población. El corregimiento de Calarcá, creado por la municipalidad de Salento el 17 de enero de 1890, y el corregimiento de Armenia creado el 1.° de septiembre del mismo año por acuerdo número 2, se levantaban con una pujanza amenazadora. Este último corregimiento se propuso conseguir distrito a toda costa. Al efecto mandó en representación del pueblo a la asamblea del Cauca al señor Pablo Herrera, y logró sus intentos, pues fue creado el distrito de Armenia, cambiando el nombre y la cabecera del distrito de Salento. (Ordenanza 14 de 1896).

Por orden del general Pinto se trasladaron las nuevas autoridades a Armenia llevándose personalmente el codiciado archivo, el cual fue entregado por los salentinos con protestas y repulsas, como era natural.

En seguida, el 14 de agosto del mismo año, los vecinos elevaron un memorial pidiendo la supresión de la ordenanza 14, el cual no tuvo ningún efecto, porque la opinión del tribunal fue que sí era legal. Como en esta vez perdieron el pleito, continuaron la lucha, hasta que lograron hacer expedir la ordenanza 49 (de 14 de julio de 1898), que disponía restablecer la cabecera del distrito de Armenia a la población de Salento. Pasó esta vez el archivo con la misma solemnidad de antes, y se quedaron los armenios con su corregimiento.

Pero como los armenios han sido siempre entusiastas y progresistas, no se resignaron tampoco a este estado de cosas; y por tanto en la guerra de los tres años se hicieron pasar el municipio militarmente, con archivo y todo, y apenas terminada la guerra, lograron que se expidiera la ordenanza 60 de 9 de mayo de 1903, en que se creaba el distrito de Armenia con cabecera en Armenia.

Vino de nuevo la demanda, y de nuevo se logró la supresión, continuando la lucha hasta el 19 de julio de 1904, época en que se expidió la ordenanza 75, que a la letra dice: “Desde la sanción de la presente ordenanza la capital del distrito de Armenia en la provincia del Quindío, será la población de Armenia.”

Si después de la expedición de esta ordenanza, Armenia no volvió a decaer, Salento sí logró tener su distrito definitivamente el 1. ° de octubre de 1908, creado por el decreto número 995 de 11 de septiembre, del ejecutivo nacional, por los límites que tenía como corregimiento, que antes los más señalados.

No se conoce científicamente la extensión del municipio. El área de la población tiene en los planos de 1870, 200 hectáreas. La población actual tiene 25 manzanas, aunque no están pobladas todas. Está dividido el municipio para su mejor administración en un corregimiento (La Morena) y doce fracciones, que son: Boquía, Llanogrande, San José, Palogrande, Dosquebradas, Canaán, El Castillo, Navarco, Boquerón, primavera, Ríoarriba y Los Andes.

Desde su fundación perteneció a la diócesis de Popayán, hasta que en 1900 quedó perteneciendo a la diócesis de Manizales.  Solo vino a ser elevada a la categoría de parroquia en 1925. Los sacerdotes que aparecen en los libros parroquiales-.  Casimiro Gamba, desde el año 1849 hasta 1841. Francisco Antonio Penilla (de paso). Manuel Antonio Meléndez (de paso). Fulgencio del Castillo (quien bendijo la capilla). Parménides Velasco, cura hasta el 6 de agosto del 65. Elías Lazo, cura, del 18 de diciembre del 65 hasta el 2 de septiembre del 66. José Agustín Aranda, 10 de febrero del 67 a 8 de julio del 67. José María García, 15 de julio del 67 a 7 de julio del 8c. Juan N. Parra (de paso). Sebastián Enrique Restrepo, 4 de julio del 80 a 29 de septiembre del 81. José Joaquín Baena (un mes.) Ignacio María Torrijos (nueve meses.) Parménides Velasco (segunda vez), 6 de marzo del 82. José Benito Rodríguez (de paso). José Dolores Córdoba, 16 de julio del 82 a 29 del 83. José Ignacio Pineda, 1.° de agosto del 83 a 22 de agosto. Sebastián Emigdio Restrepo, 3 de octubre del 83. Ignacio Pineda, 22 del 84. José María Arias, 22 de febrero del 84. José Ignacio Pineda, junio del 84. Ismael Valencia, desde el 2 de noviembre del 84 a 10 de febrero del 89. Sebastián Restrepo, hasta el 94. Jesús María Restrepo, de 6 de octubre del 95 hasta el 20 de marzo del 900. José María Arias, hasta el 25 de noviembre de 1907. Juan de D. Jaramillo, 22 de diciembre de 1907 hasta 12 de julio de 1908. Ismael Valencia, de julio a noviembre. Julio Arango, de 8 de diciembre de 1909 hasta marzo 10 del 1912. Venancio Osorio, de 19 de abril de 1912 hasta abril 5 de 1918. Navor Montoya, desde 9 de julio hasta hoy.

En 1864, por ordenanza 12, enero, se le dio juzgado parroquial. Y después siempre que ha sido municipio. Tuvo dos juzgados: uno para lo civil y otro para lo criminal en 1892. No ha sido nunca circuito. Desde el año 65 tenía notaría. Pero después de todos los contratiempos que ha tenido sólo logró que se le concediera de nuevo en I912, por ordenanza 25. Oficina de registro por la ordenanza 24 (17 de abril de 1916). Desde 1907 pertenece al circuito de Armenia, creado por ley 32 del mismo año.

Capillas, las hubo en Boquía, después en Barcinal en año 63, y por último en nueva Salento. El actual templo lo empezó a construir el presbítero Julio Aragón con el dinero de una acción que tenía la iglesia en la mina de La Morena; venta que hizo de acuerdo con las disposiciones canónicas. Es de regular tamaño, con dos torreones, buenas campanas, y ya la tiene el cura Montoya casi concluida.

Hay un cementerio al occidente de la población, y es el mismo de Barcinal. Está cercado de tapias y de alambre de púa.

Tiene una bonita plaza con un hermoso parque y una plazuela. La primera se llama de Córdoba, en recuerdo del general, y la segunda, de Los Mártires. Acueducto metálico desde 1918. Club. Un hospital bastante adelantado; un billar, una gallera, dos escuelas urbanas: la de varones con 90 niños, y la de niñas con 85; dos escuelas rurales alternadas: Canaán y San Juan. Regentó un colegio, el año de 1894, el señor don Manuel Buitrago, y otro don Manuel Osorio, en 1896.

Dice el doctor Robledo: “Puede considerarse el territorio de este distrito como un sanatorio colocado allí por la Providencia para atender a la curación de las numerosas dolencias que pueden adquirirse y se adquieren frecuentemente en las tierras bajas. Para el tratamiento de la tuberculosis y de las formas crónicas del paludismo, Salento no cede a ninguna de sus congéneres de la república. Ligeras afecciones reumáticas y bronquiales, uno que otro caso de fiebre tifoidea, y manifestaciones benignas de reumatismo, constituyen toda la patología de esta región.

En el estudio de historia natural tiene un puesto distinguido el nombre de Salento, puesto que en esa región es donde los viajeros que han visitado territorio colombiano con el objeto de hacer el estudio de nuestra fauna y de nuestra flora, han hecho las principales observaciones y clasificado gran número de plantas y animales desconocidos en el continente y en la América del Norte.”

El trigo es otra de las grandes fuentes de riqueza de Salento, por su calidad y su cantidad. Tiene dos molinos: uno norteamericano, de magnífica calidad, y otro de poca monta. En 1919 produjo Salento 2,000 kilos de trigo. La papa que produce es suficiente para proveer a la región del Quindío y Pereira y hasta Ibagué. En 1919 produjo 288,000 kilos.

Dos magníficas caleras. Los pastos naturales abundan en la altiplanicie del páramo, en donde podrían pastar centenares de miles de ovejas; además, el carretón, trébol, plegadera, espartillo, grama y pasto azul, que se producen sumamente bien en todo el territorio. Tiene cinco fuentes saladas, de las cuales solamente dos han sido beneficiadas, y produjeron en 1919, 288,000 kilos. Las maderas son inacabables. Para el aserrío se cuenta el cedro, el aliso, cerezo, encenillo, higuerón, arboloco, drago, laurel, comino, común y otros. Las palmeras producirían en abundancia Ceroxilón Andícola. Fique hay unas 5,000 plantas que producen unos 5,000 kilos. Frijoles se recogieron en 1919, 12,000 kilos. Panela, 7,810 kilos, y en la parte baja tiene unos 350,000 cafetos.

Al hablar de las minas de Salento se nos viene a la memoria lo que dice una recopilación científica cuya procedencia no conocemos. “Andes (de la lengua inca Antis o Ante), parece derivarse de la palabra peruana anta, que significa cobre, y es nombre genérico de todo metal. La abundancia del metal de que los peruanos fabricaban sus utensilios, pudo haber dado motivo a aquel nombre.” Tiene Salento 13 minas, unas de filón y otras de aluvión. Son de la primera clase: La Morena, que produce gran cantidad de oro anual. El Cóndor, Moravia, Santa Librada, San Francisco, El Tesoro, La Tesorera, La Calabacera, Campoalegre, Colombia, Granates y Porvenir. De la segunda son: Navarco, en una extensión de 4 leguas, y Boquía en una extensión de 2 leguas. Los indígenas beneficiaban las minas de Boquerón, Navarco y Campoalegre, oro que parece que cambiaban por alimentos con los habitantes de los valles. Esto sólo puede explicar de que siendo Salento la única productora de oro, no tenga guacas, cuando Montenegro, Filandia y Armenia han tenido oro tan abundante, que se han sacado de una sola guaca hasta siete y media arrobas de oro hermosísimo.

En 1920 tenía: cabezas de ganado vacuno. 9,319; mular; ovejas, 155; de cerda, 1,500; caballar. 721, y cabras, 103. El cuerpo de agentes de policía se compone de 8 agentes subalternos y el alcalde. El número de escrituras públicas hechas en la notaría de Salento en 1919 fue de 146, por valor de 26,666 oro.

Existen además de las oficinas ya dichas, la oficina de estadística creada por la ordenanza 53 de 1919; la de la junta de ornato y embellecimiento creada por la ordenanza 19 de 1915.

Hay un mercado semanal que se hace los días domingos con el objeto de poder recibir los víveres de las poblaciones del valle en donde verifica el mercado los sábados. No conocemos la presión atmosférica ni la extensión del municipio, y por esta razón no las apuntamos, pues preferimos ser deficientes a ser mentirosos. No tratamos de obispados, ni de gobernaciones, ni de prefecturas, ni de luz, ni de asilos, ni prisiones, ni de imprentas, ni de periódicos, ni de fábricas, porque no los tiene. Y, por último, no hablamos de hombres notables, porque no los conocemos.

Autor: José López Montes, Pbro. Manizales, enero de 1923.

 

Fuente: BOLETIN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES. ORGANO DE LA ACADEMIA NACIONALL DE HISTORIA Volumen XV, Número 176, junio 1926. DIRECTOR, EDUARDO POSADAN REDACTORES, LUIS AUGUSTO CUERVO, y ROBERTO CORTAZAR.

 

Por: Álvaro Hernando Tibuchino Camargo Bonilla