CONQUISTA
ESPAÑOLA EN EL NUEVO REINO DE GRANADA: PACIFICACIÓN DE LOS PANCHES Y BÚSQUEDA
DEL CAMINO DEL QUINDÍO.
DESCUBRIMIENTO,
SOMETIMIENTO Y CONQUISTA DE LAS TIERRAS PIJAO.
La
conquista de las tierras de los Panches fue un proceso complejo y multifacético
que involucró a varios conquistadores y expediciones a lo largo de varios años.
La del
Capitán Fernán Vanegas quien obtuvo y llevó muestras de oro de las minas de la
Sabandija, Venadillo y Mariquita. Expedición que despertó el interés de los
gobernantes del Reino por conquistar y pacificar la región. Sin embargo, los
intentos de Lope Montalvo de Lugo y Pedro de Ursúa, por falta de tiempo de su
gobierno y la resistencia de los indios Panches se vieron frustradas.
En
1550, la Real Audiencia comisionó a Andrés López Galarza para pacificar y
conquistar los Panches. Galarza salió de Santafé con 93 hombres españoles y se
dirigió al Occidente, pasando por los territorios conquistados de la provincia
de Tocaima. Luego, cruzó el río Magdalena y comenzó su conquista, enfrentando
muchas dificultades y luchas con los indios Panches.
Galarza
fundó la ciudad de Ibagué en un valle ameno y deleitoso, con un clima
primaveral y un río caudaloso llamado Cuello. La región era rica en metales,
incluyendo oro, plata, plomo, estaño, hierro y azogue.
La
comarca se caracterizaba de clima agradable, abundante en aguas, tierras fértiles
y adecuada para la agricultura, y abundancia de metales (oro, plata, plomo,
estaño, hierro y azogue)
La expedición
de Galarza buscaba establecer una ruta segura y directa entre Ibagué y Cartago,
facilitando la comunicación y el comercio entre estas dos gobernaciones. Sin
embargo, la conquista de las tierras de los Panches fue un proceso difícil y
sangriento, marcado por la resistencia de los indígenas y la violencia de los
españoles.
Participaron
en la Expedición:
Capitán
Juan Bretón
Francisco
de Trexo
Pedro
Gallego
Juan
de Mendoza de Arteaga
Pedro
de Salcedo
Diego
López
Domingo
Cuello
Gaspar
Taberna
Miguel
de Oviedo
Bartolomé
Talaverano
Marcos
García
Miguel
de Espinosa
La
conquista española en el Nuevo Reino de Granada estuvo marcada por numerosos
conflictos y desafíos. Uno de los episodios más significativos fue la
pacificación de los panches y la búsqueda del camino del Quindío, liderada por
el capitán Andrés López de Galarza. Este proceso no solo implicó la expansión
territorial española sino también el enfrentamiento con grupos indígenas como
los Pijao, quienes ofrecieron una resistencia tenaz.
PACIFICACIÓN
DE LOS PANCHES.
Galarza
fue comisionado por la Audiencia Real y Chancillería del Nuevo Reino de Granada
para pacificar y poblar el valle de las Lanzas y otros territorios entre
Tocaima y Cartago. Su objetivo era establecer un camino seguro que facilitara
la comunicación y el comercio entre las gobernaciones de Santafé y Popayán,
evitando el peligroso rodeo por Neiva y Timaná. Galarza juntó 93 hombres
españoles y un sacerdote, y antes de partir, se reconocieron ante el alcalde de
Santafé para asegurar que todos iban voluntariamente.
Durante
su avance, Galarza promulgó ordenanzas para el buen gobierno de su gente,
prohibiendo abusos contra los naturales y prometiendo castigar cualquier daño.
En Metaima, los indios inicialmente prepararon una emboscada, pero al ver la
determinación de los españoles, optaron por ofrecer comida y guías. Galarza
aprovechó estas oportunidades para hablarles de la fe católica y la intención
de establecer una relación pacífica bajo la corona española.
BÚSQUEDA
DEL CAMINO DEL QUINDÍO.
Después
de Metaima, Galarza continuó hacia Ibagué, enfrentando desafíos como el cruce
del río Tolima. Los españoles lograron cruzar con la ayuda de sus caballos y
enfrentaron resistencia en el valle de Anaima. Galarza intentó mantener la paz
ofreciendo requerimientos y protestaciones. Un incidente notable fue cuando un
soldado cayó en una trampa de los indios, pero salió ileso.
RESISTENCIA
PIJAO CONTRA LA CONQUISTA ESPAÑOLA.
La
llegada de los españoles a tierras Pijao marcó el inicio de una era de
conflicto y resistencia para los indígenas. Los Pijao se dividían en dos
grandes grupos enemistados entre sí, lo que los españoles supieron aprovechar
para establecer alianzas y combatir a los grupos más hostiles. La resistencia
Pijao llevó a los españoles a buscar estrategias más contundentes para
consolidar la conquista.
GUERRA ENTRE PIJAOS Y ESPAÑOLES.
Una historia o leyenda que debe recordarse.
Muchas tribus que existían en la región tenían odios y muertes
recónditos. Cuando fuertes guerreros con sus largas lanzas y espadas afiladas
de acero, que cortaban con facilidad, se enfrentaron a ellos, que tenían que
luchar lenta y con sus hachas de sílice o con la espada. Esos hombres barbados
los hacían casi de un solo golpe con una afilada espada. Todos estos detalles
los llenaban de admiración.
Aparecían a todo lo largo de la cordillera Grande, limitada por las
sierras altas donde el agua se volvía cristalina y la lluvia se transformaba en
blancas motas de algodón, que todo lo cubrían con un manto puro y sagrado.
Ellos no se dejarían mancillar por esos hombres sucios que envolvían sus
pies en cueros de animales desconocidos.
Los españoles ya los conocían, habían aparecido por el Quindío, por el Tacurumbi
y por la gran planada del río Zegues, conformando
una poderosa unidad de numerosas tribus comandadas por el gran cacique Calarcá.
Ya habían atacado varias veces a Cartago, situado en los dominios del cacique
Consota; también se habían unido a los agresores, los indios del otro lado del
río Cauca, Calimas y Chocoes, por la sierra donde se pone el sol y donde
abundaba el metal amarillo que ellos trabajaban tan bellamente para adornar a
sus mujeres y a sus caciques con narigueras, pectorales, aretes, brazaletes y
tobilleras, que los bárbaros blancos les arrebataban y aplastaban contra el
suelo con sus tacones para transportar, más fácilmente, el oro que tanto
codiciaban.
Estos guerreros inconquistables del lado oriental de la Cordillera
Grande, también aparecían más allá de donde terminaba el país Quimbaya, que los
españoles denominaban con el nombre de río Zegues. Allí, en ese otro río, estaban los Bugas
feroces y en plan de guerra, quienes no permitían camino, ni tránsito, ni
tráfico por su territorio. Tan grave fue que en muchos años los españoles no
tuvieron ninguna acción por este lado de la gran planicie, a sabiendas de que
eran tierras fértiles de labranza, pródigas en frutos.
Estos inconquistables sostuvieron sus dominios desde 1540 hasta 1603;
habían interrumpido comunicaciones con Santa Fe, Cali, Popayán, y con las
nuevas, que ya se habían descubierto en el estado de Antioquia, hasta llegar al
Valle de Ebéjico, donde el Mariscal Robledo había fundado Santa Fe de
Antioquia. Las poblaciones de Buga, Toro, Cartago, Ibagué, se veían asediadas
constantemente por los ataques imprevistos de los Pijaos, que sembraban
desolación y muerte. El clamor ante la Audiencia de Santa Fe fue constante,
pidiendo desesperada protección.
En 1605 llegó de España una figura prominente por su preclaro abolengo y
altos méritos como militar: don Juan de Borja. Era, don Juan, Caballero de la
Orden de Santiago, sobrino-nieto del Duque de Gandia, el gran San Francisco de
Borja. Don Juan era un valiente militar con experiencia en serias contiendas en
el viejo continente. Al Nuevo Reino de Granada llegó con los títulos de presidente
y Capitán.
Se presentaba por aquel entonces aquella guerra de devastación y muerte
declarada contra los Castellanos, que se hizo sentir más intensa y asoladora
hacia finales del siglo XVI. Se trataba de la guerra de los Pijaos bajo la
experta y astuta dirección del temible cacique Calarcá.
Don Juan resolvió afrontar el reto con toda decisión y, una vez que se
hizo cargo del gobierno, empezó a organizar sus ejércitos para combatir
definitivamente a los belicosos Pijaos. Tuvo la suerte de encontrar en este
mismo territorio y, del lado oriental de la cordillera, el apoyo de los indios
Coyaimas y Natagaimas; al frente de estos aguerridos guerreros se encontraba el
valeroso cacique Baltazar, quien conocía el terreno y la estrategia guerrera de
los Pijaos, que consistía en el ataque masivo en el momento más inesperado y el
retiro estratégico cuando las circunstancias lo exigían. Se ocultaban en
recónditos rincones y en escarpados cerros, perdidos en montañas inaccesibles.
Baltazar conocía todos estos vericuetos andinos; a estos conocimientos
agregaba las tácticas guerreras que había aprendido de los españoles: manejo de
la lanza y la ballesta, formas de ataque y defensa de los peninsulares. En esta
larga e implacable lucha, diezmaron a los bárbaros Pijaos. Volvió la paz, se
establecieron nuevamente las comunicaciones entre Cartago y Santa Fe, Cartago y
Popayán, Cartago y Santa Ana de los Caballeros y, con los nuevos pueblos de la
provincia de Antioquia que llegaban hasta la recién fundada Santa Fe de
Antioquia en el Valle de Ebéjico.
El cacique Calarcá, ese guerrero por excelencia que había combatido a
los castellanos por tantos años, comprometiendo seriamente la integridad de la
Nueva Granada, cuyos dominios estaban amojonados majestuosamente desde el bello
y cónico nevado del Tolima, hasta el resquebrajado y cristalino Cumanday (hoy
el Ruiz), iba a encontrarse cara a cara después de muchos años de constante
persecución, con su temible enemigo: Baltazar el de la temible lanza. Salió
Calarcá de su escondite andino al encuentro de su implacable enemigo. Arremetió
violento Baltazar. Su lanza partió en dos el corazón del más temible y osado
enemigo que hubieran tenido los conquistadores.
LA
CAMPAÑA DE JUAN DE BORJA.
En
1605, Juan de Borja fue nombrado presidente, gobernador y capitán general de la
Real Audiencia de Santafé de Bogotá. Borja organizó un ejército y emprendió una
campaña contra los Pijao en 1607, que incluyó batallas en el valle del río
Magdalena y la provincia de Amoyá. La conquista española tuvo un impacto
devastador en la población Pijao, llevando a la disminución de la población y
la pérdida de su territorio.
LA
CONQUISTA Y EL CAMINO.
Galarza
fundó Ibagué el 14 de octubre de 1550 y salió a descubrir la Provincia de
Toche. La Real Audiencia comisionó a Galarza para explorar y fundar un pueblo
que estableciera un camino para comunicar los pueblos del Nuevo Reino con los
de la gobernación de Popayán. El cacique Bombo informó a Galarza sobre la
existencia de un camino que permitía llegar a Cartago, lo que llevó a Galarza a
enviar soldados a verificar la información.
El
Camino a Cartago
Los
soldados ascendieron a la cordillera y confirmaron la existencia del camino.
Galarza decidió regresar con la intención de fundar un pueblo en el año 1550.
Después de la fundación de Ibagué, Galarza partió hacia la provincia de Toche
para explorarla. Sin embargo, dos soldados enviados a inspeccionar los terrenos
fueron asesinados por los indios, lo que llevó a Galarza a lanzar un ataque sin
piedad contra los indígenas.
La
conquista española en el Nuevo Reino de Granada estuvo marcada por la violencia
y la resistencia indígena. La búsqueda del camino del Quindío y la pacificación
de los panches fueron procesos complejos que implicaron enfrentamientos y
alianzas con grupos indígenas. Aunque la conquista española tuvo un impacto
devastador en la población Pijao, su legado sigue siendo importante en la
historia de la región.
El
capitán Andrés López de Galarza jugó un papel crucial en la pacificación de los
panches y la búsqueda del camino del Quindío.
Pacificación
de los Panches.
López
de Galarza fue comisionado por la Audiencia Real y Chancillería del Nuevo Reino
de Granada para pacificar y poblar el valle de las Lanzas y otros indios entre
Tocaima y Cartago. Su objetivo era buscar un camino seguro que facilitara la
comunicación y el comercio entre las gobernaciones de Santafé y Popayán,
evitando el largo y peligroso rodeo por Neiva y Timaná.
Galarza
juntó 93 hombres españoles, incluyendo 40 de a caballo, y un sacerdote llamado
Francisco González Candis. Antes de partir, se reconocieron ante Juan de
Avellaneda, alcalde de Santafé, que todos iban voluntariamente.
Galarza
y su gente llegaron al valle de las Lanzas (Combayma) sin incidentes notables.
Allí, promulgó ordenanzas para el buen gobierno de su gente, prohibiendo faltas
públicas, blasfemias y abusos contra los naturales. Prometió castigar cualquier
fuerza o daño a los indios.
En
Metaima, los indios inicialmente prepararon una emboscada, pero al ver la
preparación y determinación de los españoles, optaron por ofrecer comida y
guías. Galarza aprovechó estas oportunidades para hablarles de la fe católica y
la intención de establecer una relación pacífica bajo la corona española.
BÚSQUEDA
DEL CAMINO DEL QUINDÍO.
Después
de Metaima, Galarza continuó hacia Ibagué, enfrentando desafíos como el cruce
del río Tolima, donde los indios habían destruido las puentes. Los españoles
lograron cruzar con la ayuda de sus caballos.
En el
valle de Anaima, los españoles enfrentaron resistencia, pero Galarza intentó
mantener la paz ofreciendo requerimientos y protestaciones. Un incidente
notable fue cuando un soldado, Juan Ortiz de Zárate, cayó en una trampa de los
indios, pero salió ileso.
Galarza
recibió información sobre la existencia de naturales en Buga la grande y los gorrones
que servían a Cali, lo cual sugiere que su expedición también tenía objetivos
de exploración y reconocimiento de territorios más allá de la pacificación de
los panches.
RESISTENCIA
PIJAO CONTRA LA CONQUISTA ESPAÑOLA.
La
llegada de los españoles a tierras Pijao marcó el inicio de una era de
conflicto y resistencia para los indígenas. Los Pijao se dividían en dos
grandes grupos enemistados entre sí: los de la sierra y los del llano. Los
españoles supieron aprovechar esta división para establecer alianzas con los
del llano y combatir a los de la sierra.
ORGANIZACIÓN
SOCIAL Y MILITAR DE LOS PIJAO.
Los Pijao
se organizaban en asociaciones tribales y elegían un jefe guerrero. Uno de los
más destacados fue Calarcá, líder de la confederación de tribus de Otaima,
Cacataima, Mola, Anaytoma y Amoyá. Los Pijao mantuvieron una constante lucha
contra los españoles, utilizando tácticas de guerrilla y emboscadas sorpresivas
en los bosques.
LA
CAMPAÑA DE JUAN DE BORJA.
La
resistencia Pijao llevó a los españoles a buscar estrategias más contundentes
para consolidar la conquista. En 1605, Juan de Borja fue nombrado presidente,
gobernador y capitán general de la Real Audiencia de Santafé de Bogotá. Borja
organizó un ejército y emprendió una campaña contra los Pijao en 1607. La
campaña incluyó batallas en el valle del río Magdalena y la provincia de Amoyá.
CONSECUENCIAS
DE LA CONQUISTA.
La
conquista española tuvo un impacto devastador en la población Pijao. La
violencia y la explotación llevaron a la disminución de la población y la
pérdida de su territorio. La resistencia Pijao, aunque valiente y determinada,
no pudo evitar la conquista española.
La Cédula
Real que comisionó a Juan de Borja para la guerra contra los Pijao es un
documento importante que refleja la preocupación de la Corona española por la
situación en la región. En él se describe la situación de violencia y peligro
que vivían los españoles y se ordena a Borja tomar medidas para pacificar y
sujetar a los Pijao.
La
resistencia Pijao contra la conquista española fue una lucha valiente y
determinada que se enfrentó a la violencia y la explotación de los españoles.
Aunque no pudieron evitar la conquista, su legado sigue siendo importante en la
historia de la región.
LA
CONQUISTA Y EL CAMINO.
Andrés
López de Galarza, por encargo de la Real Audiencia de Santafé fundó a Ibagué el
14 de octubre del año 1550. Después de su fundación, Galarza salió a descubrir
la Provincia de Toche, también escrita Tocha, pasando luego a la provincia de
Tocina, situada junto al nevado.
“Había
entre la ciudad de Tocaima, del Nuevo Reino, y la villa de Cartago, de la
gobernación de Popayán, ciertas poblazones y valles de indios muy belicosos y
guerreros que impedían la travesar y pasar de un pueblo a otro y de una
gobernación a otra por breve camino, y causaban que los viandantes y la
comunicación y comercio de estas dos gobernaciones fuese por partes y caminos
muy largos y ásperos y malos, llevando la derrota por los pueblos de Neiva y
Timaná, por donde se pasaba un muy largo y despoblado páramo, tan frío y
perjudicial que en él se helaban y perecían muchas personas de las que habían
de andar esta jornada; y demás de esto y de la aspereza y maleza de este
camino, se hacía un grande rodeo de muchas leguas, que doblaba el trabajo a los
que lo caminaban su grande longura”.
Los
combativos Pijaos impedían el tráfico por el breve camino que comunicaba a
Santafé con la gobernación de Popayán, por la montaña del Quindío. Ante éste
impedimento, debían cruzar por un largo, frio, y despoblado páramo (Guanacas),
donde se congelaban y morían muchas personas y sus caballerías. Camino áspero y
malo, que ostentaba gran distancia, pasando por Neiva y Timaná.
Esta
circunstancia hizo que la Real Audiencia comisionara a Galarza para explorar y
fundar un pueblo y estableciera un camino para comunicar los pueblos del Nuevo
Reino con los de la gobernación de Popayán.
EL CACIQUE BOMBO Y EL
CAMINO A CARTAGO
El
cacique Bombo informó a Galarza sobre la existencia de un camino que permitía
llegar a Cartago, al otro lado de la cordillera. Para verificar la información
proporcionada por Bombo, Galarza envió a algunos soldados a la cima de la
sierra con el fin de confirmar lo dicho por el cacique. Les ordenó que, una vez
comprobado, regresaran sin avanzar más allá para informarle sobre los detalles
y decidir el curso de acción más conveniente.
Los
soldados ascendieron a la cordillera y, basándose en información proporcionada
por algunos indígenas, estimaron que estaban cerca de Cali y Bugalagrande, en
la gobernación de Popayán. Con esta información, regresaron para informar a
Galarza, quien decidió regresar con la intención de fundar un pueblo (el
primitivo Ibagué) en el año 1550. Después de la fundación, y a petición de sus
soldados, Galarza partió hacia la provincia de Toche para explorarla. Al
llegar, encontró abundancia de alimentos almacenados por los naturales y
descansó con su gente durante algunos días.
Durante
su estadía, Galarza envió a dos soldados, llamados Ricardo y Hoyos, para que
inspeccionaran los terrenos de una sierra y descubrieran lo que había en ellos.
Sin embargo, los comisionados, llenos de codicia, se desviaron del camino y
destino indicado por Galarza, yendo a ranchar en unos pueblos de indios
ubicados en un valle denominado "Toche", antes de llegar a la sierra.
En su
recorrido, fueron sorprendidos por los indios, quienes les dieron muerte y les
desollaron los rostros, una práctica habitual entre ellos para utilizarlos como
máscaras en sus bailes y rituales. Una vez conocida la suerte y el daño que los
indios habían causado, Andrés López de Galarza decidió regresar a Ibagué para
preparar más armas, municiones y soldados. Su objetivo era volver a Toche y
castigar a sus habitantes por el atrevimiento y el daño que habían hecho.
Al
regresar Galarza a Toche, lanzó un ataque sin piedad contra los indígenas,
resultando en la muerte de más de cuatrocientos de ellos, según algunas
fuentes. Después de esta masacre, Galarza y su gente se dirigieron a otra
provincia llamada Tocina, ubicada junto al nevado, y la pacificaron.
Posteriormente, regresaron a Ibagué sin haber sufrido daños significativos
En 1553,
Melchor de Valdés, capitán español enviado para auxiliar a Galarza del asedio
de los Pijaos comandados por los caciques Titamo y Quicuyma, encontró un camino
que usaban los nativos para remontar la cordillera. Este camino indígena se
denominó camino del Quindío y comunicaba Ibagué con Cartago. Sin embargo, el
conquistador Galarza entró en conflicto con Melchor Valdés, motivo por el cual
se devolvió a Santafé, mientras que Valdés se dedicó a explotar el camino.
Este rico
español ordena los trabajos de ampliación del recién descubierto camino del
Quindío dejándolo transitable para animales de carga y acortando el viaje de
Santafé a Popayán en veinte días. En honor le asignó el nombre de Valdesina al
distrito que se debía fundar en Toche.

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